—¿Estás segura de que todo está bien, Marcella?—
La voz preocupada de Isabella Ames en el auricular del celular me hizo sonreír levemente al tiempo en el que cerraba con tranquilidad la puerta de la habitación de Annie tras mi espalda. Aquel extraño sentimiento que invadía a mi pecho cuando escuchaba la voz de la mujer que me dió la vida me recordaba lo mucho que los echaba de menos, a ella, a mi padre, a mi hermano, y a Italia.
—Sí, mamá, todo está mejor ahora. Ya mañana le darán el alta a Nana y volveremos con ella a la casa. ¿Puedes informarle a papá? El abuelo me dijo que no ha podido comunicarse con él.—
Contesté, viendo sin interés a ambos lados del enorme pasillo del hospital.—Si... hoy ha estado un poco más atareado de lo normal, tengo miedo de que el trabajo me lo siga consumiendo.—murmuró para sí misma luego de suspirar.
—¿A qué te refieres con eso? Pensé que todo estaba bien en el trabajo, papá no ha mencionado lo contrario en las ocasiones en las que he hablado con él.—expliqué, frunciendo el ceño de manera automática.
—Es un... poco complicado, Marcella.—respondió.
—¿Es un poco complicado? ¿Eso qué significa? ¿Necesitan que esté con ustedes? ¡En estos momentos puedo tomar un vuelo directo a Italia si así me lo piden!—mencioné con seguridad en la voz mientras daba algunos pasos para aminorar el frío.
—¡No! ¡Por supuesto que no vas a hacer tal cosa! Cuando tu padre no lo pueda manejar más, yo seré la primera en comunicarme contigo. ¿Puedes confiar en mi?—
Me detuve, y vi hacía el vacío preguntándome qué podía estar mal. Hace algunos años que no veía a mi familia, por distintas cosas de la vida, o en realidad porque ya ellos no tenian practicamente tiempo para visitarme o porque mi falta de confianza me frenaba de manera escandalosa para dar una rápida visita a la que fue mi hogar. Y allí nuevamente mis pensamientos daban rienda suelta hacia la familia Russo. ¿Qué demonios estaba ocurriendo? ¿Qué diablos era tan malo como para que Diego Russo no quisiera saber de su hijo? ¿Qué estaba mal con ellos para que incluso mi padre se viera afectado?
—Siempre confio en ti, pero igual no te prometo nada. Averiguare que está pasando, si ustedes no me dicen nada... yo misma llegaré al fondo de todo esto.—aclare ante su silencio.
—¿Qué quieres decir?—añadió con un temor notable.
—¿Qué quiero decir? A lo que me refiero es a que papá me llamó hace unos días pidiéndome de favor que acompañara a Alex a una cena con un tal señor Davidson y a que algunos días después Diego Russo fue directamente hacia las empresas Romanov buscandome a mi para que me hiciera cargo de su campaña publicitaria. ¿Por qué tendría yo que hacerme cargo de una campaña publicitaria para los Russo? Sin mencionar que al parecer ni siquiera quiere ver a su hijo en pintura, Caterina y Alex cuando escuchan su nombre se les transforma el gesto. Y para terminar de completar el cuadro, me acabo de enterar por ti que papá está pasando dificultades en su trabajo con Diego Russo. ¿Te parece poco?—murmuré, dando algunos pasos para alejarme de la habitación donde no solo se encontraba Annie Ames descansando como se le había sido ordenado sino que Alex se encontraba allí en una charla muy animada junto con ella.
—Marcella...—
—Nada de Marcella, madre. Quiero respuestas, si la familia Russo se encontraba pasando por dificultades no es algo que tuviera que ver directamente conmigo, así que no tenía porque interesarme, pero si todo esto está afectando a papá, a mi familia, está más que claro que no me quedaré viendo desde la distancia.—zanjé, cerrando los párpados por algunos instantes para luego soltar una pequeña bocanada de aire.—No te pondré en aprietos... avisale a papá de que Nana está en mejores condiciones, yo me encargo de lo demás. Cuidense.—
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SUEÑOS OLVIDADOS © | SL #1 - COMPLETA
RomancePRIMER LIBRO DE LA SERIE "SIN LÍMITES" A los nueve años, Marcella Ames conoció lo que era el amor sin siquiera ser consciente sobre el enorme significado que poseía aquella palabra. Se preguntó a diario, ¿Por qué no era capaz de llamar su atención...