Capítulo 14

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Correr detrás de una camilla, luego de haber bajado de una ambulancia, nunca fue mi sueño. En aquel lugar todo era demasiado blanco, muy reluciente, el constante movimiento y las insistentes alarmas a nuestro alrededor, vidas que dependen de alguien más para ser salvadas... una gran responsabilidad.

Había vuelto al mundo, de repente, y prestado absoluta atención a mi alrededor una vez las puertas traseras del vehículo se abrieron con fuerza y varias enfermeras aparecieron a la vista, sacándome abruptamente de mis pensamientos. La opaca voz del paramedico informaba los constantes vitales, así como la situación que habían encontrado, cuando una chica y dos varones de bata blanca corrieron hasta nuestra dirección para ponerse al corriente.

—Hay que darnos prisa, Abbercott.—
Expresó uno de ellos.

—¡Bien! ¡Andando!—
Comentó con seguridad la chica, que con su abundante cabello en una coleta y el estetoscopio en el bolsillo de su bata, ayudó en el cambio de transporte y sostuvo la camilla.

Los vi correr, con demasiada prisa, por aquellos largos y anchos pasillos, no pudiendo evitar irme tras ellos, así como un imán. ¿A dónde la llevaban? ¿Qué harían con ella? No podía perderla de vista, eso era lo que realmente necesitaba. ¿Por qué la alejaban? Pues ella reposaba inconsciente, absorta de todo lo que sucedía. Verla en aquel estado era demasiado abrumador. ¿Quién podría imaginar a Annie Ames en tal estado de vulnerabilidad?

De un instante al otro el peso de una mano, cayó sobre mi codo impidiéndome avanzar. Observé a ambos lados, perdida, desorientada, hasta que unos ojos amables reclamaron atención de mi parte.

—Señorita, no puede pasar, desde aquí nos encargaremos nosotros. Entraremos a un área restringida.—

Escuchar la voz de la enfermera, la cual se había detenido para bloquearme el paso, me hizo sentir impotente y por ende regresé de vuelta a mis cinco sentidos. Mis ojos, impregnados en lágrimas, luchaban por mantener mi visión clara ante la situación... pero era inútil. Los sollozos escaparon de mis labios y la miré con atención.

Per favore... devono salvarla.—
Supliqué, viéndola asentir una sola vez luego de algunos segundos.

No sabía si realmente había entendido mis palabras, o si por compromiso había asentido para poder continuar con su trabajo y correr junto a los demás. Nunca lo sabría, pero lo único que me interesaba en aquel momento era que pudieran salvarle la vida a la mujer que iba en aquella camilla. Está fue llevada detrás de unas enormes puertas blancas y ya luego, la situación se volvió más tensa... pues era allí donde comenzó la verdadera prueba.

Definitivamente mi día había sido una completa locura. Y mientras las lágrimas continuaron descendiendo por mis mejillas, acerque por varios instantes una mano al centro de mi pecho, allí donde dolía, donde había un enorme agujero.

Tomé asiento, en una de las sillas vacías de la sala de espera, echando mi cabello alborotado hacia atrás con desespero, intentando contener el llanto al aguantar el aire por algunos minutos. Pero era prácticamente imposible no perder los nervios. Más de una persona, al igual que yo, esperaba por buenas noticias... aquellas que se tardaban en llegar mientras los minutos seguían pasando con ridícula lentitud.

Dos horas después, recibir al abuelo sin aún tener noticias fue una de las impresiones más grandes por la cual tuve la desdicha de pasar. Pues el hombre de gran humor, aquel de gran sonrisa, llegó acompañado por Logan mientras sus ojos enrojecidos delataban lo mucho que había llorado por el camino. Corrió hasta mi lugar, al tiempo en el que me ponía de pie para recibirlo. Sus brazos rodearon mis hombros en un necesitado abrazo, permitiéndome de aquella manera llorar a gusto.

SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora