J.M. Del Potro ™

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Viernes de: ¡SE CASA MELISSA!

El viernes comenzó conmigo saliendo a correr por el barrio de mamá.
Preparo algo para beber en el camino, y cuando estoy por la plaza compro un helado.

Dentro de mi música suena una canción de Calvin Harris y Rihanna.
A las 11:27 exactamente, toco timbre de la casa de dos pisos de donde pasé toda mi infancia.

Allí están papá hablando con Arthur en la cocina, mamá en su habitación y subiendo las escaleras lo encuentro a mi hermano, le preguntó sobre Clarisa y Noelia, ninguna de las dos están, tenían que hablar con Melissa, que ellas la estaban ayudando.

En mi habitación tenía un vestido sencillo, en negro con pequeñas mangas a los costados.

Y almuerzo en mi habitación, mientras Paulina se encarga de detallarme algunas cosas.

Y la primera es que hay un nuevo contrato que firmar.

—El jugador de fútbol Neymar Jr ¿No se si lo ubicas?

—Si si obvio… –le dije a pesar de que a Paulina no le gusta el fútbol.

—Está por firmar para una marca de ropa interior y te solicitaron a vos.
Me mandaron un pre-contrato –me lo enseñó– quieren comenzar en Brasil, con la marca Guess y Worst Behavior, parece que quieren hacerla en la casa del jugador.

—Me gusta ¿algo más?

—Instagram lo promociona así que se verá por todo el world.

—Fecha

—Trece de diciembre…

—Paulina quiero estar el quince aquí nuevamente ¿es posible?

—Pero el diecisiete deben viajar a Rusia, aún tienes un compromiso con Arthur.

—Sí yo puedo, tu puedes. Arregla eso me voy a bañar.

Mientras me desprendía no tan contenta entré a bañarme después de un almuerzo rápido.

Pero se me ocurrió que quería bailar, bailar hasta el amanecer, pero no en una boda cuando todos estarían pendientes de mi.
Sino en un boliche.
En dónde pudiera moverme libremente, vestirme como quisiera.
Pues últimamente habría pasado mis límites, ya no estaba pendiente de mi edad, ni de mi vestimenta, resumiendo, ya no tenía límites.

Eran las tres de la tarde cuándo Paulina comenzó a acomodarme el cabello para que se secara y me pintó las uñas.

Cuando se hicieron las seis y treinta, tocaron la puerta. Tenía un poco de miedo abrir, por que tenía en cuenta que en vez de Paulina podría ser Arthur.

Pero abrí.
Ahí estaba Arthur.
Con traje negro, una camisa, normal.

—¡Buenas! ¿no? –le dije mientras sonreía

—Car…

—Pase su Alteza. –hice una reverencia mientras lo interrumpía y lo obligaba a pasar– ¿Como ha pasado el mediodía? Supongo que estupendo.

Mientras le comentaba un poco sarcástica, el tomaba asiento sobre un sofá y recargaba su rostro en sus manos, como un signo de algún dolor de cabeza que sentía.

—Hay que hablar…

—¿De nuestro compromiso? ¿De la noche del jueves? ¿De las españolas? ¿De tus secretos? –me acerqué a él y le susurré al oído– Bienvenido a mi venganza.

—Caro, no son simples palabras todo viene de mi pasado… Esto te pertenece –habló claro y me enseñó un anillo.

El anillo.
El anillo que me negaba a usar.
El anillo por el cuál sabría, me traería muchos problemas que no los sabía afrontar.

—Quiero una luna de miel en Dubai, al menos… –le dije aceptando el anillo.

—Entonces ¿cómo quedamos nosotros?

—Cómo ¿como quedamos nosotros?

—Que sí estás aceptando el compromiso conmigo.

—Lo estoy aceptando, lo acepté desde que comencé a bailar con las españolas –le sonreí

—¡¿A ti no te dan celos?! –preguntó un tanto desesperado

—Creo que no –le dije subiendo mis hombros y manos.

Realmente no, no me daban celos, no me sentía molesta ni enojada, estaba estupenda. Estupenda, sin sarcasmos ni venganzas, por el momento.

—Entonces el diecisiete habrá una cena de compromiso en donde te presentaré con mis padres, para el veinte será una ceremonia frente a la iglesia, y después del veintisiete de diciembre será oficializada ante la ley y será la ceremonia de coronación. Para el veintiocho al treinta será la fiesta en el océano, en España precisamente. Y para el 31, recibimos el año donde tú quieras.

—¡Estupendo! –admití.

Estaba contenta.
Estaba muy ansiosa.

¡Me iba a casar!