— ¡Dios mío, Nana! Gracias, está delicioso. — Comenta Alanna mientras termina su desayuno, preparado por la señorita Miller. Tenía una cara de excitación en cada mordisco que le daba al Waffles.
— No es nada cariño. — Contesta dulcemente la señorita Miller sentada a la mesa junto a todos los demás. Ella hacía de la cocina, un paraíso para todos en casa.
— Es cierto. —Le digo. — Te lo juro Nana, estos Waffles están más deliciosos que nunca, hoy no sé...le añadiste algo diferente, tal vez algo nuevo y más dulce. — Prosigo devorando mis dos Waffles con roditas de banana y miel, cortándolos con un cubierto y pinchándolos con un tenedor.
— Vainilla. — Contesta mientras se retira hacia la cocina.
Al terminar de desayunar subí rápidamente a mi habitación por mi mochila, el día estaba nublado y una brisa helada entraba por mi ventana. Llevaría mi chaqueta favorita de mezclilla, además, obviamente mis auriculares, así también el cargador de mi móvil, y tal vez algo de maquillaje para retocarme un poco, usualmente he dejado de hacerlo. Últimamente me veo igual con o sin él. Es jodidamente triste.
Había alistado mis libros de la preparatoria ayer por la noche, así que ya se encontraban en el orden respectivo de mi horario escolar para el día de hoy. Tenía las mismas ganas nulas que tenía todos los días, para ir a la escuela. Bajé las gradas rápidamente de dos en dos.
— ¿Por qué usualmente llego tarde a la preparatoria? — Me pregunté a mi misma. — Debes despertar más temprano Sarah. — Pienso mientras hablo conmigo misma pero ya me despierto lo suficientemente temprano. Debo alistarme más rápido y no perder el tiempo con el móvil o distrayéndome con lo que fuera.
Al estar abajo, me dirigí a mi coche y el en transcurso que recorrí las escaleras hasta la puerta principal me despedí con palabras de Nana. Mis padres no estaban. Como siempre. Amie y Alanna ya se encontraban en el coche desde que quité el seguro con el botoncillo en las llaves, desde la ventana de mi habitación. Encendí mi auto.
— ¿Cómo te fue con Adam? ¿Te habló? — Suelta Amie.
Luego de dos segundos al escuchar lo que dijo, retiré la llave de la ranura apagando el coche, provocando que mis hermanas me observarán desconcertadas.
— ¿Ahora qué Sarah? — Bufa Amie de nuevo desde el asiento trasero.
Me mantengo en silencio mientras observo detenidamente la manivela del coche y yo trato de no montar una escena pero se me complica el asunto de manejar esto, estoy pensando en una respuesta inteligente y concreta. Sabía lo que quería decir, debía preguntar. Pero no sabía de qué manera hacerlo, así que lo solté sin rodeos. Además ellas habían empezado a tocar el tema.
— Habla ya. ¿No ves que llegaremos tarde? ¡Otra vez! — Exclama Amie nuevamente sacándome de quicio. Pudo haberse ido en su auto.
— No me apresures. Sabes muy bien que odio que me apresuren. — Suelto seca. — ¿Quién de ustedes dos le dio mi número telefónico a Adam? — Pregunto seria y concisa provocando incomodidad de su parte. Suspiré para alejar los malos pensamientos de mi mente.
— ¡Fue Alanna! — Grita Amie mientras Alanna decía exactamente lo contrario.
— ¡Fue Amie! — Exclama Alanna aburrida apoyando su cabeza en la ventana del auto.
— Puedo estar aquí todo el día. — Contesto impertinente y me cruzo de brazos.
— Fui yo. — Se sincera Amie seca y sin la mínima empatía o intención de disculparse.
ESTÁS LEYENDO
El Trío Perfecto.
Teen Fiction¿Tienen hermanas, o hermanos? Como ya saben la vida con ellos, suele ser un poco frustrante; pero también tiene bastantes beneficios. Hay altibajos como en cualquier familia, hay problemas, hay discusiones y reconciliaciones. Las Clinton, probable...