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¡It's Friday!

V-I-E-R-N-E-S.

Viernes, viernes, viernes de viernes. Y viernes significa de todo.
Y todo es todo, es todo como viernes que viernes es todo y todo es viernes.

—¡Caroline! –me gritaron desde la puerta.

—¿Dennise?

—Open my the door, bitch! / Abreme la puerta, Perra.

Entonces comenzó nuestro día.
Desayunamos licuados y jugos que ella sabía hacer y desde hace mucho. Además de frutas y waffles con nutella. Todo eso vino en el bolso más grande que vi en mi vida, de estampa animal-print, que cargaba Dennise en ese momento, además de su tranquila bolsa de mano.

A las once de la mañana aún en Escocia, salimos del hotel en donde me hospedaba, después de darme un súper súper baño.

Dennise, manejaba por el centro de Glasgow mientras hablábamos sobre que tal habíamos estado estos últimos días.

Yo llevaba conmigo sólo mi celular y había olvidado de buscar alguna chaqueta con la cuál me hubiera cubierto del frío.
El estadio en donde se jugaban el primer turno de las semis era el Emirates Arena, que estaba cerca de un río o un pequeño Golfo, de allí provenía el frío más helado. Y en una temporada en Inglaterra en donde el frío está comenzando, no es muy lindo andar sin abrigo.

Me había colocado un vestido en negro, el más oscuro que había encontrado en la tienda de Carolina Herrera, de mangas a partir de los codos un poco sueltas, y unas zapatillas en blancas que dejaban al descubierto todas mis dos piernas.
Hacía mucho no llevaba esos tipos de conjuntos por que hacía aveces demasiada calor.

Pero al parecer Dennise ya estaba acostumbrada al clima. Además de no haberla visto nunca en los tres años que nos conocemos en Jeans.

Me sorprendió no haber recibido un mensaje de Martín, pero aún así lo entiendo.
Aún que no se molestó en saber si había llegado bien o no del vuelo de España hasta ese lugar.
Dado que yo le había aclarado que llegaba el viernes a la mañana y no anoche a la noche.

Pero ya no importaba, Dennise era inglesa y quería ver tenis.
Y el tenis de Murray.

Nos sentamos en el lado izquierdo, cerca del público argentino y de los periodistas.

La ceremonia comenzó a las 12:30, con himnos y banderas. Después comenzaron a calentar.

Dennise preguntó por Martín.
Le había contado un poco cuando estaba en Manhattan. Y se habría sorprendido.

Aunque hoy no era la excepción, Dennise me conocía desde hace tiempo y sabía mi estado de ánimo.

El primer set se lo llevó Murray junto al Tie-Breck. Hasta ese momento todo marchaba bien.

Pero fueron no más de 50 minutos.

El capitán argentino observó mi presencia en él estadio y no hizo  ningún tipo de gesto, pero tenía uno que lo cargaba del tercer set, enfado.

El segundo set lo ganó Martín.

Pero al tercero iba el cambio de lugar.

Y me observó, nuestras miradas se conectaron.

Y me enojé, más de lo que estaba.

Le comenté algo a Dennise y ella me apoyo en todo.

Me recomendó que esperara un poco, no más de veinticuatro horas y que observará si el hablaba, o si al menos tenía intenciones de afrontar lo que teníamos en frente.

Al instante hice que se callara.

Dennise afronta muy bien las experiencias de este tipo, tal vez por eso es que está sola.
Pero a veces se coloca en un posición aveces muy defensiva.

Guido Pella se acercó hasta donde me encontraba y me pregunto si quería bajar al vestuario, que Martín se iba a cambiar y necesitaba hablar urgente conmigo.

Dennise sonrió triunfadora al escuchar en español al argentino, pero no.

—Habrá más tiempo después. –le anuncié y el árbitro ordenó sentarse al estadio y hacer silencio.

Dennise me lanzo una mirada indiferente.

—¿Por que no has aceptado?

—No era que no entendías español.

—Que no sepa hablar bien no significa que no lo entienda –y me lanzo el cabello que tenía para el lado derecho hacía el izquierdo, produciendo que chocar con mi piel y que me doliera el impacto.

—Vez que la perra no soy yo. –ella rió fuerte y me tuve que bancar un testamento de por qué no había aceptado.

En la mitad del tercer set, una rubia un poco baja, se acercó hasta Martín y le dejó un par de frutas. Obviamente le agradeció, pero además este le dijo algo que a ella le producío una sonrisa.

Bueno.

Hasta el momento íbamos bien.
Después Murray le ganó el tercer set y la serié de estiró a un 2-1 a favor del británico.

Mentalmente insultaba a la rubia que no le quitaba la mirada y a cada segundo que Martín iba al banco la rubia se le notifica colocaba al costado, promocionando su trabajo.

De vez en cuando envidiaba a la mujer de Andy que se encontraba al frente de las tribunas Argentinas, a ella no se le movía un cabello ya que detrás de su esposo había una morocha, la diferencia era que Andy ni miraba a la morocha.

Y me molestaba.

El cuatro set lo ganó Martín, colocando la serié igualadas en 2.

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J.M. Del Potro ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora