Capitulo 22.

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Hace casi un mes, aproximadamente. Había dejado de hablar con Adam. Mi última conversación con él, fue cuando le comuniqué que no saldría con él a cenar. Ese mismo día, de madrugada intentó comunicarse conmigo, por llamada y por mensaje.

Un día después fue a mi casa y preguntó por mí, le habrían dicho que no me encontraba. Cosa que era obviamente mentira. Seguía teniendo llamadas de él, dos o tres por día. Hasta que solo se volvió una llamada cada semana.
En el período de esos días, él había llegado unas dos veces más a mi casa, siempre me encontraba allí pero solamente no quería verlo y mucho menos hablarle. No contesté sus llamadas, tampoco sus mensajes, me límite a eliminar de mi vida a una persona falsa y mentirosa que me escondía que tenía una novia. O no lo escondía, solo lo negaba.

Dona estaba más grande, todavía era un cachorro, pero ya mucho más grande. Justo como lo había pensado, decidí salir a correr por las noches, en compañía de Dona.

Era un sábado, la primera noche que me dispuse a salir a correr con ella, me coloqué ropa deportiva, busqué mis auriculares, la banda para el móvil y las deportivas. Eran las 7:50 pm y a las 8:00 pm en punto ya tendría que estar fuera de casa. La noche era fresca, el cielo estaba despejado y no había ningún indicio para suponer que iba a llover.

Le coloqué una correa a Dona y salimos de casa. Primero caminé para que se fuera acostumbrando a mi ritmo.
Luego poco a poco fui trotando y luego avancé más, hasta correr.
Dona parecía feliz, digo, era su primera vez en salir a correr conmigo.

La música fluía a full en mis auriculares, me mantuve en la carretera, siempre al lado derecho, para que así los autos y sus luces me pegaran de frente, nunca atrás para así evitar que me pudieran atropellar.

La noche era fresca y una fuerte brisa se hacía presente, a pesar del alto volumen de la música, podía escuchar el roce de las hojas de los árboles con el viento.

Corrimos dos horas y unos minutos aproximadamente. Era tarde, las 10:23 pm para ser exacta.
Dona se encontraba agotada al igual que yo, habíamos hecho dos paradas para descansar, pero en ninguna de las dos, había agua, era solo carretera desolada llena de autos conduciendo a grandes velocidades.

De día todo parece más seguro, la luz del sol alumbra todo y el camino se observa perfectamente.
Pero de noche era todo diferente, la carretera se observaba por las luces de los faros nocturnos, pero a los alrededores, todo parecía oscuro y desierto. Era un ambiente nocturno, se escuchaban los grillos con su grillar, un borrosa y renegrida oscuridad envolvía todo a su paso.
No era lo mismo conducir todos los días de noche que caminar allí de noche. En auto no te das cuenta de mucho alrededor, solo te fijas en la carretera y en las líneas amarillas que separan un carril de otro. A pie, notas todo el entorno, el rastro de los autos, los faros, el chillido de las ruedas, las bocinas, etc.

Caminamos hasta un pequeño abastecedor tienda de abarrotes, al entrar me pregunté a mi misma, si Dona podría entrar conmigo, había un cartel en el cual decía que no se permitía que entrarán mascotas al establecimiento, el guarda o vigilante de la entrada principal no se encontraba, así que entré con Dona de todos modos. No me importaba, iba a entrar con Dona, sí o sí. No la iba a dejar afuera. 

Busqué las cámaras de agua, necesitaba una botella, de agua. En realidad dos, ahora no estaba sola, estaba con Dona y ella también tenía sed.
Ya con las dos botellas en la mano, miré a mí alrededor en busca de una caja que se encontrara desocupada. Había una caja, era la caja que menos personas tenía, solo había una adulta mayor comprando alimento para gatos.

Me formé detrás de ella y tomé unas mentas de mis favoritas. Al darme la vuelta para tomar las mentas observé a alguien de espalda, llevaba un cachorro como la mía. Pensé en Adam y pagué rápidamente las botellas y las mentas sin voltear.

El Trío Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora