Capitulo 32.

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Bajé a toda velocidad las escaleras hasta llegar una de las sala de televisión con balcón. Había subido por el móvil, minutos antes de que empezara mi telenovela favorita. Adam me esperaba en el gran sofá con un tazón lleno de palomitas de caramelo para él, y con sal y queso para mí. 

Llegué justo a tiempo y di un salto en el aire por encima del respaldar del sofá. El estiramiento y la práctica de baile ayudaban mucho. La "intro" de la Telenovela romántica empezó, Adam se concentraba en responder mensajes en el móvil.

— Adam... — Digo necia con un puchero de niña. Era nuestro momento y él estaba con su estúpido celular.

— Claro. — Dice y apague su móvil.

Cuarenta minutos diarios de mi telenovela favorita no es suficiente para satisfacer mi ser. Dos horas eran sin duda mejor que cuarenta minutos. Pero no se puede hacer nada más que esperar hasta el próximo lunes.

— ¿No tienes sueño? — Pregunta mientras bostezaba a la misma vez que me abrazaba.

— Un poco. — Contesto. Adam entrelazaba sus dedos en mi largo cabello suelto.

El programa de televisión había terminado y Adam empezó su momento de burla.

— Sarah. ¿Por qué te pones así? Es solo una novela. — Dice riendo. Yo tenía cara de pocos amigos ya que necesitaba saber lo que había pasado con la hija de Mariana. La protagonista principal de la telenovela.

— No es solo eso. Tengo que esperar hasta el lunes. Es como si tú necesitaras tener la siguiente revista de tu comic favorito. ¿Entiendes?

— Si. Pero yo no leo comic. Antes lo hacía. — Suelta.

Rodé los ojos y subí por más palomitas y algo de beber. Adam caminó conmigo hasta la cocina.

— ¿Hey? — Pregunto atrapando su atención. Él buscaba en la despensa otro paquete de palomitas de caramelo.

— No hay más de caramelo. — Dice bajando la mirada y encogiéndose de hombros en forma de derrota.

Solté una carcajada y coloqué en el microondas un paquete de palomitas de queso y sal.

— Mira... Adam... — Digo colocándome el cabello por detrás de las orejas. Necesitaba hablar con él. Me mira desconcertado con cara de "¿Y ahora qué hice?". — Adam, conozco tu casa. A tu madre, a Chris, a Isaac y hasta a Zeus, la iguana mascota de Isaac. — Digo y suelta una leve sonrisa. — A lo que quiero deferirme es que tú nunca has visto a mis padres. — Continuo.

— Ellos viajan siempre. — Dice. — Por eso no los conozco. — Contesta así como si fuese algo súper normal.

— Si. Pero quiero y necesito que los conozcas. — Insisto. — Ellos llegaran mañana temprano así que quiero que vengas cenar por la noche.

— ¿Estás segura? ¿Les mencionaste esto a ellos? — Pregunta pasando la mano por su nuca.

— No. Pero...

— ¿Pero?...

— Ellos entenderán. — Contesté.

— Claro... — Contesta desconfiado. — Creo que ya debo irme. Mira la hora. — Dice observando la hora en el microondas y dentro de él se encontraban las palomitas ya listas.

— ¡Veinte minutos más! — Digo abrazándolo por el cuello. — No me dejarás comerme las palomitas, sola. — Reprocho. Adam solo asiente y sacas las palomitas calientes con cuidado de no quemarse con el vapor de las mismas. Subí por una piyama.

El Trío Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora