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—Acepto Arthur, yo te amo a ti… –le dije en un susurro y lo abracé. Consiente de lo que acababa de hacer– ¿me explicas los anillos?

—Bueno mira, el más grande el de compromiso representa a Rusia, la piedra de valuó en ochenta millones de euros, fue regalado por el Rey Paulo de Zuverlässig a la princesa y luego Reina Zophie de Greece, a su vez es regalado a mi padre heredero de Rusia para mi madre, segunda princesa de Grecia. El más pequeño representa a Austria, si tienes una hija mujer será la heredera directa a el trono, y el de hojas representa a Bélgica y a la vez a Grecia, ya que se produjo la Unión de Reyes muy importante para esa época, si tienes un hijo varón también será heredero de Bélgica.

—¿Por que dices de tener hijos? –le preguntó un poco atenta a los anillos y a las vueltas que da mi estómago.

—¿No te gustan los niños?

—Mi familia a tenido ciertas complicaciones… –le dije mientras el acomodaba los anillos en mis manos.

—No hay que preocuparse por el momento, hay que disfrutar –me dice al final.

En la tarde tengo un poco de hambre y pruebo los panqueques a pedido mio de Arthur.
Tomó jugo de piña, que ahora descubro que me encanta y cereales de mis favoritos.
Arthur se comporta como siempre que estamos solos e incluso cuando estamos rodeados de gente tiene una calma y paz de pocos.

—¿Saliste con un chofer? –me pregunta de repente mientras observó la revista y desvío mi mirada hasta el, está leyendo el periódico que diariamente llevan al apartamento.

—¿Como?

—Que si saliste con un chofer de autos importados… Aquí dice –me mostró el periódico, como foto de encabezado estaba raramente Alex Romano y yo dentro de un peugueot descapotable– estas en casi todas las noticias.

—Tuve una pequeña relación, no duró cuatro meses. Al menos me llevaba del colegio a natación –le sonrió a Arthur que no se molesta y sigue leyendo– ¿Que más dice?

—Casi todo, creo… Saliste con Jo Calleri, parece, lo ubicó del West Ham. También está su historia detallada, personajes relacionados Juan Martín del Potro, Neym

Juan Martín del Potro. JuanMartindelPotro.
¡JUAN MARTÍN!

¡En que lío estáaaas!

Mis siguientes pensamientos fueron que no podía ir esa tarde con el doctor y la cita que tenía, la prueba obviamente aún no estaba y por querer sacar una manta del estante al lado de la cama me caí de rodillas y di mi mentón en el suelo, no llegue a sostenerme de la puerta del estante y cuando me vi la mano tenía una evidente marca de un rasguño que me provoque tal vez en el famoso manotazo, y un pequeño golpe en la otra mano al costado de mi uña. Todo sin nombrar el dolor que sentía en mi rodilla, mamá de chica habría sufrido con terribles dolores de rodillas y yo tampoco había sido la excepción.

—¿Qué pasó? –preguntó Arthur mientras me levantaba del suelo y me sentaba de la cama.

—Comprobando mi elasticidad.

—¿Que tal te fue? –me pregunto observando raramente mientras se aguantaba una cálida sonrisa divertida.

—Una vez más comprobé que eso se pierde con el time.

—¿Te dolió? –me pregunto observándome la mano donde más se notaba el golpe– Habrá sido mucho por que a mi me dolió hasta en la cocina.

—Sólo me arde un poco –le dije cansada.

Entre mi negaba la propuesta de el próximo trabajo que tenía, no era a más tardar el martes.
Y no estaba en condiciones, ni en condiciones de un buen estado físico, al contrario era mental, de mi humor. No estaba al cien por cien y eso se refleja en las fotos. Entonces decido qué no.

El martes 13, de no te cases ni te embarques, prácticamente terminó a las 21:27 cuando la prueba dió "+"
Plus. Cuantos significados.

Estaba embarazada.
Dos semanas y dos días.

Embarazada.
Y embarazada de Juan Martín.
Lloré todo el día. Todo el completo día. Le grité cientos de veces. Y le grité a Juan Martín.
Le grité por que no estaba conmigo. Por que no lo tenía, por que no estaba, y por que tenía el suficiente poder para hablarle y al menos darle algunos indicios.
No podía ni sostener mi celular, tenía vergüenza, vergüenza y lágrimas.

Me lavé la cara, es la décima vez en tres horas. Miro a Paulina del otro lado de la habitación y no lo cree al igual que yo.
Me duele la rodilla del golpe de ayer pero no es tanto como el dolor que siento en mi corazón.

Paulina me acerca unos papeles, pero no tengo ni ánimos de tomarlos.
Los deja sobre mis rodillas y pronto son mojados por lágrimas. Contrato Pre-Matrimonial dice al frente y lo único que llego a divisar.

Cuatro días. Cuatro días.
En cuatro días le digo si sí o si no a Arthur frente a sus padres en una mínima reunión de quinientas personas.

—Arthur quiere que firmes un contrato en donde explica que todas sus pertenencias al casarse le pertenecen a la pareja. Ahí explica sus pertenencias que va desde automóviles a casas y joyas. La familia quiere que firmen un acuerdo prenupcial, pero él se ha negado. –hablo casi en un susurro. Le pedí que dejara de hablar y me recosté. Observe el techo blanco, con una campanilla de decoración. Cerré mis ojos y suspiré. Estaba en suspenso.

—Voy a estar en la cocina… ¿si? –me dice a penas y se va, apaga la luz y cierra la puerta.
Giro en la cama tres veces, cierro mis ojos otras ocho veces y a la cuarta vez que decido moverme en la cama, la luz de afuera me advierte que alguien ha abierto la puerta.

Suspiro ante la sabana y despejó mi vista. El aire que tenía en mis pulmones se fue abandonandome por completo.

—¿Llegó tarde para acostarme contigo? –notó que toma asiento y me hundo en la almohada por completo.

—Pensé que te habías ido…

—Yo también pensé eso ¿por que no me quisiste ver hoy a la tarde? –pregunta y me deja un beso en la cabeza.

—No se

—Si hay algún problema caro, no dudes en contarme y lo solucionamos, casi todo tiene solución, a parte no me gusta verte ahí en la cama, se que te gusta el aire libre y sacarte fotos, pero no entiendo el por qué te decidiste pasar el día aquí.

—Problemas de mujeres

—Comprendo, pero no comprendo ese tipo de problemas –rió gracioso– hay muchas cosas que habla… ¿QUE TE HICISTE EN LA MANO? –preguntó un poco exaltado y tomó mi mano derecha.

—¿Recuerdas que ayer me caí? Tuve una pequeña fractura. –le expliqué mientras observaba el molesto elástico negro.

—¿Por que no me mandaste al menos un mensaje?

—Creo que no necesite de ti…

J.M. Del Potro ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora