Capítulo 17

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Luego del juego todos nos levantamos y nos dirigimos hacia las piedras

- ¿Desde cuándo puedes ver a Millard? – preguntó Fiona

- Desde hace un par de horas – contesté desparramándole el pelo a Millard

- O sea que ¿Tienes dos peculiaridades? – preguntó Olive desde las alturas

- Es un original ¿No lo recuerdas? – contestó Horace que estaba tirando de la cuerda de esta con un impecable traje de baño negro a rayas y su monóculo

Los peculiares se sentaron con las piernas cruzadas en las mantas esperando ansiosos el almuerzo. Yo me paré junto a Miss Avocet para ayudarle a repartir los sándwiches. Mientras Alma estaba llenando los vasos de cada uno de sus niños.

- Veo que encontraste tu segunda peculiaridad – dice Miss Avocet pasándome el último sándwich

- Eso creo

- Y que comprobaste que eres un original – asentí

- Me alegro por Millard – dijo acercándose Alma, luego de un tiempo, con tres vasos para nosotros. Nuestras miradas se volvieron a encontrar pero esta vez nada sucedió

Le ayudé a servirnos y nos sentamos en la manta junto a los niños. Todos estábamos totalmente concentrados en comer. Lo único que se escuchaba era el zumbido de las abejas de Hugh.

Luego de unos diez minutos no quedaba nadie comiendo: cada uno de nosotros, satisfechos de almuerzo, descansaba de una manera distinta. En mi caso me recosté hacia atrás con los brazos bajo mi cabeza. La arena se me incrustaba en los brazos haciendo unas punzadas que me mantenían despierto. Una aclaración de garganta me hizo girarme hacia la izquierda

- Veo que por fin alguien le da uso a la ropa de mi abuelo – dijo Jacob señalando el traje de baño

Debo decir que es un poco perturbador escuchar eso

- ¿De tu abuelo?

- Abraham Portman

Ese nombre me sonaba remotamente

- Tenía buen gusto – dije con una sonrisa

- Sí que la tenía – dije Jacob recostándose de nuevo en la arena

No sé cuánto tiempo había pasado pero con la intensidad del sol sentía que mi piel se estaba achicharrando. Con los brazos me ayudé a quedar sentado y eché un vistazo: no era el único. Incluso Miss Avocet estaba sacudiendo ferozmente un abanico. Enoch me hizo una seña hacia el mar y yo asentí. Nos pusimos de pie y poco a poco los demás niños también.

- ¿Alguna nos va a acompañar? – le pregunté a las ymbrynes, que había que ser un ciego para no darse cuenta de que también estaban acaloradas

Miss Peregrine fue la primera en negar

- Ok – dije dándome vuelta despacio

Cuando había dado el segundo paso para irme al mar un susurro llegó hasta mis oídos

- Me estoy derritiendo – era Miss Peregrine

Me giré de golpe y Alma se dio cuenta de que estaba totalmente jodida. Me acerqué a ella con una sonrisa, hasta Miss Avocet había previsto lo que iba a pasar.

- ¿Puedo? – le pregunté a Miss Avocet

Hizo una seña con las manos diciendo "adelante"

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora