Capítulo 3

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El interior de la casa era igual de sorprendente que el exterior. Las murallas estaban empapeladas con elegantes y vistosos papeles murales- alguna de ellas ocupadas por diversos cuadros- y los pasillos estaban forrados en alfombras. Los muebles de madera oscura le daban el aspecto de una antigua mansión. Era difícil encontrar una superficie, ya fuera una cómoda o un estante, que no tuviera algo encima, podía ser una foto, un florero, velas, o cualquier cosa. A pesar de tener muchas cosas en todos lados el ambiente era muy acogedor. Había un largo pasillo que era el centro de la estancia y que la atravesaba: si te parabas en la puerta principal mirando hacia el interior de la casa podías ver la puerta trasera. Y una simple escalera de madera llevaba al segundo piso.

Sorprendentemente la ropa me quedó perfecta, como si hubiera sido hecha a medida. Cuando ya estuve totalmente limpio y vestido recogí mi sucia y arrugada ropa y la hice un bulto para tratar que el barro no se siguiera desprendiendo de ella. Cuando abrí la puerta encontré mis botas totalmente limpias apoyadas en la muralla del frente (la muralla de la escalera), y tenían una pequeña nota que decía "deja tu ropa en el canasto debajo del lavabo". Antes de salir definitivamente del baño me eché una mirada en el espejo: vi a un hombre que hace mucho tiempo no veía, ese hombre con ropa común y corriente que quiere ser un buen padre y esposo, el que busca constantemente la felicidad del otro, ese hombre que fui antes de la guerra. Un hombre de tez clara, pelo rubio oscuro y unos vivos ojos verdes le devolvía la mirada. Me quedé un tiempo mirando mi reflejo tratando de imaginarme si podría volver a ser ese hombre después de que la guerra terminara. Después de todo, las guerras no duran toda la vida. 

Dejé la ropa en el canasto, me estiré la ropa, me ajusté los suspensores por enésima vez y salí del baño

Al salir del baño giré hacia la derecha- ya que hacia la izquierda estaba la entrada- y caminé a través del largo pasillo hasta donde el marco de una puerta daba la entrada al comedor. Una inmensa mesa rectangular estaba en el centro de ella. Un candelabro impresionante colgaba en el centro de la estancia y quedaba suspendido justo sobre la mesa. Todas las sillas estaban ocupadas por hambrientos e impacientes niños. Se hizo un mutismo cuando entré en la sala, toda la atención estaba puesta sobre mí.

- Niños él es Chris Häusser y va a ser nuestro invitado por hoy- dijo Miss Avocet rompiendo el silencio

Tras la presentación poco a poco las conversaciones y los juegos se fueron reanudando. Rodeé la mesa observando a los niños: todos conversaban animadamente de lo que hicieron en la mañana, de lo que almorzarían hoy y de lo que harían en la tarde. Sin poner énfasis en ninguna de las conversaciones caminé hasta el extremo más alejado de la mesa, donde quedaba una silla sin ocupar en la cabecera de la mesa. Me senté y quedé entre Miss Avocet y el niño invisible. Era increíble que hace un par de horas me encontraba encerrado en la base con valerosos pero tercos hombres y ahora estuviera sentado en el comedor de una mansión al lado de un niño invisible.

- Hola soy Millard. Lamento lo del bosque – dijo Millard con una sincera voz, que era lo único que se podía apreciar del peculiar

- No te preocupes, creo que aún sigo vivo- dije palpándome el cuerpo- Y si hubiera entrado alguien desconocido a mi propiedad reaccionaria de la misma manera- dije guiñándole un ojo

A pesar de estar en una casa completamente desconocida con personas que me podrían matar en segundos estoy bastante cómodo. Quizás es por el ambiente a hogar que se siente por todos lados, hace mucho tiempo que no sentía eso.

Después de un tiempo de ligera conversación con Millard, dos niños entraron al comedor con delantales de cocina y con bandejas cubiertas. Se hizo el silencio. Todos miraban las bandejas tratando de descifrar cuál era su contenido. Los pequeños chefs dejaron las bandejas en el centro de la mesa y salieron de la habitación. Seguí con la vista la salida de estos y cuando se perdieron detrás de la muralla Miss Peregrine entró en la estancia.

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora