Capítulo 7

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Miraba incrédulo mis manos, ni siquiera tenían un rastro de sangre. Me levanté poco a poco tratando de no sucumbir ante la sorpresa.

- ¡Nunca había vislumbrado el descubrimiento de los poderes! – dijo Hugh entusiasmado

- Wow que increíble – dijo Enoch sarcásticamente con los brazos cruzados

Era demasiada información y sucesos por hoy

Una gota de sangre que caía desde mi frente me recordó que yo también estaba herido. Lleve mi mano lentamente hasta mi frente, la dejé un par de segundos y la saqué. Un rastro de sangre quedó en mi palma. Todos se quedaron viendo la mancha de sangre en esta

- Eso no me lo esperaba – dijo Bronwyn

- Tampoco yo. Creo que tendré que curarme por mi cuenta – dije con una risa nerviosa

Emma se levantó del suelo y se sacudió el pasto de su vestido, al igual que Fiona. Un silencio incómodo se hizo en el espacio. El viento despeinaba los árboles, el calor se empezaba a disipar y el sol estaba a medio camino del cielo, lo que significaba que mi tiempo en la isla estaba por acabarse.

Me quedé mirando fijamente el sol, preguntándome si es que en algún momento de mi vida, un día había sido tan extraño como este. Parecía un día sacado de una novela fantástica con dragones, princesas, hombres y mujeres con poderes que nadie se puede imaginar. Con la ropa llena de pasto, la cara arañada y con cansancio me dirigí hacia Alma:

- Si no le importa Miss Peregrine creo que es tiempo de que me vaya – Alma asintió

- Acompáñeme a buscar su uniforme capitán

Caminé tras Miss Peregrine hasta un cuarto que estaba al lado de la cocina. Era oscuro y húmedo. En él se encontraba un recipiente con agua, una lámina de metal y una escobilla totalmente dañada por el uso. Alma siguió hasta un tendedero, en donde mi chaqueta y mis pantalones colgaban impecables. Después de que Miss Peregrine los descolgara y me los pasará le dije:

- Miss Peregrine...

- Alma, por favor

- Perdón...Alma. Solo quería agradecerle por su tiempo...por el almuerzo, por la curación y también por esto – dije levantando las prendas

- No hay de que Chris – respondió sonriendo

Me guio, nuevamente, al baño enfrente de la escalera. Abrió la puerta y se hizo a un lado. Un rayo de sol la iluminaba, dándole una apariencia celestial. Parecía una diosa. Me quedé mirando esos ojos que desprendían fuerza y vivacidad, sus perfectos rasgos, su curvilínea figura. Al parecer Alma se dio cuenta de que la estaba mirando de una manera diferente, pues se removió nerviosa.

- Si necesita algo más estaré en el porche – dijo e inmediatamente se dirigió a la entrada de la casa

Tan pronto cerré la puerta una sonrisa de embobado se me formó en la cara. Cuando me aprecié en el espejo la removí rápidamente...parecía un bobo. Me saqué los suspensores, los pantalones y la camiseta y me dispuse a ponerme mi uniforme. Totalmente cambiado y con la gorra bajo el brazo me determiné a salir del baño – no sin antes dejar la ropa que usé en el canasto -. Abrí la puerta, apagué la luz y cerré la puerta. Las suelas de las botas sonaban rítmicamente contra el suelo de madera mientras me acercaba a la puerta principal. Un rayo de sol me cegó en la puerta. Una negra sombra se me acercó: Miss Peregrine

- La señorita Emma se ofreció para acompañarlo hasta el límite del bosque – dijo y terminó la frase juntando sus manos

El viento soplaba pero aun así el peinado de Alma seguía intacto, al igual que su atuendo.

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora