Capítulo 35

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- Buenos días Mayor... - dice una voz femenina – Sabe...había escuchado de las celebraciones por las ascensiones de cargos, pero nunca pensé que llegarían hasta este extremo – algo mojado se posa en mi frente con un poco de presión. Mantengo los ojos cerrados al notar un terrible dolor de cabeza – Si se queda con este paño una media hora probablemente el dolor de cabeza disminuya

- ¿Dónde estoy? – digo con una voz casi de ultratumba

- En la enfermería, Mayor...soy Kate

- Hola Kate... ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

- Llegó como a las 6...mmm...son las 9:42... 3 horas, 42 minutos y unos segundos – solté un bufido – por cierto tu herida ya está curada, y me di cuenta de un moretón en el otro costado ¿Fue hoy?

- Mmm... no me acuerdo – invento

- Esta bien... te dejo para que descanses – apaga la luz y escucho el cierre de la puerta.

Hace años que no tomaba tanto como hoy...y creo que ya me estoy acordando del el porqué. El golpe de unos nudillos en la puerta hace que mi cerebro haga más presión en mi cráneo

- Pase – logro soltar mientras llevo una mano hasta el paño

- Permiso mayor – dice una voz masculina cerrando la puerta – le traigo los informes que me pidió – abro los ojos de golpe

- Lamento no haberlos ido a buscar, la verdad ni siqui...

- No se preocupe mayor, pude ver el estado en el que lo dejaron en la entrada. Así que pensé en que sería mejor traérselos personalmente – cerré la boca lentamente

- Gracias – dejo el paño sobre la almohada, abro un ojo esperando a que mi vista se acostumbre, tenso los brazos y con la ayuda de estos me siento en la camilla. Cuando las cosas dejan de girar y la presión en mi cabeza disminuye estiro el brazo para tomar los documentos – Tienes libre mañana, cualquier persona común necesitaría por lo menos un día después de buscar tanta información como esta – la pila de papeles era apenas sostenible por mi brazo - ¿sí?

- No creo que sea lo que deber...

- Eigner, es una orden – una sonrisa se forma en el rostro del joven cadete

- Gracias señor... - se cuadra y sale de la enfermería

Tomo los papeles, paso un par de hojas y lo dejo a un lado, se me hace imposible concentrarme para leer. Poso los pies en el suelo, me estiro y el dolor de cabeza me recuerda, cada milisegundo, las últimas horas ¿Por qué? ¿Por qué ahora? ¿Por qué a mí?

Cuando saco la conclusión de que probablemente esta noche no duerma por el repiqueteo de mi cabeza, me centro en un cartel que hay sobre una mesa auxiliar "Como última instancia – Kate" Me acerco hasta ella y puedo ver un pequeño vaso plástico con una píldora blanca

- Gracias – digo al cielo con los ojos cerrados – te debo una

Pongo la pastilla en mi boca y trago. Cruzo los dedos para que haga efecto en menos de una hora.

Cuando estoy a punto de caer en el sueño un grito proveniente de afuera me sobresalta

- ¡No puede pasar, esto es un recinto privado! – me incorporo y abro en pequeño espacio de la cortina que se encuentra tras la cama, y puedo ver como un soldado interpone su fusil entre él y un encapuchado. La noche y la capucha dejan en las sombras todos los rasgos de la misteriosa figura. Luego de un intercambio de palabras que iban subiendo de tono cada vez más Bunge aparece para aclarar la situación. El soldado baja el fusil y se cuadra, mientras Bunge habla con la figura. En un momento se gira y mira directamente a la ventana en que me encuentro, cierro de golpe el pequeño espacio que tenía abierto, rezando para que no me haya visto. Espero unos segundos y lentamente poso nuevamente la mano en la cortina y la corro suavemente. Miro por un espacio diminuto y puedo ver que Bunge ya no está, solo quedan el encapuchado y el soldado. Este último, en un nuevo intento de la figura por entrar,la empuja con fuerza, haciendo que esta retroceda un paso, se le caiga la capucha y dejando al descubierto su rostro

- Alma... - susurro mientras siento una presión en el pecho

Salgo corriendo de la enfermería con el corazón latiéndome a mil por hora y la sangre hirviendo y juntándose en mis apretados puños

- ¡Hey! ¡Hey! – digo llegando a la entrada en el momento justo en que el soldado iba a volver a embestir a Alma - ¡Aléjate de ella!

De un empujón bestial dejo al soldado sentado en el barro, aturdido y con el dedo en el gatillo de su fusil

- ¡Cuádrese soldado! – el rostro se le empalidece al ver quien lo había tumbado. Se levanta de un salto y ejecuta la orden - ¿Qué estaba haciendo?

- Es...estaba

- ¡20 flexiones! – el soldado no duda un segundo y se tira al suelo. Me giro hacia Alma - ¿Estás bien? – asiente con una expresión entre asombro e incredulidad - ¡Al muelle ida y vuelta! – el soldado se levanta y comienza a trotar rítmicamente con el fusil en el pecho hacia el muelle - ¿Segura que estás bien? – le digo mientras la tomo de los brazos y la reviso

- Sí – dice después de un suspiro, soltando toda la presión

- ¿Qué haces aquí?

- Enoch soñó que algo te pasaba – cuando pensé que podía aplazar la noticia me equivoqué - ¿Estás bien?

- Ahora sí – doy una larga inspiración y exhalo el aire lentamente bajo la atenta mirada de Alma – Vamos adentro...hay algo que tengo que contarte – estiro la mano y ella la toma con una expresión que no sé identificar

Los pasos que damos en dirección a mi habitación son eternos. Trato de pensar en exactamente cómo voy a empezar "Tengo una noticia bueno y una mala, la mala es que me voy a la guerra...y la buena..." no tengo ni una noticia buena "¿Sabías que los militares van a la guerra? Pues yo me voy en unas semanas... ¿Sorpresa?"... definitivamente no "Alma me iré a la guerra, pero te prometo que volveré..." No, esa promesa no se puede hacer

Abro la puerta de la habitación, dejo que Alma pase y la cierro tras mi espalda

- Está bastante ordenada para ser la habitación de un hombre – dice mirando la cama, las repisas y el velador. Da una vistazo rápido por la habitación, se saca la capa, la tira en una silla y se sienta en la cama – Entonces... ¿Qué quieres decirme?

- Mmm... Alma yo – un toque en la puerta me interrumpe. Me doy media vuelta y voy hacia la puerta. Cuando la abro un soldado con la respiración agitada me mira. Miro a Alma y cierro la puerta tras mi espalda - ¿Soldado?

- ¿Permiso para continuar con mi guardia señor?

- Ve a dormir, mañana hablaré contigo – el soldado asiente y se da media vuelta, dirigiéndose hacia las habitaciones

- ¡Mayor!

- James, ¿Qué tal?

- Excelente mayor, felicitaciones por el ascenso

- Gracias

- Vengo a pedirle la autorización para cerrar la base, mañana todos los soldados tienen una mini campaña de capacitación

- Autorizado, esperemos que esta noche no intenten tomar la base de nuevo

- Esperemos que no... Una pregunta mayor... ¿Qué piensa de este nuevo ataque?

- ¿Con toda la confianza?

- Con toda la confianza – replica James

- No he revisado el programa, pero creo que será uno de los ataques más arriesgados – James frunce los labios

- Bueno...creo que iré a buscar las llaves. Buenas noches mayor

- Buenas noches recluta

Abro la puerta de un tirón y veo que Alma aún sigue sentada en la misma posición

- ¿Te quedas o nos vamos? – alza una ceja – Van a cerrar la base - aclaro

- Nos vamos – se pone de pie, recoge la capa, llega hasta mí y me da un corto beso en los labios, toma mi mano y me tira hacia el exterior 

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora