Capítulo 4

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Nos quedamos mirándonos fijamente por varios segundos que parecieron una eternidad, el dolor se reflejaban en sus ojos provocando que mi sonrisa se volviera cada vez más grande y más cínica. Su dolor me provocaba gracia y aunque yo también sentía dolor era soportable. Me entrenaron para sentir dolores mas fuertes que este y que no me afectara.

— Te duele Potter. — me reí mientras daba otro paso hacia él. Soltó otro queja de dolor y llevo su mano hasta la famosa cicatriz que marco su destino.

Un ladrido nos saco de nuestro pequeño trance y reí mas mientras veía al perro salir de entre los arboles. Me mostró sus afilados dientes, carcajee, esto parece un circo, enserio.

— ¡Harry!

Mire al semi-gigante, junto a una castaña con cabello vuelto un nido de pájaros y él menor de los Weasley acercarse a nosotros a  toda velocidad. Hagrid me miro de una manera reprobatoria y yo me encogí de hombros mientras él ladrido del perro se volvía a oír.

— ¡Lárgate!

Mire a él pequeño pelirrojo directamente a los ojos y este tembló en su lugar. Levante las cejas para luego pasar por su lado y seguir mi camino recto hasta los interiores del colegio. Tenia adivinación, vaya clase. No asistiría. Entre en los pasillos del castillo tomando camino hacia la oficina de Dumbledore. Tenia que hablar muy seriamente con él. Llegue a la gárgola, dije la contraseña haciendo que esta me abriera paso y comencé a subir las escalera de caracol hasta llegar a una puerta de madera que se abrió rápidamente a la vez que me coloque frente a ella. Estaba mirándome fijamente sobre sus anteojos de media luna, como si estuviera intentando leer mi alma. Cosa que nunca llegaría hacer, porque me la mataron antes de que pudiera tenerla.

— Toma asiento.

Y así lo hice, camine hasta una de las sillas frente a él y tome asiento. Me dedique a mirarlo, buscando una explicación coherente de él porque me trajo hasta este colegio. Aunque estar aca le venía como anillo al dedo a mi padre. Dumbledore solo me sonrió de una manera sincera confundiéndome mucho más.

— La profesora Sprout me comento que ya conociste a los gemelos Weasley.

— Más para mi desgracia.

— ¿Por que?

— Un porque significa muchas cosas y tiene demasiadas respuestas.

— Y cuales son tus respuestas.

—No vine a dar las mías viejo metiche, quiero saber las tuyas.

Él río colocándose de pie, rodeo la mesa y tomo unos dulce de limón de un pequeño embalse que había en una de las estanterías. Me ofreció y negué con una mueca mientras lo veo masticar él dulce.

— Te vi nacer Diana. Te vi llegar a este mundo de la peor forma que puede existir, solo quiero que comiences a ser feliz.

— Y para ti ¿Cual es él significado de la felicidad? Porque yo no le encuentro sentido a esa palabra.

— Amar y ser amado.  —Hice una mueca, pero que cursi es este señor.

El amor no existe para personas como yo.

Yo no se que es el amor, tampoco se que es amar a alguien o que alguien me ame a mi. ─ bufe. ─ Nadie podría amarme. 

—Eso es lo que tu crees. — me coloque de pie. Ya no quería seguir escuchándolo, amor. Estupideces quera decir.

—Mejor preocúpate por Sirius Black y déjame tranquila.

— Te espero mañana luego de la cena.

— Ni pienses que voy a venir.

—Claro que lo harás. ─ y vuelve con esa sonrisa. ─ Porque necesitas las respuestas que yo te puedo dar.


***


La mejor palabra que me podría describir en este momento era deficiente.

Eres la pieza clave para todo esto Diana. Eres solo la carnada entre él bien y el mal, la que decidirá si él mundo se sumirá en un gran infierno o lo librara.

— Si ayudo muero y si no lo hago de todas maneras estaré muerta en vida. —susurre mientras una minúscula y casi inexistente lagrima baja por mi mejilla. Llorar y dolor era lo único que me recordaba que seguía con vida. — ¡No! No puedo defraudarlo, él es mi padre. — apreté las manos alrededor de la sabana que cubría mi cuerpo mientras me miraba en él espejo. Mis ojos brillaron con un toque malicioso y sonreí, me di miedo a mi misma. Pero no lo demostré, él miedo es algo que no se demuestra.

Deje caer las sabanas y observe cada una de mis cicatrices, cicatrices de mis duros entrenamientos que he recibido desde que tenia cinco años.

— Este es solo él comienzo de su final.

La hija de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora