Capítulo 23

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Cuando la pesada taza de café fue colocada con serenidad frente al plato donde reposaba el desayuno, observé de la manera curiosa en la que Alex me miraba y fruncí el ceño. Las blancas luces de la cocina era lo único que se encontraba encendido aquella mañana, aún no amanecía, y por aquella simple razón la oscuridad se extendía por el resto del apartamento. Alexander entre tanto, lucía los mismos pantalones pijama que la noche pasada quitó de su cuerpo, su cabello se veía alborotado y, aunque quisiera negarlo, sabía que en la posición en la que había dormido, así como lo incómodo del suelo, dejó su cuerpo adolorido.

Hubiera sido fácil imaginarme durmiendo en su cama, despertar y encontrarnos envueltos entre las sábanas, sobre un catre, pero luego de quedar dormida, intuí que no se le ocurrió.

Relamí mis labios, saboreando el jugo de naranja, mientras me aseguraba de acomodar el pequeño vaso de cristal junto a la vajilla. Subí las cejas, y sosteniendo los cubiertos mientras picoteaba el elaborado huevo revuelto, con tocino y tostadas, carraspee para llamar su atención.

—¿Realmente... hablo dormida?—pregunté curiosa, viendo como medio sonreía hacia mi dirección y luego subía las cejas.—Dijiste que no te había dejado dormir cuando desperté en la madrugada.—

—Me esta curioso que ni siquiera Jason te hubiera dado ese pequeño detalle... considerando que es un hábito muy común en ti.—comentó, tomando asiento a mi lado con su pecho todo descubierto, dando un sorbo a su café cargado. Me miraba y parecía... feliz.

—¡Mientes! Es imposible que ninguna persona me lo haya dicho antes.—fingí molestia y sorpresa, masticando a pequeños bocados mi porción de comida.—No puedes acusar a una persona sin tener pruebas.—

—¿Recuerdas esas veces en las que te quedabas a dormir con Caterina?—achiqué la vista, y con una pequeña sonrisa asentí.— Ambas se quedaban en una ridícula casa de acampar dentro de la habitación.—señaló.

—No era ridícula... ten un poco mas de respeto, fue solo una vez y era una casa de acampar que mi padre me había obsequiado, en aquel entonces me encantaba el color amarillo y era amante de la naturaleza.—defendí.—Soñaba con ser una exploradora.—sonreí, escuchando como mi acompañante reía.

—Si, creo que Cata y tu pelearon durante horas sobre si acamparían o no en el jardín, al final Caterina dijo que prefería el aire acondicionado y que no se expondría a los insectos... no es como que con los años haya cambiado mucho.—declaró, apretando los labios, dejando su taza sobre la barra.—Recuerdo que esa noche pasé para ver si verdaderamente estaban dormidas... mamá dijo que me pagaría si las cuidaba, así que fuí y cuando me acerqué murmurabas cosas sin sentido, algo sobre un jardín lleno de girasoles.—

—Dios... eso es algo muy malo... —murmuré traumada, sin perderlo de vista.

—Después murmuraste mi nombre y todo se volvió muy confuso.—añadió con diversión y luego guardó silencio por algunos instantes, llenó sus pulmones de aire y de sus labios salió un suspiro.—Todo era sencillo... en aquel entonces.—

Guardando silencio, sonreí con añoranza y asentí vagamente ante su último comentario. Coloque los cubiertos sobre la servilleta junto a la vajilla y observandolo por algunos instantes, incliné la cabeza hacia un lado, girando lo suficiente sobre la silla hasta quedar de frente a él.

—Ya... debo irme, estoy tarde para ir al trabajo, y aún necesito pasar por la casa de los abuelos por algo de ropa.—expliqué, poniendome de pie, colocando la bolsa sobre mi hombro para luego intentar que la ropa se viera un poco decente.

—¿Realmente no quieres que te lleve? Sería mucho más rápido.—lo vi evaluar mi aspecto con detenimiento, y sus labios hicieron una pequeña mueca.

SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora