Alargué la mano hacia el espejo del baño de manera lenta mientras me deshacía de la humedad con una pequeña toalla.
Apreté los labios.
Luego de una ducha con agua caliente, mi cuerpo estaba listo tanto para buenas como para malas noticias. El cuarto de baño se había convertido en un necesitado retiro espiritual. Era mi pequeño espacio para hablar con una persona experta en frustraciones: mi reflejo. Llevaba puesto una delicada pijama de manguillos, el cabello castaño hasta la mitad de mi espalda se encontraba empapado, las mejillas rojizas destacaban bajo aquel claro color de piel, mis ojos color café... y no pudiendo evitar que mi mirada cayera al suelo, llené mis pulmones de aire.
—Bien, Marcella, esta será la segunda y última vez en este mes. Debes detenerte. ¿De acuerdo?—
Susurré, intentando convencerme mientras aguantaba la respiración, apretando los labios y con los párpados cerrados, suspiré.
Aquella apartada habitación de baño estaba iluminada por una amarillenta y brillante luz. Mientras que las largas paredes lucían un color cremoso que hacían juego con la losa blanca que adornaba el suelo. Una elegante y gruesa tabla de madera caoba se encontraba sujetada a la pared de manera horizontal, donde una vasija espaciosa y de un blanco perlado reposaba... un lavamanos moderno en una casa al estilo victoriano.
Mis dedos sujetaron el lavamanos con algo de fuerza. Hace muchas semanas que no me sentía tan ansiosa, la última visita al médico había dado buenos resultados... Luego de ocho años el esfuerzo tenía que haber rendido frutos. ¿O no? La báscula me esperaba a tan solo pocos pasos de distancia. Allí, encendida, con aquellos ceros que me atormentaban.
Inflé mis mejillas y caminando hasta el aparato de muerte, mi vista quedó sobre el contador. Recuerdo cuando mis pies se subieron a la báscula por primera vez. Dos días luego de mi llegada a Londres, mi abuela, Annie Ames, me obligó a asistir a un Endocrinólogo. Doctor con el cual me he estado atendiendo todos estos años, quien me envió a comprar el cucho de muerte y, por supuesto, muchos vegetales. Un día como hoy, 16 de Julio de 2016, hace ocho años me encontraba en un peso de 97.73 Kilos. Pero hoy, un año y medio atrás, me decidí a hacer un cambio...
—¡Ahh! ¡Si! No puedo creerlo, si, lo hice.—
No solo fue por un cambio físico, no simplemente fue por lo que dijeran los demás, muy en el fondo sabía que haría lo correcto y si no corregía mi comportamiento mi cuerpo me pasaría factura en algún momento dado.
Un grito escapó de mis labios sin siquiera ser pensado mientras los números en la báscula se detenían. Un pesado y cálido sentimiento se posó en mi pecho, mis mejillas comenzaron a arder y no pasando mucho tiempo caí en cuenta sobre mi vista borrosa y las pequeñas lagrimas que cayeron por mis mejillas.
Mis manos subieron a tapar mi boca abierta y dando un salto, di un giro automáticamente sobre mis talones. La puerta abrió y corrí por todo el pasillo, escaleras abajo, dando saltos y gritos eufóricos.
—¡Abuela! ¡¡Lo logré!!¡Dios! No lo puedo creer.—
El olor a café recién hecho inundaba todo el primer piso, mi voz opacó los ruidos y desde afuera la luz cegante del atardecer se colaba por los vidrios de las ventanas. Observé a todos lados una vez llegue al último peldaño, no podía dejar de sonreír. Murmullos lejanos se escucharon desde la cocina, y caminando con rapidez, me acerque.
Elegantes muebles a lo largo del camino y fotografías colgadas en sus respectivos cuadros, todo muy organizado. Mi abuela tal vez se destacaba por ser una mujer demasiado organizada. Nada comparado con la desorganización en mi habitación... razón por la cual ella no entraba a menos que fuera estrictamente necesario. Siempre he pensado que es una exageración si me lo preguntan, gracias a Dios mi padre no salió con ese pequeño trastorno.
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...