Capítulo 6.

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Como era de esperarse, prácticamente toda la preparatoria se apuntó en asistir al popular campamento del año. No quiero pensar, en verdad no quería pensar en las cosas que pasaran allí. Solo espero que sean buenas y nada más...

Muchos chicos iban con sus parejas, otros simplemente decidieron asistir solos o con amigos. O nosotras por ejemplo, íbamos entre hermanas.

Por mi parte asistí ya que mis hermanas en otras palabras me obligaron técnicamente y era una experiencia de diecisiete años consecutivos para la institución. De los cuales tal vez si acaso dos o tres veces había asistido. Corrían varios rumores de actividades que estaban planeadas y otras que nunca más serían realizadas, como la última vez que un estudiante de tercer grado se quebró el brazo en su intento de BMX cuando quiso hacer un Lookdown en una pequeña rampa junto al lago, la bicicleta cayó al agua y el pobre chico salió volando junto a los pinos, tragando mucha tierra de por medio. Genio.

Aunque para decir verdad, las actividades ciclísticas no se cancelaron, solamente que las personas dispuestas a hacer este tipo de actividades, incluyéndome, tenían que tener sus debidos permisos y usarla con supervisión de algún adulto o profesor responsable a cargo de ésta actividad. ¡Qué estupidez!

Amie, Alanna y yo, armamos nuestra tienda de campaña para los tres días que estaríamos acampando en nuestro lugar asignado en el sector de chicas, la tienda era bastante grande, apta para cinco personas, pero solo éramos tres así que el interior era muy espacioso, no tuvimos que dejar muchas cosas afuera, nuestros objetos personales y de valor estaban muy bien guardados en nuestros maletines y de hecho no habíamos traído muchos que digamos. Afuera no llovía ni hacía tanto frío como en ocasiones anteriores. Estamos técnicamente en media montaña y por las noches se escuchan todo tipo de sonidos, aunque es tranquilo. ¿Quién lo diría? Acampar no es horrendo después de todo.

Habían más de ciento ochenta tiendas de campaña, algunas con tres o más personas dentro, otras con dos, y algunas solo con una persona; cada una de las tiendas tenía a cargo un pequeño folleto con información disponible de los horarios de las diferentes actividades, alimentación, la hora de despertar y la hora de dormí y demás cosas. Justo a las siete de la mañana ya todo el campamento tenía que estar arriba, puesto que a las seis sonaba la trompeta escandalosa que despertaba a medio mundo, los baños dentro del tocador eran escasos y todas las chicas corrían como locas en la fila interminable hasta ellos. Era mejor no bañarse... Es broma.

Alanna y Amie nunca en sus vidas fueron madrugadoras, usualmente despertaban a la hora que quisieran y en ocasiones ni siquiera despertaban por la mañana, en el campamento intentaba despertarlas media hora antes de las seis de la mañana, lo que era casi imposible, porque no mostraban ningún tipo de interés en despertar. Yo no tengo el sueño pesado ni mucho menos, de hecho en ocasiones me cuesta muchísimo poder conciliarlo en las noches por lo que me resultaba fácil despertarme con nada. Podían ser las tres de la mañana y la caída de una hoja de un árbol al suelo, me despertaría sin duda alguna.

El primer día me desperté quince minutos antes de la seis de la mañana, por lo que rápidamente desperté a mis hermanas y nos dispusimos a ir al tocador de las chicas más cercano que se encontraba a ciento cincuenta metros, aproximadamente, de donde se encontraban nuestra tienda, caminamos en piyama por el sendero hasta llegar a ellos, Alanna y yo aún un poco dormidas. Llegamos y había dos chicas más allí, en ese preciso instante sonó la trompeta, las tres nos adentramos a las duchas rápidamente antes que llegaran las demás. El agua era caliente al principio y una vez pasados diez minutos se ponía cada vez más fría.

En el transcurso del día cada una decidió hacer una actividad diferente, pero quedamos en vernos de nuevo las tres, a medio día, ya que era la hora del almuerzo y seguidamente de eso, había una gran guerra de color. Puede que fuera una de mis actividades favoritas; ésta consistía en dos grupos de estudiantes, ciento cincuenta personas en el equipo "Azul " y ciento cincuenta personas en el equipo "Rojo". En total eran trescientas personas en una guerra a muerte; cada equipo tenía más de seiscientos globos llenos de pintura de todos los colores existes, cada persona participante tenía el derecho de tener en su propiedad cinco globos más los que quisiera llenar él mismo y el objetivo era correr hacia el grande y extenso territorio donde se encontraban las veinte banderas ocultas del equipo contrario, intentar robarlas, esquivar los globos que le arrojaban y cruzar con ellas hasta su territorio. El equipo que al terminar el juego tendría más banderas en su poder y menos pintura, ganaba. Era como, atrapa la bandera, pero con color. Suena imposible pero no lo era. Mientras terminaban de llenar los globos cada grupo planeaba su mortal plan de ataque. El lugar era muy grande, podían esconder las banderas rojas en cualquier cito, en lo alto de un pino, debajo de algún puente con riachuelo, escondido en algún matorral o donde fuera. No había reglas acerca de donde no se podría esconder, podía ser en cualquier sitio mientras esté en el área de juego. ¿Veinte banderas? No es tan difícil.

El Trío Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora