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Arthur (multimedia) camino a la mañana junto a mi, conociendo un poco Argentina y sus lugares, sus costumbres.

Y como lo conocía bastante bien.
Me di cuenta que le sucedía algo y no me lo decía.

—Ha de ser el viaje…

—¿Te puedo hacer una pregunta?

—Aja

—¿Ya conocías a mi hermana?

—Algo así

—¿Me quieres explicar?

—Yo estaba de viaje cuando la conocí, estaba jugando voley.

—Ah ¿Nada más?

—Hay un poco más.

—Dime

—Debes esperar un poco para saber eso…

—¿Cómo?

—Que no se cómo explicarlo y es mejor que esperes un poco.

—¿SALISTE CON ELLA? –le grité tratando de saber sus códigos.

—No. No salí con ella, es otra cosa.

—¿Seguro?

—Así es.

—¿Es de importancia?

—Prefiero no contestarlo.

—Arthur.

—Simplemente no te lo puedo decir.

—Arthur, siempre hablaste de confianza.

—Lo se, pero no puedo.

—Es hora de volver, entonces.

—Caro, no te enojes –dijo mientras sostenía mi brazo derecho pero aún así seguíamos caminando.

—Pues ya me enojé.

El camino a casa, fue cayado.

Y casi sin respirar por mi parte.
Pero tal vez yo era la que fallaba allí.

El sábado y el de domingo visitamos Rosario y parte de la familia de mamá.

Conocí a una nueva integrante de la familia. Carla. Hija de una de mis tías. La pequeña es recién nacida con apenas tres semanas.

Para el lunes volvimos a Buenos Aires.

—¿Cómo va Madrid? Vi que visitaste el Vicente Calderón.

—Si, jugaba el Atlético contra el Madrid, partidazo. Y Madrid ahí, como siempre un poco pesado, pero me encanta su arquitectura, así que por el momento pertenezco allí.

—Que bien Caro. Me gusta que avances. –comentó ella mientras tomábamos asiento.

—Gracias Lu. ¿Cuándo salimos? Mira que ya no me queda mucho para irme.  –le dije cuándo Arthur no estaba cerca.

—¿Cuándo te vas? –preguntó automáticamente Luciana.

—Para el lunes. –calculé yo

—Después pasame las fotos del viernes –me pidió mientras sacaba su celular y yo comenzaba a buscar el mio.

Como recordé que lo había dejado en la habitación donde dormía Arthur.

Entré despacio, y caminé hasta entrar por una segunda puerta y ver a Arthur y mi celular del otro lado de la cama.

—¡Caro me estoy cambiado! –dijo Arthur al segundo que entré.

—¡Casi me matas de un susto! –le dije y me tape los ojos, apenas llevaba un boxer y su pantalón recién estaba por debajo de sus rodillas.

—Sólo necesitó mi celular –le dije y no escuché respuesta– Arthur ¿Arthur?

—Espera un segundo –comento en un susurro y escuche el ruido que se parecía a un cierre de un pantalón– ya puedes verme…

—Ok… –y lo observé– ¿Me lo alcanzas?

Y lo observé el doble.
Mientras se recostó sobre la cama boca abajo y se estiró sobre ésta hasta la mesita de luz y tomó mi celular.

Hasta eso pude observar, su altura a través del costado de la cama de dos plazas y media, sus glúteos formados dentro de unos pantalones un poco apretados en azul, y su espalda descubierta, dejándome impresionar ante su color dorado o un color bronceado muy especial.

—Aquí tienes… ¿Sabes de algún pequeño mercado o una farmacia?

—Mmm… tienes el súper mercado a la vuelta por la derecha a esta misma altura y de ahí, la farmacia es en la misma esquina. ¿Necesitas algo?

—Sólo cosas de hombre. Iré por ellas enseguida.

—¿Quieres que te acompañe? –le pregunté mientras él se colocaba su camisa

—No creo que sea necesario. Tu dime si necesitas algo, yo lo consigo.

—Sólo necesito una cosa. –le dije y al instante me observó para tal vez recordar lo que necesitaba.

—Dime…

—Ven –le respondí y le hice señas de que se acercara para hablarle al oído– necesito un beso.

Y al terminar mi frase, sentí como a los costados de mis caderas se hundía en el lugar donde estaba sentada. Observé sus puños cerrados, que eran lo que le daba estabilidad sobre la cama.

—¿Algo en especial? –me preguntó mientras yo negaba.

Se aproximó hasta mi y me dio un pequeño beso, al instante que lo sostenía del cuello de su camisa.

J.M. Del Potro ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora