Capítulo 33

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Me alce en el aire en una nube negra. Escondiéndome en lo mas profundo de las nubes de todos los idiotas que se encontraban en estos momentos en el cielo. No me habían enviado para esto, nunca lo harían, sabían muy bien la debilidad que el pelirrojo me creaba y sabían muy bien que los mataría si le ponían una sola mano encima. Así que disfrutando de no seguir las ordenes de nadie, salí de la Mansión Malfoy. Mis decisiones eran muy contradictorias. Le había dicho que lo mas seguro es que no nos volveríamos a ver, pensaba en cumplirlo, pensaba en volver, salvarlo y salvar a Potter para volver a irme. El fideo necesitaba quien lo guiara ahora que el viejo de Dumbledore había pasado a mejor vida.

Eres la llave entre el bien y el mal.

Ahora puedo entender el porque el viejo entrometido me decía esto, entiendo en porque las tardes largas en su oficina. Yo era un arma contra ellos y contra mi propio padre, podía darle esas armas a Harry para que acabara con él, dejando este mundo libre de maldad o podía tragármelas viendo como todos se sumían en el infierno. Era precisamente yo la que tenía esa decisión en mis manos. Aunque con o sin mi ayuda Harry Potter debía ser capaz de hacerlo solo perfectamente. Eso espero, realmente eso espero.

El primer hechizo salio iluminando el cielo como si fuera una tormenta. Potter debía ser cuidado, en cuanto cumpliera los diecisiete años seria peor porque el hechizo protector que lo cubría desaparecería. Esquive un hechizo y me hice hacia atrás mirando con atención. Buscaba dos cabelleras pelirrojas pero no encontré mas de una.

¿Donde estaban? Estaba completamente segura de que ellos estarían acá. Esquivaba los hechizos mientras que no le quitaba la vista a cierto Harry de los siete que logre contar. Poción multijugos, debí habérmelo imaginado. Hagrid paso muy cerca de mi y este llevaba un Hagrid. Este tenía que ser el verdadero, podía apostarlo. Los gemelos deben ser uno de ellos, Fred debe ser uno de ellos. Maldigo el momento en que ese idiota dijo las verdaderas intenciones de trasladar a Potter a una de las casas de seguridad de la orden. Al menos ellos piensan, si, al menos usan su cerebro.

Todo en estos momentos acá arriba era un completo caos. Yo no atacaba a nadie y estaba esquivando hechizos de un lado a otro.

- ¡George! - uno de los Potter paso justo frente a mi mientras observaba a otro caer y desaparecer.

Esquive a uno de los mortifagos y me acerque a ellos rápidamente antes de que el segundo desapareciera en el aire. Desaparecí mientras me concentraba en ellos y aparecí en medio de un maizal. Escuche ajetreo y me apresure a salir de ahí. Lo primero que me encontré fue con una varita apuntándome. Remus abrió los ojos al verme.

- ¡Diana! - mire a el hombre lobo a los ojos y trague fuerte.

- Vamos, pregúntame. - susurre.

- ¿Que fue lo ultimo que te dije antes de irme del colegio?

- Tienes el poder en tus manos de cambiar las cosas.

El asintió bajando su varita. Otra persona aparecio tras nosotros y yo camine rápidamente hacia el interior de la madriguera. La señora Weasley se giro a verme y me arrodille junto a ella para mirar a George, su oreja.

- George, mi niño.

- Dama. - murmuro y yo sonreí mientras tomaba su mano con cuidado, la apreté.

- ¿Duele? - le pregunto. - ¿Me escuchas?

El sonrió divertido y luego hizo una mueca de dolor, sonreí.

Harry entro en la Madriguera y luego todos volvieron a salir. Alguien mas debió llegar y esto de las interrogaciones es algo estresante.

- Necesitamos agua caliente para desinfectar y algunas pociones curativas para detener el sangrado, regenerar la sangre perdida y evitar una infección. - le hable con todo el cuidado a la señora y ella me miro un momentos antes de ir por lo que le dije. Volví a mirar a George, ahora podremos diferenciarlos.

- Tu debes ser Diana. - la señora Weasley me habla son suavidad mientras se acercaba con las cosas para curar al pelirrojo. Tomo un pañuelo remojado en agua y comienzo a limpiar la sangre. - Me han hablado mucho de ti, sobre todo Fred.

- George. - me giro a mirar a Fred y este me mira a mi con evidente sorpresa, nos quedamos así por unos escasos segundos y no me dio tiempo a colocarme de pie antes de que me abrazara con mucha fuerza.

- Mucho amor Weasley, me quedo sin aire y tu hermano sin sangre. - murmuro y la risa débil de George nos hace mirarlo. Fred se coloca a mi lado y sigo limpiando su herida con suavidad, el ríe y señala el lugar donde antes tenía una oreja.

- Si antes no escuchaba ahora menos, te veras tan feo.

- Sigo siendo mas guapo que tu. - sonrió. - ¿Verdad?

- Ella no puede estar aquí. - me giré a ver al que había dicho eso y solté un suspiro. Tome una de las pociones abriéndolas para que el sin oreja se la tomara. Esta detendría el sangrado. - Esto puede ser una trampa.

- No lo es, créeme. - hablo Lupin y tome otra poción, esta para evitar infecciones. - Podemos confiar en ella, los chicos la quieren y puedo apostar que ella no los arriesgaría.

- ¿Y que te hace pensar que les importa?

- ¿Y tu que sabes para decir que no me importan?- tome unas vende y les coloque un ungüento para que la herida comenzara a cicatrizar. Lo comencé a vendar si mirar a nadie tras de mi. - No es necesario que conteste me importa tres...- Fred tapó mi boca y lo mire molesta. ¿Este que le pasa?

- Esa boca. - rodé los ojos.

Me gire nuevamente posando mis ojos sobre Potter y le estaba doliendo, sabia que le dolía por que a mi igual me dolía. Estaba resistiendo bien, estaba mejorando.

– ¿Me voy? - la pregunta fue para Harry, porque si fuera por los demás no lo hago pero tampoco quería debilitar-lo con mi presencia. Y si quería ayudarlo... que raro suena eso.

- No. - tragó, asentí. - Tengo preguntas.

- Y yo tengo respuestas.

Asiento nuevamente y me giro hacia George.

- Bueno vamos a seguir con esto, me dices si te duele.

La hija de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora