Capítulo 31

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El olor a pólvora inunda el estrecho y frío túnel, el alba se lleva consigo la fina bruma de la noche y trae el sonido de las aves, que es ocasionalmente interrumpido por los bombardeos repentinos y uno que otro tiro al aire. Filas y filas de tiritones y angustiados hombres se apiñan en la empinada cuesta de tierra que lleva a campo abierto. Tumbados en la tierra boca abajo y balbuceando una que otra oración esperan la orden. Yo espero apoyado de espaldas a que mi pelotón llegue al punto de evacuación para salir junto a ellos. El coronel Ax es el encargado de toda la misión; espera apoyado en la misma muralla en que yo lo hago, contando los segundos para iniciar el ataque. En un momento levanta su rapada cabeza, abre la boca y puedo leer desde sus mismos labios la orden:

- ¡Andando! – los entumidos hombres con embarrados uniformes, abollados cascos y pesados fusiles se arrastran por la cuesta y apenas llegan a la cima corren con todas sus fuerzas. El sonido de bombas, disparos y los gritos de dolor no se demoran en llegar. El primer grupo pasa

- ¡Häusser tu tuno! – grita el coronel. Los segundos se convierten en minutos; miro uno a uno a mi pelotón que tiritan igual que el fino de techo de madera que nos separa del exterior cuando las bombas impactan en el suelo. Me pongo al frente del grupo y espero la señal. El coronel baja el brazo dando la partida. Corro con todas mis fuerzas por el pantanoso terreno mientras bombas y bombas caen a mí alrededor dejando grandes cráteres en el suelo y llevándose consigo a uno o dos soldados por los aires. Mi corazón late deprisa, mi respiración se desboca y la adrenalina corre sin piedad por mis venas. Los soldados caen como dominós... uno a uno. De repente una sensación de presión se manifiesta en mi pecho, a la distancia una bola negra se mueve en dirección hacia nosotros, aumentando gradualmente la sensación. Me freno de golpe al ver que unos tentáculos salen desde sus costados y una imponente mandíbula se abre de sopetón dejando a la vista numerosas corridas de afilados dientes. Me paralizo. Un fuerte golpe hace que algo, o alguien, y yo caigamos en una cráter

- ¡QUÉ DEMONIOS! – le pregunto al soldado empujándolo hacia un costado

- ¿Eres Chris?

- Capitán Häusser para usted

- Lamen... - una granada cayó cerca de nuestra posición levantando una capa de tierra – lamento molestarlo soy el soldado Portman. Eso que vio ahí es un hueco

- ¿Qué cosa?

- La bola con tentáculos – dice el soldado sujetándose el casco con una mano – tienes que ir a la mansión y decirle a Miss Peregrine lo que viste aquí

- ¿Aquí donde?

- ¡Es un sueño! – dijo agarrándome por las solapas – ahora ¡Despierta!

La imagen se tornó borrosa y lo único que escucho es un grito repetidamente ¡DESPIERTA!

Me levanto sobresaltado de la cama de mi habitación con la respiración descontrolada y una capa de sudor cubriendo mi piel, pensé que las pesadillas se habían desvanecido. Miro la hora en mi reloj; 5:43, hace unas 4 o 5 horas mí cita se terminó. Después de un viaje en bote bajo la lluvia, una caminata por el bosque y más que un par de besos y abrazos llegamos al hogar; la dejé en la puerta, empapada pero en una pieza, le di un último beso y me devolví,  no sin antes prometerle que ese mismo día, ya que eran altas horas de la noche, volvería. El camino de vuelta fue, en pocas palabras, una sonrisa imborrable. Repasaba una y otra vez la noche de principio a fin ¿Podía hacer hecho algo más? Pero tras un par de revisiones me di cuenta de que no cambiaría nada, ni siquiera la lluvia; de hecho esta fue una de las mejores partes. Llegué sin ningún lugar seco a la base; entré de puntillas, llegué a mi pieza, me saqué la ropa, la colgué, me sequé el pelo con una toalla y me acosté en mi cama con las mejillas adoloridas de tanto sonreír. Nose cuando fue el momento en que cerré los ojos

Me siento en la cama y me seco el sudor de la cara con las manos, mi cuerpo tiembla levemente. Las bombas, las balas, el frío, el barro, la sangre, hacen que, cada vez que las recuerde, un terror y un nulo autocontrol dominen mi cuerpo. La luz del alba apenas logra iluminar la habitación y las gotas siguen cayendo contra la ventana. Como en experiencias anteriores no lograré volver a dormirme por lo que me levanto y me voy a dar una ducha.

El agua tibia ayuda a calmar el temblor en mis manos y me recuerda el calor de los labios de Alma, suficiente para dejarme tranquilo, pero aún hay una pregunta que sigue resonando en mi cerebro ¿Fue un sueño? Se sentía excesivamente real; sentía la sangre por mis venas, mi pecho subir y bajar por la respiración y el frío calar mis huesos, además estoy seguro que podía pensar y actuar como me hubiera dado la gana ¿Eso no es igual a la vida real? Portman...Portman...Portman, tenía un aire familiar...voy a ir a administración a buscar los nombres de los soldados reclutados en el último año. Y por último, y la gota que rebalsó el vaso, un monstruo con tentáculos...probablemente me estoy saliendo de mis casillas. Salí de la ducha pensando en que quizás estoy exagerando el tema, quizás fue un estúpido sueño, pero ese pensamiento se borró inmediatamente cuando me miro frente al espejo y veo un feo moretón en mi costado: el golpe del soldado 


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Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora