Terminaba de aplicar mi segunda capa de barniz de uñas color campari, ya había pasado una semana de lo ocurrido con Adam, de nuestra casi cita que en realidad no lo fue del todo. Más bien se parecía o era algo similar a una salida de amigos. Sí. Así de patético y deprimente fue, pero hubo una excepción. Algo que me marcó como un antes o después, algo que pensé que no sucedería pero terminó resultando.
Bien. El día siguiente de la insignificante pelea con Amie, era el día de la salida con Adam. Ese mismo día, el día de la pelea, por la noche con el sundae derretido y en el inútil intento de conciliar el sueño, revisé las redes sociales y miré detenidamente en mi lista de amigos. Lo habría olvidado por completo.
El cumpleaños de Alanna...Sería en dos días...
Mientras me encontraba acostada en la cama con intensión de dormir, se me ocurrió una brillante idea. Como aún Alanna no me hablaba del todo por lo de Amie, sería perfecto. No sospecharía de mí, ni de ella y así también tendría una excusa para hablarle a Amie. Por la mañana hablaría con ella en son de paz, me ayudaría para conseguir lo necesario y realizarle una fiesta sorpresa a Alanna. Yo sé que puedo...
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Me levanté de mañana como de costumbre, me alisté, fui a la preparatoria e hice mi prueba de Química, estaba realmente fácil a diferencia de mis compañeros de clase, que me miraban extrañados por mi rapidez en realizar las fórmulas. Eran cosas que ya sabía, el año pasado lo vi. Después de dos lecciones de Química, recibí tres clases de Psicología, que eran obligatorias, solo una lección de Psicología bastaba para aburrirte por el resto del día o la semana. Tenía que recibirlas solo una vez a la semana gracias al cielo. Eran realmente agotador, lo único que se hacía en esa clase era contar tus metas, propósitos, lo que te gustaba de la vida y lo que no. Puras tonterías para perder clases y llamarlo a eso, "clases".
En ocasiones, si querías...pero era muy personal; podrías contar tus problemas si estuvieras a gusto, tú preferías si lo hablabas a solas con el profesor o si lo querías exponer delante de los compañeros. Pero... ¿Quién quería escuchar a adolescentes deprimidos de último año? Estúpidos y con corazones rotos, melancólicos y sin ánimos... Creo que en realidad a nadie de ahí le importaba como te sentías realmente. Mucho menos alguien igual a ti, pobre profesor. Yo nunca exponía mis problemas a nadie en lo absoluto, mucho menos delante de mí clase. Tal vez de alguna forma, era una manera de desahogarse. Guardándomelo todo para nadie más que yo misma.
En esa clase podríamos expresar nuestros pensamientos acerca del colegio, en general nadie aportaba algo positivo de la preparatoria, tampoco de los maestros. Siempre se quejaban de lo mismo, muchas tareas, muy poco tiempo libre, cortos recesos y clases muy, pero muy aburridas. Sin olvidar hurtos de pertenencias y altos precios en la cafetería. En lo personal nunca aportaba nada, solo me sentaban en el círculo de sillas y escuchaba a los demás en silencio.
— ¿Sarah? — Me toma por sorpresa el maestro de psicología, mientras observaba mi móvil dentro de mi mochila, la cual estaba encima de mis regazos. Tenía los auriculares puestos, por debajo de la chaqueta y el cabello.
— ¿Si? — Contesto algo asustada. La clase entera me miraba. Qué sensación más incómoda es esa; sudaba frío.
— ¿Podrías hacerme el favor de quitarte los auriculares? — Pregunta el profesor sonriendo falsamente. En realidad no preguntaba, era más bien una orden.
— Sí... — Contesto aún asustada asintiendo con la cabeza, desprendiendo éstos con un tirón de mis oídos.
— ¿Quieres participar? ¿No tienes dudas acerca del tema? — Pregunta de nuevo el profesor delante de toda la clase provocando incomodidad y vergüenza de mi parte. Muchas más de la que ya había.
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El Trío Perfecto.
Teen Fiction¿Tienen hermanas, o hermanos? Como ya saben la vida con ellos, suele ser un poco frustrante; pero también tiene bastantes beneficios. Hay altibajos como en cualquier familia, hay problemas, hay discusiones y reconciliaciones. Las Clinton, probable...