— ¿Qué se supone que haces? — Pregunto sin abrir los ojos al sentir pasos acercándose sumergidos en el silencio de mi habitación.
7:10 am. Alanna había entrado a mi habitación, en total silencio y sin tocar. De igual manera ya estaba despierta y la había escuchado.
— Yo... Yo vine a confirmar que estabas despierta... — Contesta tartamudeando. No había venido a eso. Si algo tenía toda mi familia en común es tartamudear cuando mienten. Es como la típica señal delatadora.
— ¿Si entiendes que puedo saber cuándo mientes? — Contesto somnolienta con los ojos cerrados mientras me abrigaba con la manta. Aún estaba acostada en cama holgazaneando
— ¿Cómo lo sabes? — Pregunta inquieta con curiosidad en su tono de voz.
— Cuando mientes miras hacia arriba. — Contesto. — Es como si evitaras algo.
— Pero ni siquiera me estás viendo. — Protesta en señal de duda.
— También te trabas al hablar. Tartamudeas.
— Ah.
— ¿A qué venías tan cautelosa y silenciosamente sin que me diera cuenta? — Pregunto aún sin abrir los ojos.
— ¿Todavía tienes tu tobillera de planetas? La que tiene soles, lunas y también estrellas. — Pregunta refiriéndose a la que en ese momento llevaba puesta.
— ¿La dorada? — Pregunto.
— Si. La dorada.
— Si. Todavía la conservo conmigo. — Digo sacando mi pie de la cobija para así enseñarle que la andaba puesta.
— ¿Podría tomarla prestada? — Pregunta.
— ¿Qué no tienes también una?
— Si la tengo. Solamente que en color plateado. — Contestó. — Me gusta más la tuya. La dorada. — Dice de nuevo.
— Tómala, es tuya. — Digo e inmediatamente Alanna la desprendió de mi tobillo.
— ¿Así nada más?
— Si. Así nada más.
— ¿No me darás una charla acerca de cuanto odias que tome tus cosas y que no te gusta prestar nada?
— No.
— ¿Enserio?
— Ya puedes irte Alanna.
— No. Tú no eres así. No solo das algo porque te nace. ¿Quién eres y que hiciste con mi hermana Sarah?
— Se fue de vaciones a las islas caimán. Si quieres la tobillera, es tuya. Te la regalo. Cierra la puerta al salir. — Digo perezosa desde mi cama.
— Esto es raro. Pero gracias. Te amo. — Dice mientras cerraba de un golpe la puerta.
Habían acabado las vacaciones. Nuevamente tendría que asistir a la secundaria, Alanna se la había pasado estudiando, creo que si no fuese por su conducta en la secundaria, Alanna se graduaría éste año con Amie y conmigo. Suponía que así sucedería. Todo iba ser de nuevo lo mismo. Mismas personas, mismo colegio, mismos maestros amargados.
— Sarah. ¿Tienes un minuto? — Pregunta Karima tomándome del hombro por detrás. Llevaba un lindo vestido rosa por la rodilla.
— Medio. — Contesté sin mirarla. Estaba buscando un libro de economía y uno de literatura en medio del desorden de mi casillero. — ¿Qué necesitas? ¿La tarea de economía? ¿O la de literatura? — Pregunté sonando el doble de impertinente y maldita que antes. Karima solo me buscaba cuando necesitaba ayuda en algún trabajo. Solo así.
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El Trío Perfecto.
Teen Fiction¿Tienen hermanas, o hermanos? Como ya saben la vida con ellos, suele ser un poco frustrante; pero también tiene bastantes beneficios. Hay altibajos como en cualquier familia, hay problemas, hay discusiones y reconciliaciones. Las Clinton, probable...