Intente, con todas mis fuerzas, mantener la mirada fija en sus ojos, aquellos ojos verdes que observaban con atención el gesto sereno en mi rostro. Aunque la realidad era que no sabía si su silencio significaba un rechazo, mi orgullo se preparaba para ser pisoteado, y el desconocimiento sobre su respuesta formó un pequeño cosquilleo en la boca de mi estómago, mi corazón comenzó a bombear con fuerza, así como también un peculiar ardor en mis mejillas surgió con rapidez, tenía vergüenza y de repente había comenzado a sentirme muy estúpida, mareada, demasiado expuesta y bajé la mirada... arrepentida. Cerré los párpados e internamente me pregunté por qué tenía la boca tan floja. Toda la valentía que había reunido en apenas cinco minutos se había esfumado en tan solo un suspiro, y otra vez volvía a tener nueve años frente a la cosa bonita y extraña.
—Fue un impulso, lo siento, yo... terminaré con la sopa.— me excusé con nerviosismo, viendo a todos lados luego de un pequeño silencio, intentando deslizar mi cuerpo o simplemente ponerme de pie con la intención de quedar sentada sobre el suelo a su lado, pero aquello nunca ocurrió. Sus manos me sujetaron con firmeza de la cintura, impidió que me moviera de su regazo, acarició la espalda baja de mi cuerpo y obligándome a devolverle la mirada, me rodeo por los costados en un abrazo y ofreció una sonrisa hacia mi dirección.
—No... analice bien mis palabras.—intente dar alguna explicación con timidez e inseguridad, volviendo a fijarme en su rostro y en aquella sonrisa picoreta que decoraba su gesto.
—¿Estás segura? Por que... parecías muy decidida hace un segundo.— noté aquel toque burlón en sus suaves palabras.— Estoy seguro de que hace algunos años no hubiera contado con la misma suerte.—
Sus manos vagaron curiosas bajo la tela que cubría mi espalda, al tiempo en el que hablaba, deslizando la yema de los dedos por lo largo de toda mi columna y así sus ojos, que observaban atentos hacia los míos, tomaron un brillo excitante, ansioso y entusiasta. Mi corazón continuaba con su bombeo constante contra mi pecho, y como si supiera que estaba a punto de quedar expuesta, mis brazos se elevaron al aire, permitiéndole de aquella forma el dejarme desnuda de la cintura hacia arriba.
Aguanté la respiración.
Lo vi, recostarse levemente del sofá, como cualquier jugador de póquer que evalúa su siguiente movimiento, y fue entonces cuando su penetrante mirada observo hacia mi cuello, cuando con interés recorrió mis hombros y poco a poco llegó hasta mis senos. "¿Le gustará lo que ve?" En aquello era en lo único que podía pensar y cerré los párpados, nuevamente, intentando mantener al margen todos aquellos pensamientos que degradan la imagen de toda mujer, cuando al instante sus dedos largos rozaron mis pezones, dando un pequeño apretón, un leve jalón, causando que una corriente excitante se hiciera paso hasta mi vientre y me obligara a intentar apretar las piernas.
—No sabemos... lo que pudo haber pasado hace algunos años... no estoy para tus bromas pesadas, Alex... no es un chiste.—comenté con la voz entrecortada, sintiéndolo bordear aquellos montículos en mi cuerpo con delicadeza, lo deseaba, realmente queria mucho más de él, siempre había sido de esa manera, y algunos segundos después sus labios finos chocaron nuevamente contra los míos, sosteniéndome desde la nuca mientras exigía silencio, siendo delicados, intensos, dulces, ansiosos, tajantes, ofreciendo un beso lento, necesitado, posesivo, y aquella respuesta aumentó mi pulso, mis dedos sujetaron con firmeza su camisa, coloqué todo el peso de mi cuerpo contra mis rodillas, tomando altura, y pronto supe que sus manos se habían ubicado en mí trasero.
Lo tomaba con firmeza, lo acariciaba, estaba tanteando el terreno y aquello provocaba toda clase de sensaciones en partes de mi cuerpo que ni siquiera sabía que existían. Y allí estábamos, yo ubicada sobre él, en el suelo, con el torso desnudo, entrelazando mis dedos en su cabello, protegida entre sus brazos, recostados de la parte inferior del sofá mientras peleábamos por el hecho de quién llevaría el control.
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...