Capítulo 50 - Final.

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Escuché a alguien detrás, la silla rechinó y me encorvé, me acomodé el sweater y entonces comenzó a hablar, empezó su relato con un saludo amigable y un abrazo para acortar el tiempo. Corrió el banco a mi lado y se sentó allí cruzando la pierna, sabía quién era, conocía bien a esa persona, era mi amiga, o bueno, casi... Amiga de Amie en realidad, antes iba con casi regularidad a la casa y solía salir con ella a fiestas, todo el tiempo. ¿Era Amanda o Julie? Creo que era Amanda. Sí, sí era. Pero bueno "amigo" es un término que está muy por encima de lo sobrevalorado así que no. No podría decir que era mi amiga. Para empezar a poner etiquetas ella era "una buena conocida" y eso es todo, por abajo de amistad. En fin. Amanda Allsopp y yo conversamos la mayor parte del tiempo mientras observaba las gotas evaporadas que salían con total libertad de mi refrescante Coca Cola, gotas de agua adheridas por la parte de afuera del vaso. Gracias John Stith Pemberton. Estaba esperando a Owen, así que no había pedido nada para comer aún. Ella me caía bien, relativamente. Digo, era agradable, sus argumentos eran casi inteligentes y no era muy superficial, tenía el cabello semi rizado detrás de sus orejas, linda y simple. En ocasiones la curiosidad la mataba.

— ¿Y es cierto? — Preguntó adentrándome en el chisme, esas preguntas nunca llevan a nada bueno. ¿Qué diablos es cierto? No pueden ser más específicos.

— ¿Qué cosa? — Solté haciéndome la loca. No me importaba hablar de lo que fuese que sea su siguiente testimonio.

— Tú y Adam. — Contestó. Un balde de agua fría me cayó justo en la espalda, sentía mis costillas helarse y su incumbencia empezaba a molestarme. No contesté nada y le di un sorbo al vaso. El silencio dice más que mil palabras. Estaba a punto de terminarme la bebida. Podía beberla toda en ese momento pero quería rendirla un poco más hasta terminar con esta incómoda conversación y hasta que llegara Owen. — Escuché que terminaron. — Y boom. El segundo balde.

— Si.

— Rumoran que te dejó.

— Así es. — Quería sacarle los ojos.

— ¿Enserio? — Abrió los ojos como platos.

— Si. Es lo que querías escuchar...

— ¿A qué te refieres?

— Me refiero a que necesitabas que te contestara con la verdad para ir a decirles a todos qué es cierto. Que le rompieron el corazón a Sarah Clinton. — Contesté, a decir verdad de un total de cien, estaba un veintidós por ciento, ebria, talvez treinta, pero aún sabía lo que decía. Y su doble sentido. Había bebido antes de salir de mi casa. Tal vez ya estaba más loca y paranoica de lo normal y solo exageraba

— ¿Qué? No. — Soltó ella asombrada. Hice chocar el vaso vacío suavemente contra la mesa.

— Claro. — Mi tono era aburrida.

— No estoy aquí para juzgarte, ni tampoco a él. No vine para hacerte sentir incómoda, solo tengo curiosidad, sabes. Es triste. — Contestó. No respondí nada, solo la miré con cara de "Tranquila idiota, no me di cuenta que esto es una maldita tristeza, gracias por recordármelo"

— Si. Bueno...

— ¿Cómo pasó? — Suelta de nuevo metiéndose en lo que no le importaba. Siendo necia. De alguna manera yo quería decirle.

— Un día despertó y solo me dejó. Se dio cuenta que todo era una farsa y que no me amaba. Entendió que era mejor terminar con todo ésta estupidez de estar juntos. — Le estaba diciendo cosas a quién no debía.

— ¿Así nada más?

— No.

— ¿Entonces? — Preguntó. No le iba a responder. A ella qué demonios le importaba.

El Trío Perfecto.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora