Capítulo 2: Chris

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- ¿Co...Cómo?- balbucee apuntando a la palma de la chica

- ¿Quién eres, qué eres y que haces aquí?- dijo la chica con una intensa mirada mientras la llama de su palma bailaba

Me encontraba de pie, semi tapado por un árbol, rodeado de niños en la mitad de un bosque, en una diminuta isla

- S...soy Chris, soy militar...- dije respondiendo a su pregunta tratando de sonar lo más tranquilo y racional posible

- ¡Es un wight!- gritó el niño con un hombre de arcilla en el bolsillo de su jardinera y boina, el que estaba persiguiendo al niño de las abejas

- ¿Un wight?- pregunté

- Hay que revisarle los ojos- dijo una pequeña niña, que no había visto, con extraños zapatos que parecían hechos de hierro macizo

La niña con la llama en la mano no dejaba de mirarme fijamente

- ¡Hay que amordazarlo!- dijo una voz atrás de mi

Impresionado por no haber sentido a la persona situada en mi espalda bajé la vista hacia el barro y empecé a girar la cabeza hacia la voz, hasta que pude ver unos zapatos. Empecé a subir la vista lentamente: los zapatos, pantalones, un chaleco con camisa, un espacio... ¡¿UN ESPACIO?! Y finalmente una gorra. Me sobresalté tanto que caí sentado sobre el barro.

Ahora me pregunto si el viaje en barca no me habrá soltado un tornillo. Me refregué los ojos para poder estar seguro de lo que veía, y que no iba a despertar en cualquier momento en la barca del señor Cameron.

Me quedé mirando incrédulo el espacio entre el cuello de la camisa que sobresalía por el chaleco y la gorra sin dar crédito a lo que contemplaba

- ¿Qué?¿Nunca habías visto a un niño invisible?- dijo y después rompió el silencio con una carcajada

La niña que seguía con la flama en la mano hizo una seña con la cabeza a otra niña: una niña robusta que estaba a un lado de la pequeña niña con extraños zapatos. Ella se acercó a mí, me rodeó y me levantó como si fuera una pluma. Mi boca soltó un pequeño grito.

Me llevaba sobre su cabeza con los brazos estirados. Los demás niños nos seguían como si hubieran atrapado a una presa y fueran a exhibirlo a las personas que se encontraban al interior de la mansión

Estaba aturdido por los extraños sucesos que acababan de pasar: la niña fogata, el invisible, la levanta pesas, la niña de extraños zapatos, el niño atacado por abejas y el coleccionista de soldados de arcilla.

Desde mi posición-de espaldas sobre unos fuertes brazos- solo podía ver el cielo. Vi por un corto periodo de tiempo ramas de árboles, ramas de árboles y más ramas de árboles, pero en un momento determinado llegamos a lo que parecía un claro-desde mi limitada visión- y los firmes brazos que me sujetaban se aflojaron y caí como un saco de papas al suelo. Ahora el suelo no era barro, era un perfecto pasto verde. Me giré sobre mi espalda para quedar recostado en mi barriga, y ahí estaba, en el umbral de la puerta con dos niños escondidos detrás de su falda: una mujer de unos veintitantos (muy cerca de los treinta), un largo vestido negro, un perfecto peinado, sus brazos entrecruzados y con una expresión que no supe descifrar.

 Me giré sobre mi espalda para quedar recostado en mi barriga, y ahí estaba, en el umbral de la puerta con dos niños escondidos detrás de su falda: una mujer de unos veintitantos (muy cerca de los treinta), un largo vestido negro, un perfecto pein...

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Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora