Capítulo 26.

91 3 0
                                    

— ¿Qué se supone que haces? — Pregunto sin abrir los ojos al sentir pasos acercándose sumergidos en el silencio de mi habitación.


7:10 am. Alanna había entrado a mi habitación, en total silencio y sin tocar. De igual manera ya estaba despierta y la había escuchado.

— Yo... Yo vine a confirmar que estabas despierta... — Contesta tartamudeando. No había venido a eso. Si algo tenía toda mi familia en común es tartamudear cuando mienten. Es como la típica señal delatadora.

— ¿Si entiendes que puedo saber cuándo mientes? — Contesto somnolienta con los ojos cerrados mientras me abrigaba con la manta. Aún estaba acostada en cama holgazaneando

— ¿Cómo lo sabes? — Pregunta inquieta con curiosidad en su tono de voz.

— Cuando mientes miras hacia arriba. — Contesto. — Es como si evitaras algo.

— Pero ni siquiera me estás viendo. — Protesta en señal de duda.

— También te trabas al hablar. Tartamudeas.

— Ah.

— ¿A qué venías tan cautelosa y silenciosamente sin que me diera cuenta? — Pregunto aún sin abrir los ojos.

— ¿Todavía tienes tu tobillera de planetas? La que tiene soles, lunas y también estrellas. — Pregunta refiriéndose a la que en ese momento llevaba puesta.

— ¿La dorada? — Pregunto.

— Si. La dorada.

— Si. Todavía la conservo conmigo. — Digo sacando mi pie de la cobija para así enseñarle que la andaba puesta.

— ¿Podría tomarla prestada? — Pregunta.

— ¿Qué no tienes también una?

— Si la tengo. Solamente que en color plateado. — Contestó. — Me gusta más la tuya. La dorada. — Dice de nuevo.

— Tómala, es tuya. — Digo e inmediatamente Alanna la desprendió de mi tobillo.

— ¿Así nada más?

— Si. Así nada más.

— ¿No me darás una charla acerca de cuanto odias que tome tus cosas y que no te gusta prestar nada?

— No.

— ¿Enserio?

— Ya puedes irte Alanna.

— No. Tú no eres así. No solo das algo porque te nace. ¿Quién eres y que hiciste con mi hermana Sarah?

— Se fue de vaciones a las islas caimán. Si quieres la tobillera, es tuya. Te la regalo. Cierra la puerta al salir. — Digo perezosa desde mi cama.

— Esto es raro. Pero gracias. Te amo. — Dice mientras cerraba de un golpe la puerta.

Habían acabado las vacaciones. Nuevamente tendría que asistir a la secundaria, Alanna se la había pasado estudiando, creo que si no fuese por su conducta en la secundaria, Alanna se graduaría éste año con Amie y conmigo. Suponía que así sucedería. Todo iba ser de nuevo lo mismo. Mismas personas, mismo colegio, mismos maestros amargados.

— Sarah. ¿Tienes un minuto? — Pregunta Karima tomándome del hombro por detrás. Llevaba un lindo vestido rosa por la rodilla.

— Medio. — Contesté sin mirarla. Estaba buscando un libro de economía y uno de literatura en medio del desorden de mi casillero. — ¿Qué necesitas? ¿La tarea de economía? ¿O la de literatura? — Pregunté sonando el doble de impertinente y maldita que antes. Karima solo me buscaba cuando necesitaba ayuda en algún trabajo. Solo así.

El Trío Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora