Capítulo 21

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Cuando el auto se detuvo, levanté la mirada con rapidez y curiosidad, jugaba con mis dedos entrelazados de manera nerviosa sobre mi regazo hasta que los frenos hicieron que nos detuvieramos en seco, y regresé de nueva vuelta hacia la realidad. Observé a nuestro alrededor descubriendo dos cosas: uno, la noche había caído y dos, seguía lloviendo, ahora, con mucha fuerza. Mi cabello aún se encontraba húmedo, goteaba, y el abrigo que cubría a mi cuerpo estaba helado, toda mi ropa empapada, y aunque se me hubiera ocurrido observar mi reflejo en un espejo para ver mi apariencia, sabía que estaba hinchada, no había podido detener las lágrimas como me hubiera gustado y eso trajo sus consecuencias.

Alexander había guardado silencio durante todo el camino, tal vez muy concentrado en cada uno de sus pensamientos... así como yo, y observé en aquel instante cómo su mano se acercó hasta la calefacción, apagandola, y luego de eso, hizo que el motor del auto dejará de ronronear. Giró, hasta encontrarse con mis ojos, y viéndome con mucha tranquilidad, apretó los labios de forma pensativa o simplemente como si le costara pronunciar las palabras.

—Vayamos al apartamento, haré que tomes un baño.—Comentó resignado, sin siquiera dejarme responder, bajó y rodeando el auto hasta alcanzar mi lado, ofreció su ayuda, logrando sostener mi cuerpo de pie.

—Tengo... las piernas entumecidas.—agregué con dificultad luego de unos segundos al carraspear para despejar mi garganta.

Evitar estar cerca de él era una tarea que en estos momentos era prácticamente imposible. Pues su mano firme se aferró a mi cintura mientras nos hicimos paso rápido hacia el elegante edificio, el cual nos esperaba con alegría a tan solo unos metros de distancia. Mis dientes comenzaron a castañear ante ese nuevo contacto con la lluvia y sintiendo como comenzamos a movernos con velocidad, dejé escapar el aire, desesperada por cubrirme. Todo era tan helado... tan triste, tan inexistente. 

El tibio aire de la recepción nos dió la bienvenida, mientras las puertas corredizas se desplazaban hacia ambos lados, y pudiendo observar como los arrugados ojos del caballero de seguridad se abrían con asombro ante nuestra llegada, abracé a mi cuerpo para que no se cayera en pedazos.

—¡Señor Russo! ¿Esta bien? ¡Señorita Marcella!—Sonó realmente preocupado y aquello logró que cerrara los párpados por algunos instantes.

—Todo está bien, Winston, solo necesitamos llegar al apartamento, Marcella esta helada.—
Respondió Alex, mientras nos acercaba hasta el elevador con evidente prisa.

—Cualquier cosa que necesiten no duden en dejarme saber.—añadió éste.— ¿Seguros que todo está bien? La niña Marcella tiene los labios morados.—

—Si... yo me ocuparé de eso enseguida. Cualquier cosa no dudaremos en comunicaremos contigo.—

Las palabras dichas por el hombre italiano a mi lado fueron pronunciadas con aprecio, cariño y mucho agradecimiento hacia el caballero de abundantes canas, pero este parecía reacio a creerlas.

—Descuida, estaré bien.—interrumpí, logrando que ambos hombres me miraran, y murmuré hacia el viejo hombre, intentando ofrecerle una sonrisa confiada mientras lo veía fruncir el ceño no muy convencido.

El delicado sonido del elevador indicó su llegada, las puertas corredizas se desplazaron y dejándome llevar entre los brazos de Alexander, observé la mirada preocupada de Winston Perbenton una vez estuvimos preparados para marcharnos. Alex, acercó la mano e indico el piso correspondiente en el tablero, y aferrándome a su cuerpo, pude percibir la necesidad en aquel agarre que en estos momentos no sabía exactamente qué clase de sentimiento producía en el centro de mi pecho.

—Buscaré entre la ropa de Caterina, debe tener algo para que te abrigues.—
Murmuró, acercando sus labios hasta mi cabeza, una vez estuvimos solos.

SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora