Capítulo 8

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Me encontré con unos fríos ojos azules, se veía tranquilo y yo debía parecer todo lo contrario. ¿Y si lo mato? No me vendría mal acabar con él. Después de todo su presencia en él colegió me traería muchos problemas, demasiados.

─ Hola Diana.

─ Adiós Thomas.

─ ¿Por que la prisa? ─  ese tono burlón que utilizo y hizo que mi molestia incrementara. 

─ Eso a ti no te importa. ─  exclame mientras seguía caminando. Escuche su risa al final del pasillo haciendo que apretara los puños.

Pero no me detuve y seguí mi camino derecho hacia las mazmorras. Debía seguir con mi camino recto hacia las mazmorras y mirar hacia atrás. ─  Creo que no hemos terminando de hablar.

─ Yo pienso que sí. ─  el río. ─  Dejemos las cosas claras Thomas, yo no te jodo, tu no me jodes y todos contentos.

Se acerco a mi lo mas rápido que pudo y se coloco lo suficientemente cerca.  Podía sentir su aliento chocar con el mío, sus ojos se posan sobre mis labios y sonrío de medió lado. No se hace de esperar y hace lo que quiere, besa mis labios con todo el gusto.  Pedófilo.  ¿Se le olvida cuantos años tengo? Sonrío sobre sus labios y paso mis manos por su cuello, al igual que el las pasa por mi cintura acercándome más a él.

Eso estuvo bien, hizo bajar mi enojo considerablemente.

─ ¿Que haces aquí? ─ vuelvo a preguntar una vez el beso se hubo acabado. Sonrío con diversión y acarició mi mejilla lentamente mientras me miraba directo a los ojos.

─ No te lo puedo decir. ─ me dijo con burla y rodé los ojos ante eso. Lo alejé de mi con un fuerte empujón y me acomode el uniforme mientras observaba su risa estúpida. Idiota. Al menos ya no lo quiero matar.

─  Si te quieres quedar, quédate y haz lo que tengas que hacer pero no me molestes.  ─ lo señaló y paso por su lado chocando nuestros hombros, vuelvo a escuchar su risa de fondo y luego el grito de una chica.  Suspiré sin dejar de caminar, si había algo que me habían enseñado era que pasará lo que pasará siempre pensara en mi antes que en nadie, era primero yo, segundo yo y tercero yo, no debía preocuparme por una vida que no era la mía.  Quizás por eso y el pasar de los años, no me importaba.  Alguien podría morir frente a mi y ningún cargo de conciencia me iba a afectar.

***

Sirius Black esta en el castillo.

El fue quien entregó a los papás de Harry Potter.

Es un asesino muy peligroso y trabaja para quien tu sabes.

El esta acá por el, viene por Harry.

Rumores y más rumores era lo que recorría por todo el pasillo este domingo.  Todo este cuchicheo tiene nombre y apellido, Sirius Black. Ya mis oídos estaban sufriendo por escuchar tanto el nombre de ese hombre, todos creen que es un traidor, si como no, para traidora yo. Me daba gracia ver como las personas hablaban de tales cosas sin saber o haber estado ahí. Yo no estuve allí y no me hizo falta estarlo para saber con precisa exactitud lo que paso, porque cada memoria de mi padre está en mi cabeza. Cada acto que ha cometido, malo o horrible, esta en mi subconsciente como si fuera un almacén de datos.

Llegué al aula de Defensas contra las Artes Oscuras y no había nadie ¿Quien iba a estar en el aula una hora antes de que comenzara la clase? Pues solo yo lo podía hacer. Me senté en la ultima mesa, la mas apartada y la menos visible para el profesor.

Luego de un rato el aula comenzó a llenarse con los alumno de la casa de los leones, los gemelos entraron y yo los mire. Fred me miro y me regalo un pequeña sonrisa. Hice una mueca ante eso, sonreír no era lo mio a menos que hubiera irónico o sarcasmo incluido.  Detrás de ellos entro Thomas. ¿Que el hacia aquí? Era mucho mas grande. Bueno solo dos años mas que yo.  Yo estaba clases avanzadas.  Se sentó junto a mi y yo fruncí el ceño cuando paso sus brazos por mis hombros.

— Hola.

— Jódete.

La hija de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora