Lo miré por millonésima vez y me pregunté si realmente estábamos haciendo lo correcto. Tal vez cuando lo mencionó hace unas horas pensé que no sería mala idea, presentarme como la nueva señora Russo, pero ahora, estaba analizando los pro y los contra de aquella incomoda situación. Alessia Sachetti miraba nuestras manos entrelazadas y cierta bruma oscurecía sus ojos, como si estuviera imaginando cosas que claramente no sucederían. Como por ejemplo: que su hija se levantara de entre los muertos y se quedara con Alex, aunque aquello significara prohibido y fuera el inicio de un escándalo incestuoso.
¡Pero de que habló! ¡Si ya era un escándalo!
—Puede tomar asiento... señora Sachetti.—comentó Alex, señalando hacia la elegante mesa de comedor frente a nosotros.
Daniela fue la viva imagen de su madre mientras estuvo con vida, para suerte de Diego, pues el brillante cabello casi rubio en largas y lindas hondas tras su espalda era prácticamente el mismo. Su rostro perfilado, su diminuta nariz y aquellos labios que con un poco de bálsamo los hacía ver brillantes y delicados. Era una mujer muy elegante, vestida con telas caras y abrigos de piel. Las botas de tacón le daban más altura y aunque no lo fuera en estos momentos de su vida, podías intuir con seguridad qué hace algunos años fue una modelo muy reconocida y respetada. Aparentemente, su hija quiso ser igual a ella.
—Pensé que al final no querrías hablar conmigo...—admitió la mujer, dando algunos pasos hasta quedar tras la silla, tomando asiento sin dejar de mirarnos con la misma intensidad, el mismo anhelo y el claro deseo de ser testigo de esta historia desde otra perspectiva.—Me refiero a que... cuando vine a buscarte no supe nada de ti, Morgan no quería...—
—No me malinterprete... pero no accedí a verla por placer.—zanjó Alex, interrumpiéndola, apretando levemente la mandíbula de manera pensativa.—Las cosas... han pasado muy deprisa, y sabia que en algún momento iba a tener que hablar con usted. Así que preferí acabar con todo de una vez.—
La vaga sonrisa de la mujer frente a nosotros me hizo bajar la mirada por algunos instantes, y sintiendo como Alexander colocaba su mano sobre mi espalda baja, di varios pasos y tome asiento a su lado... allí frente a la esbelta fémina ante nosotros.
No pude evitar sentirme evaluada, comenzando por mi manera de caminar, de comportarme o hasta la manera en la que guardaba silencio o erguía mi espalda. En realidad, no había sentido el peso de mi anillo de matrimonio hasta el instante en el que aquella mujer apareció. Pero había algo en ella, algo que me hizo mantener el contacto visual en todo momento, mas por la curiosidad de intentar descifrar los miles de sentimientos que se resguardaban tras aquella mirada que por miedo.
Hubo un instante en el que todo lo que estuvo presente entre nosotros fue un breve silencio, donde jugué con el pesado aro alrededor de mi dedo y Alessia Sachetti tomó aire con valentía, aceptando que su presencia no era tan deseada como pensaba.
—Me parece bien.—aceptó. Colocando el bolso sobre sus piernas, allí entre la mesa y su cuerpo delgado, sin dejar de sostenerlo con fuerza. Nos miró y pareciendo mas atrevida, susurró.—No sabia que desearas casarte con Marcella... considerando todo lo que esta ocurriendo, claro.—
—Limitémonos a hablar sobre lo que la trajo hasta aquí... ya que... no tengo por qué darle explicaciones acerca de mi vida. ¿O si? Suficiente con que sepa que Marcella es mi esposa, no hay que entrar en más detalles.—Alexander habló de manera automática ante el tono venenoso con el que llegó el mensaje.
—¿Le molesta?—pregunté de repente, abriendo un tanto los párpados hacia Alessia con curiosidad.—Que sea yo la que este casada con Alex y no Daniela.—aclaré, medio apretando los labios en una sutil mueca.
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...