Epílogo

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¿Realmente estoy lista?
Por: Caterina Russo

Observé con atención hacia el techo de la habitación, intentando pensar en algún ejercicio mental para poder caer dormida cuando con molestia, cerré mis ojos y luego hice las sábanas hacia un lado, sentándome en la orilla de la cama mientras acariciaba mi rostro con frustración. El reloj marcaba las dos de la madrugada, tenia insomnio, y mientras observaba la amplia habitación que hace unos meses fue de Marcella, note lo vacía que se encontraba aquella noche. Ya no había libros, no había ropa, los cajones estaban vacíos e incluso el baño estaba demasiado limpio. Seguramente Annie aún sufría la ausencia de su nieta.

La cómoda frente a la cama estaba despejada, tan solo cargaba algunos instrumentos para el cabello y una caja amplia llena de productos de maquillaje que yo misma había insistido en traer conmigo. Dos vestidos habían sido colgados en las puertas del closet durante la tarde, evitando así que se arrugaran. Uno blanco, de largas telas de encaje, y otro dorado, uno para la novia y por consiguiente el otro para la dama de honor.

Sostuve el móvil, y soltando un ligero suspiro volví a arrojarlo hacia la mesa de noche, poniéndome de pie mientras mi cabello caía hacia mi espalda con suavidad. No había logrado pegar el ojo, y es que desde que habíamos regresado de Italia aquella era la primera noche que dejaba en la soledad de mi apartamento a Leonor Russo. Papá estaba lejos, o eso creía, y la desesperación de que volviera a ocurrir otra situación con él lograba que mis nervios se crisparan. No sabia en qué momento iba a poder tener una salud emocional lo bastante estable como para no pensar en ese sujeto o al menos para no pensar en todas las cosas malas que sucedieron y de todas las que nos pudimos librar a tiempo. Intenté recordar por qué había aceptado quedarme a dormir aquí en primer lugar, y era que pasaría el día rodeada de Marcella y Annie, que hasta su madre llegaría de Italia y todas tendríamos un día de chicas, lo cual no sabia si mi madre pudiera soportar.

Mordisquee mis labios, acerqué una mano hasta tocar la pulcra tela blanca, y escuchando algunos gritos en el exterior, fruncí el ceño y me acerqué con lentitud hasta la ventana, curiosa, observando desde la altura dos siluetas frente a la casa continua.

—Sube a tu cuarto, ahora. No quiero hablar contigo en este momento.—la voz de Amalie Clarke fue la primera que distinguí, viendo como el chico frente a ella iba directo hacia la puerta de la casa, desapareciendo, mientras otra figura masculina descendía del auto estacionado frente al cuerpo femenino. Mis ojos prestaron mas atención, y cuando fui capaz de reconocer a Logan Clarke, éste abrazaba al cuerpo de su madre con mucha firmeza.—Estoy preocupada por ustedes, no puedo soportar esto.—mis dedos quitaron el pestillo de la ventana y abriendo con suavidad hasta dejar un espacio por donde fluyera el aire, escuché ligeros sollozos que por algún motivo desconocido, me hicieron entristecer.

—Solo hay que apoyarlo, buscaremos la manera de que todo este bien. Lo prometo, tienes que confiar en mí.—respondió, sin dejar de brindarle seguridad a través de un abrazo. Aparentemente, aquello no fue suficiente para que la mujer se alejara de su hijo, limpiándose las lagrimas que aun continuaban bajando por sus mejillas.

—Mañana es el ensayo para la ceremonia de Marcella. Te esperaré en el restaurante.—zanjó la mujer, dando un giro sobre sus talones hasta subir el primer peldaño que daba hacia la puerta principal de su hogar.

—No creo que yo vaya...—

—Le dije a Marcella que irías... es hora de que la sueltes de una vez Logan. Te mereces mucho más que sufrimiento en tu vida.—

—Y quien dice que estoy sufriendo. Espera, mamá, por favor.—observé como con algunos pasos, logró sostenerla de la mano, haciéndola girar lo suficiente para que esta volviera a mirarlo.

—Hueles a alcohol, a cigarros y a que has tenido una noche igual de agitada que Nicholas. ¿Quieres que deje de preocuparme? Comienza a comportarte como un adulto. Acepta que necesitas soltar cosas que no están bajo tu control. Te quiero lucido en ese restaurante, hoy a las seis de la tarde... y no te retrases, quiero que vengas por nosotros.—

Observé como alguien recibió a Amalie Clarke en la entrada de su casa, cómo el eco de la puerta retumbo en la calle y cómo Logan Clarke había quedado sin palabras por las contundentes palabras de la mujer que le dio la vida. Tomé aire, miré a todos lados y sosteniendo el abrigo mientras lo colocaba sobre mi cuerpo, bajé las escaleras hasta el primer nivel. Sostuve el picaporte de la puerta y viendo mis pies desnudos, desistí de la idea de dejarme en evidencia. Corrí hacia la sala, y haciendo la cortina de la ventana a un lado, noté como el auto era encendido y luego de unos segundos desaparecía al final de la calle.

Mi corazón se sacudió con tristeza, y deseando ser tomada en cuenta, pedí a Dios en silencio por una oportunidad. Porque todo corazón bueno... merece tener sueños perfectos.

SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora