Capítulo 9

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Al principio me había removido un poco por un ruido lejano, pero luego de un par de segundos todo empezó a vibrar, y a medida que pasaba el tiempo se incrementaba. Me desperté cuando la cama, el velador y la lámpara se movían de un lado a otro. Me levanté de un salto y escuché como cinco macizos aviones pasaban sobre la base. Corrí hacia la ventana y aparte la cortina; efectivamente era cinco bombarderos que iban a arrasar, literalmente, la isla. El ruido no se apaciguaba pero el temblor poco a poco lo hacía. Me senté en la cama y con las manos presionaba mis orejas, haciéndome daño en ellas. No están ahí, no están ahí, me repetía una y otra vez pero no surtía efecto. La alarma de pánico, que todos los humanos tienen, se disparó en mi interior. Comencé a sudar y a ver borroso, de lo último que me acuerdo era haberme desplomado sobre el frío suelo de baldosa tras haberme llevado la mano a las costillas y haber avistado toda mi palma cubierta de sangre.

Cuando desperté ya había amanecido, estaba tendido en una camilla con diversos cables conectados al cuerpo. Recordé a los bombarderos y mi pulso se aceleró, detonando el agudo sonido de una de las máquinas. Una enfermera entró corriendo a la habitación. Era una mujer de no más de veinte años, rubia y tenía sus labios cubiertos con un brillante color rojo. Caminó hasta la máquina y tras la pulsación de algunos botones esta dejó de sonar

- Necesito que se calme capitán – dijo mirando las pantallas de las máquinas – concéntrese en su respiración

Me quedé mirándola un par de segundos y después hice lo que me dijo

- Inhala, Exhala – me decía a mí mismo

Mi pulso disminuyó

- Capitán, ahora que está más tranquilo ¿Qué es lo último que recuerda?

- Me acuerdo de los bombarderos, su sonido – diciendo esto la máquina nuevamente comenzó a emitir el agudo sonido

Nuevamente la enfermera apretó un par de botones y la máquina dejó de sonar

- Está bien capitán, necesito que respire nuevamente ¿Ok?

Asentí en forma de respuesta y comencé nuevamente a concentrarme en mi respiración

- Eso es, lo está haciendo muy bien

Una vez que los sonidos de todas las máquinas se sincronizaron la enfermera, con una de sus mejores sonrisas, dijo:

- Mi nombre es Kate, estaré cuidándolo hasta que se mejore

- ¿Qué pasó anoche?

- Su herida – dijo apuntando hacia mis costillas – tuvo una recaída, nada de qué preocuparse

Me senté en la camilla y pude ver como una venda me rodeaba el torso. Tenía sangre, pero no mucha.

- ¿Por qué me sucedió algo así? He tratado de no moverme en exceso

- Fue producto de una subida de presión. Al parecer los aviones y todo lo relacionado a una guerra – dijo mirándome directamente a los ojos - lo ponen en estado de shock, lo que genera estrés. Al incrementar la presión, y al no estar la herida completamente curada, esta se abrió

Me quedé pensando en la conversación de Miss Avocet, cuando dijo que mis células habían mutado por estrés. Al menos ya sabía porqué

- Deberá pasar por lo menos dos días en la base para poder monitorearlo

- ¿Dos días? Pensé que no era nada de qué preocuparse

- Lo hacemos solo por precaución

- ¿Y no pueden ser menos días?

- ¿Necesita hacer algo capitán Häusser?

- No – sí respondí para mí mismo

¿Qué hago? Todos me esperaban para hoy. Al parecer no tenía salida

- ¿Y después de estos dos próximos días podré seguir mi rutina normal?

- Absolutamente

Las siguientes horas del día me quedé acostado en la camilla, mirando el techo, pensando en lo largo que se me harían estos dos días.



Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora