Capítulo 15

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Narra Fred

Estaba sentado en el borde de mi cama observando fijamente hacia la cama de George. Estaba seguro que dentro de unos momentos mi madre me llamaría para que bajara a cenar. No tenía ánimos de nada. Hasta para mi era una sorpresa no querer hacer bromas o sentirme de la forma en la que me estaba sintiendo. No estaba feliz y se podía percibir. ¿Que me pasaba? ¿Por qué me comportaba de esta forma? Rode los ojos con molestia y me acosté en la cama mirando hacia el techo. ¿Por qué no simplemente dejaba de pensar en ella? La tenía en mi cabeza a cada minuto, cada instante que pasaba no dejaba de pensar en ella. Cuando me levantaba lo primero que se me venía a la cabeza eran sus únicos y hermosos ojos color amarillo, tal cual serpiente. Su cabello castaño cayendo desordenadamente sobre sus hombros dándole ese toque despreocupado, todo de ella me estaba volviéndome loco. No era yo mismo desde que habíamos regresado de esas vacaciones de navidad, nada era igual.

- ¡Fred es hora de cenar! - la voz de mi madre sono fuerte tras mi puerta y logró espantar mis pensamientos. - ¡Frederick Fabian!

Me coloqué de pie y arrastre mis pies hasta la puerta, los sentía tan pesados que me era difícil caminar. Abri la puerta y llegue a pensar que mi madre se había ido y no era así, ella estaba ahí mirándome con preocupación. Así de mal debía verme para causarle esa esa expresión.

- Mi niño. - su voz fue dulce. Su mano subió hasta mi mejilla y la acaricio con suavidad. Entro en mi habitación cerrando la puerta tras de ella. Tomo mis manos y me guió hasta las orillas de las camas. Me senté en la de George y ella se sentó frente a mi, aún tenia mis manos entre las suyas. - Sabes que puedes hablar conmigo de lo que sea ¿No? - asenti. - ¿Que pasa? - su voz salió dulce, casi hipnotizante, la observe fijamente y solte un largo suspiro. Era mi madre y terminaría enterándose de todo.

- Se volvió un infierno estar junto a ella. - comencé a decirle. - Una vez volvimos de las vacaciones de navidad todo en ella cambio, su piel se puso mas pálido y sus ojos se volvieron mas sombríos de lo que recordaba. Nos comenzó a tratar muy mal y si antes no soportaba a nadie, ahora no permitía que nadie se le acercara. Estoy seguro que quizo matar a más de uno. Hasta Harry llegó al punto de que no puede tenerla cerca porque lo lastima.

Y mi mamá dentro de su poca cordura sonrió. - ¿Quien te preocupas mas? - me pregunto.- ¿Harry? - no la mire. - ¿Diana?

- Ella. - conteste automáticamente, hice una mueca y apoye mis codos sobre mis rodillas; mi cara entre mis manos. - Harry tiene el apoyo de muchos, ella solo se tiene a ella misma. Si hay algo que tienen en común es que ninguno tuvo la elección de elegir ser quienes son. El tiene quien lo apoye, ella no.

- Ella se lo busco. ¿Por que tu lo apoyarías? Has visto lo que ella a hecho. ¿Por que seguir teniendo fe en alguien que no tiene arreglo?

Eso me había dejado sin palabras, mi mamá podía tener algo de razón.

O quízas no.

Ella no iba a cambiar.

Eso tu no lo sabes.

Me basta ver lo que hace.

Lo hace para subsistir. No sabes ni la mitad de las cosas por las que ella a pasado.

Si ella no me las dice, jamas las sabré.

¿Y tu crees que es fácil? No es como si te dijera se me callo un diente.

Mire a mi mamá que seguía mirando en busca de una respuesta, así que tomando una larga e intensa bocada de aire le conteste.

- Por que yo vi el lado que nadie conoce, vi lo dulce y vulnerable que puede ser.

- ¿Y eso te basta?

- Me es mas que suficiente. - ella asintió y se coloco de de pie, beso mi frente con dulzura y palmeo mi mejilla antes de volverme a sonreír.

- Entonces lucha por esa parte de ella que tuviste el privilegio de que te mostrara. - eso hare. - Estas madurando. - me termino por decir y coloque los ojos en blanco, hice una mueca y negue.

- ¡Madre! Madurar es para las frutas y yo no me quiero podrir.

La hija de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora