"Todo o nada, Bella."
A veces las cosas solo suceden... pasan de manera inesperada. Dejas que las verdades fluyan, que brinquen fuera de tus labios por qué simplemente es lo correcto, sintiéndote más libre, lleno de esperanza y buen humor, la carga en tu corazón disminuye. El miedo huye, ya no hay tristezas, enojos o corajes. El momento se define como perfecto, cuando compartes tus sentimientos, sin ser juzgado, sin ser señalado y son capaces de ver el verdadero valor que posee tu alma.
Alexander Russo se había encargado de abrir una ventana, una por donde lanzaríamos las cargas pesadas que nos impedían continuar nuestro camino. Entrelazo nuestras manos, aunque las suyas estuvieran temblando sin control, me sujetó de la cintura y me hizo sentir la criatura más importante frente a aquellos ojos verdes que siempre habían movido mi mundo.
¿Qué es el amor?
Me lo había preguntado en muchas ocasiones, intentando descubrir la realidad tras mis propios sentimientos de coraje e impotencia por tan solo pensar en una ilusión no correspondida. Pero una vez más, el destino me tomó por sorpresa, me enseñó que no todo es lo que creemos, y cuando somos débiles... es cuando vemos nuestra verdadera fuerza.
La habitación frente a mis ojos no era lujosa, no había una ropa de cama de seda, no era exageradamente amplia, no habían cuadros finos o sofás sin sentido... dentro de mi mundo aquello era la definición de perfecto. Era un cuarto, una cama, tres ventanas al fondo y unas largas cortinas blancas. Las velas simplemente iluminaban todo a su paso, los pétalos arrojados sobre el cobertor sin ningún aparente significado más que el obvio, mi presencia y la del hombre junto a mi.
—Está noche será solo para ti y para mi.—volvió a susurrar cerca de mi oído, dando vagos besos por mi cuello, haciéndome sonreír llena de dicha.
—¿Tú y yo? ¿nosotros?—
—Tú y yo, bella. Nosotros.—
Mi visión se vio empañada por unas lágrimas que cargaban mil emociones, el corazón desbocado, y cuando fui consciente, las manos de Alexander acariciaban con lentitud el área de mi cintura y sus dedos recorrían mi abdomen por debajo de la protección de la blanca camisa que aún llevaba puesta. Sentía el leve bulto que se acomodaba entre mi trasero, aquel que sabía que había provocado con mis acciones y cómo sus besos bajaron sin control por mis hombros.
¿Alguna vez las han hecho sentir queridas, protegidas... amadas? Podía decir con seguridad que se trataba de mi primera vez y era increíble lo que cinco palabras eran capaces de provocar en todo mi ser.
Giré sobre mis pies, lentamente, viendo sus ojos verdes, sinceros y brillantes que me miraban como si no existiera algo más bonito, y le sonreí, sintiendo como sus dedos limpiaban las lágrimas en mi rostro con el mismo cariño que tocarías a alguien delicado. Sostuve el dobladillo de su camisa de algodón, y estirando el cuerpo con la punta de los dedos de mis pies, exigí un beso, uno donde le transmitía paz, seguridad, donde sin palabras le decía que todo iba a estar bien, que yo estaba allí con él... todo lo que me había pedido desde el inicio.
Sumisión
Paz
Amor
Confianza
Seguridad
Volví a mi lugar, deslizando la tela por lo ancho de su torso, viendo cómo subía los brazos y me permitía en silencio desnudarlo. Sus hombros lucían tan amplios como su espalda, la firmeza en los músculos de sus brazos, su pecho duro, pulcro, su abdomen plano y la ligera uve que abría paso a su masculinidad debajo de aquella tela del pantalón.
ESTÁS LEYENDO
SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...