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Un aroma a verano o a flores.
La cama era tan amplía que me perdí entre las sábanas.

Después busque mi celular entre lo que quedaba de aquella noche.

Pasó media hora hasta que volví a la tierra, pues había enloquecido por completo.

La habitación en la que estaba era completamente abierta ya que el balcón que tenía cubría toda la habitación.

Tomé lo que encontré de ropa.
Mi falta, y mi ropa interior, pero por ningún lado estaba top de aquella noche. Y bueno lo único que llegue a tomar prestado fue una remera negra completamente suelta. Pero no sabía cómo hacer ese tipo de tutoriales con vestidos y remeras, pero lo que llevaba era totalmente suficiente.

Baje medio piso de escaleras y no encontré a nadie, al final decidí irme.
Camine un par de cuadras, evitando los piropos que recibía de parte de mi vestimenta a esa hora. Y camine hasta ubicarme.

Pues el hotel estaba desbordando de gente y Paulina insultando a todo el personal de seguridad que veía.

Tranquilamente me di una ducha y seguí con el proceso de mi vida.

La tarde fue increíble. La pasé en la playa y a las siete cuando aún el sol estaba imponente, me bañé y cambie y me seque el cabello. Había una fiesta que se presentaba con ganas de mucho.

Utilicé una bikini entera, y todo el pequeño tiempo que quedaba de la tarde lo disfrute bailando en la playa, pues un hombre, y no se quien organizaba es súper fiesta. De repartió cervezas corona y champagne con frutilla y nutella.

Las bikinis fueron las más llamativas en las fiestas.
Pero llegó el momento en el que un poco de gente se estaba retirando ya que la luna comenzaba a aparecer.

Tres muchachas me invitaron a el puerto que quedaba a cincuenta metros, un yate partiría y seguiría la fiesta. Al último decidí sumarme.
Ya estaba ahí.

Ahí y obviamente accedía a ir.

El agua estaba cálida.
Y el clima también.

El súper yate que nos esperaba era de película.
Ricky y Maluma fueron de los primeros en abrir. Pues había un dj, que se encargaba de aquella noche.

El sol, amenazaba con salir.
Ya era viernes, viernes veintitrés.
En lo que admitía que mis vacaciones iban terminando.

No estaba contenta, en absoluto, estaba furiosa conmigo misma.
Por que amaba aquella vida que llevaba, pero recordar a Arthur mis sueños se desvanecen por completo.
Quiero volver a despertar en un yate sobre el agua sintiendo el calor sobre mi piel, quiero salir a fiestas, quiero olvidarme de todo por tres días, quiero beber hasta caerme al suelo, quiero disfrutar de todo aquello.
Pero no puedo.
No me lo permiten, comenzando desde Paulina.

A las dos de la tarde un avión partiría hacía Rusia, hacía Rusia por primera vez.

Ese día me costó mucho.
Me costó en mi situación sentimental.
Amanecí en el avión, mientras viajaba, pronto aterrizaba en tierra congelada.
Pues para esa época había un temporal muy grave, pero el único vuelo no cancelado era aquel charter blindado en el que viajamos Paulina y yo, además de el personal de vuelo y seguridad.

Media hora después, el avión aterrizaba a ochenta minutos de la capital por el temporal.

La puerta recién se abría y un viento helado congeló mis manos.
Pronto me ofrecieron un tapado, y accedí. Mis pequeñas botas se hundieron en la nieve y pregunté la sensación térmica.

—Dieciocho grados centígrados bajo cero, señorita.

—¿Qué?

—La capital es más fría en temporada y la temporada comienza a partir del treinta y uno. –comentó Roger.

—¿Dónde está el automóvil? –le pregunté mientras ansiaba tanto llegar a un lugar cálido.

—Bajamos diez pisos en el elevador, y ahí la esperan.

Pronto me presentaron a Anni y Sasha, las muchachas que además de Paulina estarían conmigo a partir de ese día.

Anni era la menor, de cabello negro corto recogido hacía atrás con una vestimenta de un celeste viejo en un conjunto corto y medidas, además de una campera gris. Sasha tenía veintiséis, de cabello rubio oscuro también recogido y con la misma vestimenta. Las dos tenían una sonrisa realmente sincera en su rostro y ofrecían su ayuda a cada segundo.

Y ya era sábado, sábado de noche buena, un sábado veinticuatro de diciembre.

La mañana obviamente fue terriblemente fría, me la pasé en la cama, con Anni y Sasha aprendiendo ruso.

A las 12 y 26 exactamente recibí "La visita real" de la actual reina.
Pues me anunciaba que mi familia llegaría a las trece horas, para la fiesta de la gran noche buena.

Me cambie la ropa a algo más cómodo y no veía las horas de que mi familia llegará estaba muy ansiosa.

J.M. Del Potro ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora