Coloque las manos en los bolsillos tibios de mi abrigo, mientras caminaba lentamente por las carreteras de Londres, observando de manera curiosa hacia los escaparates de las tiendas donde más de una prenda llamo por completo mi atención, pero no lo suficiente como para que dejara de pensar en mis problemas o en los que no son míos. Era sábado, y el reloj marcaba la hora del almuerzo cuando agotada, solté un suspiro y dejé caer los hombros con cansancio.
No había podido parar de pensar en todo lo ocurrido con Agatah , sus supuestas intenciones para ayudar a Alex, sus consejos sobre no confiar en ella o simplemente que se portara tan amable con Jessica y conmigo, nada de eso encajaba. También estaba preocupada, no sabia nada de Leonor, y si todas las palabras de la rubia eran ciertas, tenia motivos para estar ansiosa. ¿Qué tan mal podría estar la madre de Caterina en estos momentos?
Cerré los párpados y cayendo en cuenta sobre lo agotador que era todo aquello, maldecí internamente. No encontrar soluciones lograba que mi nivel de estrés aumentara en cantidades exageradas. Mordisquee mis labios, y sintiendo como era removida delicadamente por mi brazo, observé hacia mi derecha con rapidez.
—¿Estas prestando atención a lo que te digo?—preguntó Logan, subiendo las cejas.
Lo miré por algunos instantes, considerando mentirle por el hecho de haber olvidado por completo su presencia, pero mis labios se estiraron en una pequeña sonrisa llena de disculpas y me aseguré de negar lentamente con la cabeza para contestar a su pregunta.
—Lo siento, estoy distraída.—susurré.
—Si... lo he notado.—soltó un suspiro, y protegiendo las manos dentro de su abrigo, volvió a mirarme con mayor atención.—Si me llamaste... es por qué necesitabas hablar con alguien. A menos que solo buscaras compañía, y si es así puedo invitarte un cafe.—sugirió, señalando de manera disimulada el pequeño establecimiento a tan solo unos centímetros de distancia.
La diminuta cafeteria lucia acogedora, considerando el frío invernal que nos azotaba en el exterior. Logan sonrió con un poco mas de confianza y lo pensé, por escasos instantes, asintiendo una sola vez con mucha seguridad.
—De acuerdo.—acepté, comenzando a caminar a su lado, olfateando el aire al estar muy cerca de la entrada.—También deberías comprarme algunas rosquillas, ya sabes... de esas que traen mucho glaseado.—
—Una cajita, para ti y para mi.—estuvo de acuerdo, abriendo la puerta para dejarme pasar, cuando mi rostro contrariado lo hizo detener el paso justo detrás de la cola para el pedido.— O, ¿no?—
—No, una caja para mi... y otra muy diferente para ti.—aclaré, escuchando su risa ahogada.—¡No es gracioso!—me quejé.—Alexander y Nana me tienen en una dieta demasiado rigurosa, no sé de qué manera negarme a sus pedidos. Y seamos honestos, ni siquiera he tenido la primera cita oficial con el ginecólogo. ¿Que pasará después de eso? ¿Me encerrarán en una habitación acolchonada?—
Sus labios se apretaron, pensativamente.
—Bueno, llevas a su bebé en tu vientre y tu abuela al parecer está muy emocionada, no es para menos.—los excusó.
—¿Estás defendiendo a Alex?—abrí los ojos, impresionada, girando el rostro para no perderlo de vista.
—No lo defiendo... yo solo digo que...—aguardó, tomando un poco de aire para luego encogerse de hombros.—Cualquier hombre en su posición estaría cuidándote igual, y si no lo hace es un estúpido.—murmuró, evitando mirarme a los ojos.—Ya en el caso de Annie... ella siempre ha sido sobre protectora contigo, no se porque te sigues impresionado.—
—Será por que su sobre protección evoluciona con el paso de los años, es algo muy serio.—sonreí con burla, intentando obviar su mal carácter hacia Alex, guardando silencio al llegar al área de pedido, dejando que Logan ordenara.
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...