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(Lucs en multimedia)

Eran las diez cuándo por el tráfico no podíamos llegar.

Habrá respuestas para quienes preguntan de por que son más de las diez y estamos comprando un peluche en un shopping, un viernes prácticamente entrado a una larga madrugada con Lucas.

—Y yo que sabía ¡no tengo memoria!

—¡Pero al menos debías traer tu celular!

—¿Quién utiliza un celular para ir a comprar un jugo?

—¡Yo! Por algo me mandaron el mensaje.

—¡Pagá que te están esperando!

—Shopping La Monalisa… –rió gracioso– ¡Que te haces Paraguay!

—¡Lucaas! ¿y el auto?

—La camioneta, perdón… –me corrigió orgulloso.

—¿Donde la dejaste imbécil? –le pregunté al salir al estacionamiento.

Dos cuadras de estacionamiento.

—No se, habíamos comprado un helado antes de entrar.

Estuvimos diecisiete minutos tocando el botón de encendido de la alarma del Ford de Lucas.

—¡Te dije que la habías dejado en una entrada!

—¡Pero hay siete entradas! ¿Querés jugo? También tengo unas pepitos y un detodito ahí atrás –dijo apenas subí y puso su auto en marcha.

—¡Ya se por que estás gordito! –le dije y le toqué la panza buscando de donde pellizcarlo.

—¡Gordito mis abdominales!

—¡BUE… Para físiculturista!

—Hincha de Colón, mami.

—¡Aguanta Napoleón!

—No seas pelotuda, ya veo como tú hermano no te banca. –dijo cerrando sus ojos con fuerza en un semáforo 

—Habló él.

—¡No te enojes! –me empujó hacía el otro lado levemente y luego cuándo volví me espero con un abrazo.

—¡No me toques! –le dije mientras me daba pequeños besos en mi cabello.

Llegamos pisando las veintitrés.
Felicitamos a los novios, protocolarmente, pero eran por parejas.
Lo que quiere decir que mañana veremos fotos de Lucas junto a mi y nos tildarán de pareja.

Pero hasta en momento, mi hermano, su novia, Arthur y Pablo hermano de melissa y yo estábamos en un pequeño living asignado para nosotros.

Nos sirvieron comida como para treinta personas, entre cosas dulces y mucha bebida.

—¿Donde van a pasar las fiestas? –pregunto Pablo para seguramente organizar algo 

—Aún no se, tal vez la pasemos en otro lado… –le sonrío– Hay que ir algún fin de semana a Catamarca. Pasarla lindo unos días.

—Sí, llevar a la familia. –anunció Pablo mientras bebía su cerveza.

Notaba un poco a Arthur incómodo, cómo que no se animaba a conversarle a mi hermano o a Pablo.

Desde el alto de los parlantes, se escuchó Ricky Martín y Maluma.
Y comenzamos a bailar entre las chicas.

Fue una noche estupenda en dónde la música estaba más alta que otros días.

J.M. Del Potro ™Donde viven las historias. Descúbrelo ahora