Observé al señor Davidson con atencion, y de repente entendí que había dejado de estar presente para ellos. Nada tenía sentido. ¿Exactamente de qué estaban hablando? ¿Qué tenía que ver Caterina en todo esto? ¿Un Juez? El conocimiento de que Diego Russo pudiera hacerle daño a Alexander logró que el vello de mi cuerpo reaccionara ante el temor y la angustia de lo que aquello pudiese significar.
¿Qué le sucede a esta familia... a la mía, incluso a los Davidson? Me alejo ocho años intentando volver a unir las piezas rotas de mi personalidad y ¿ pierden la poca cordura que aparentaban tener?
Bajé la mirada de forma pensativa, y en el momento en el que intenté alejarme lo suficiente para ser visible para ellos, la mano de Alexander, que aún se encontraba aferrada a la mía, lo impidió al dar un leve apretón que no dude en devolver. Su enorme espalda me protegía, de cualquier situación que ocurriera o de palabras que no quería que escuchara, pero para mi gusto... ya habia escuchado demasiado y sentía que no era suficiente.
—¿Es que acaso usted sabe algo de lo que él pretende hacer?—Exigió Alexander, sin dejar de observarlo con atención.
La mirada del señor Davidson fue segura, al tiempo en el que achicaba la vista ante la pregunta escuchada y medio sonreía de manera sarcástica, negando a ambos lados con su cabeza para entonces dar algunos pasos hacia el frente, cruzando los brazos sobre su pecho, mientras nos hacía retroceder. Y ahí estaban sus ojos, parecía cansado, y a pesar de que la edad que aparentaba era aquella de un señor con buenos años de ventaja, esta lo hizo parecer demasiado agotado.
—No, no tengo la menor idea de lo que pretende... pero de lo que sí estoy seguro, hijo, es que no puedes escapar tan fácil de la situación. Una vez leas los papeles estoy seguro de que comprenderás mis palabras.—contestó con tranquilidad hacia nuestra dirección.
—¿Y entonces qué? ¿No hago nada? ¿Simplemente dejo las cosas como están? ¿Ese es su gran consejo, Davidson?—la voz de Alex fue mucho más seria en esta ocasión, incluso hasta desesperada.
Asomando levemente la cabeza, en la puerta de entrada, observé a Berenice Davidson cubrirse el cuerpo con los brazos mientras se acariciaba la piel con intenciones de sentir un poco de calor ante el frío de la noche. ¿Ella tambien tendria conocimiento sobre lo que estaba ocurriendo? Se aferró al brazo de su marido y evitando tener contacto visual conmigo se concentró en la plática que surgía en aquel instante entre aquellos dos hombres.
—Mi consejo es que intentes arreglar tu rostro antes de que sea tarde, ya Berenice habló con Alessandro Moretti, está interesado en el caso y Caterina se ha mostrado abierta para ayudarlo en todo lo que surja, te seguiré ofreciendo ayuda en lo que pueda... jamás olvidaré el favor que tu hermana hizo en algún momento por nosotros, pero no puedo hacer movimientos que me delaten, si hago que Diego Russo se revele contra mi... entonces no tendré una manera segura de ofrecerte más información.—
¿De qué puñetero favor hablaban? Fruncí el ceño, molesta, sin poder evitar dar un fuerte apretón a la mano de mi compañero exigiendo atención. Una bocanada fue liberada de su cuerpo y sus hombros cayeron con suavidad al demostrar un poco el desespero y el cansancio que intentaba contener.
— Será mejor que me vaya.—
—Alexander... —el murmullo del señor Davidson lo hizo detenerse y dirigir hacia él una mirada interrogativa.— Confía en Moretti, es muy buen abogado, sabra como ayudarte.—
—Cualquier otra cosa en la que podamos ayudarte... por favor, ten la confianza de buscarnos. Confío en que todo saldrá bien.—un murmullo maternal sustituyó la voz de Davidson y cuando pude fijarme en la mirada preocupada de Berenice sentí un leve nudo en el estómago.
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...