Capítulo 30: Chris Häusser

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Estamos en la entrada del restaurante con las espaldas pegadas a la puerta para quedar bajo el corto techo. La tormenta se había calmado- pero no para interrumpir mi momento de valentía. Nadie sabe hace cuánto tiempo que deseaba ese beso-, pero aun así si estiras un brazo más allá del techo, este queda empapado en un par de segundos. La calle está totalmente desierta, lo único que se puede ver son las gotas cayendo a través del haz de luz de los faroles y el reflejo de esta en los charcos

- Ten – digo sacándome la chaqueta y poniéndosela en los hombros a Alma

- Gracias. Chris...de verdad no sé cómo agradecerte por esta noche, fue...

- Hey – le digo interrumpiéndola – la noche no ha terminado, aún hay una tormenta que cruzar – le dediqué una sonrisa ladeada - ¿Lista? – asiente – espera un minuto- le digo mirándola de arriba a abajo

- ¿Qué tengo?

- Aparte de unos hermosos ojos y una sonrisa perfecta... - y un vestido provocativo. Sonríe y baja la mirada -tienes la cabeza desprotegida – me saco el sombrero y se lo pongo medio ladeado – Ahora sí estás lista - Me da un beso fugaz en la mejilla

- Y ahora yo lo estoy – digo tomándole una mano, mientras siento como una corriente se expande desde mi mejilla. Tenemos que correr un buen trecho, estoy casi seguro de que ir de techo en techo va a ser igual que ir por la mitad de la calle – Uno...

- Dos...

- ¡Tres! – corremos con los dedos entrelazados mientras las gotas nos empapan cada centímetro de nuestros cuerpos; la camisa se me pega al torso, al igual que los pantalones, mis zapatos rechinan cada vez que tocan el suelo y los mechones de pelo que me quedan sobre la frente, que antes estaban peinados con gel, están adheridos a ella y gotean sin cesar, el vestido de Alma se pega AUN MÁS a su curvilíneo cuerpo... ¡¿Por qué yo?! Trato de mantener la vista en el camino, pero el único en que se centra mi cerebro es en como Alma tira de mí por la lluvia. Llegamos casi sin aliento al toldo de una tienda, goteando como si fuéramos una ducha. Me agarro la corbata, la enrollo y la estrujo, creo que podría llenar un vaso con agua solo con la corbata. Miro a Alma mientras comprime su cabello aun con la respiración agitada.

- Parece que no fue una muy buena idea – le digo entre arduas respiraciones

- ¿Tú crees? Parecemos perros mojados – su risa se me contagia...al final quedamos sentados en el suelo con las manos en las costillas. La lluvia sigue cayendo incesantemente, e incluso yo diría que más impetuosa que hace un rato

- Al menos tu cabeza no está tan mojada – le digo mientras veo cómo el sombrero había cumplido su función

- Algo es algo... ¿Qué vamos a hacer?

- Yo creo que ir de techo en techo no nos va a servir mucho, avanzamos dos cuadras y estamos estilando. Imagina todo el camino que nos queda. Así que yo creo que la mejor idea – me levanté del suelo – es hacer esto.

Avanzo de espaldas, con la atenta mirada de Alma, hasta que siento el golpeteo de la lluvia sobre mí. El agua me corre por el rostro, baja por mi cuello hasta la camisa, sigue por mi abdomen y termina metiéndose por mis zapatos. Algunos podrán pensar que es fastidioso pero la verdad es que se siente...bien

- ¿Está muy fría? – pregunta Alma levantándose del suelo

- Ven a probarla – doy un paso hacia atrás. Ella avanza lentamente sin quitarme la vista de encima, llega hasta el límite del toldo y se detiene; se saca la chaqueta, la tira al suelo y pone el sombrero sobre el revoltijo de tela. Con una intensa mirada y una sonrisa pícara da un paso largo y quedamos frente a frente en medio de la lluvia,  goteando sin cesar

- Apuesto a que si hacemos una carrera en este mismo instante, te gano – habla un poco más fuerte de lo normal, ya que el sonido de la lluvia limita la audición

- ¿Hasta dónde? – le digo pensativo. No podemos hacer nada más así que... ¿Por qué no?

- Mmm... - chasqueo los dedos

- Ya sé – me dirijo hasta la chaqueta y el sombrero, los recojo del suelo, troto hasta la siguiente intersección de la calle y los dejo tal cual estaban; la chaqueta amontonada en suelo y el sombrero en la cumbre. Vuelvo a su lado jadeando – El...que...llegue primero a la ropa...gana

- Sólo para que no digas que hago trampa te voy a dejar recuperarte

- Suena justo – inhalo y exhalo un par de veces hasta recuperar el ritmo normal de respiración. Paso mis manos por mi cara para quitarme un poco de agua que me nubla vista – Listo

- Dame un segundo – se arrodilla, se desabrocha un zapato, luego el otro y se vuelve a poner de pie 

- ¿Sin zapatos?

- ¿Has tratado de correr con taco? – una sonrisa se forma en nuestros rostros

- Si es así entonces te voy a dar tres segundos de ventaja

- Con dos me vasta y me sobra – dice elongando el cuello y las piernas

- Está bien...como tú quieras. Estas son las reglas; primero voy a contar hasta tres y tú saldrás corriendo, luego contaré dos segundos más y saldré yo, el primero que llegue a la ropa gana

- Perfecto – dice adelantando una pierna sobre la otra, doblando las rodillas, arreglándose un mechón de pelo y afirmando firmemente los zapatos con una mano

- Uno...dos – sale corriendo en el momento en que pronuncio la última sílaba del dos - ¡Tramposa! – grito mientras empiezo a correr detrás de Alma que apenas se mantiene en pie por la risa

- ¡Se llama astucia! – grita cuando recoge el sombrero del montón de ropa

- ¡Devuélveme ese sombrero!

- ¡Intenta quitármelo! – sigue corriendo calle abajo con una mano sobre el sombrero. Aumento mi frecuencia de zancadas y acorto la distancia a una gran velocidad

- ¡Dámelo! – le digo cuando la alcanzo, la tomo por la espalda, la elevo y le doy una vuelta sobre mis talones. En un descuido sus zapatos salen disparados hacia algún lugar de la calle

- ¡Está bien! Está bien... - dice mientras la vuelvo a dejar en el suelo

No nos podemos aguantar la risa, pero estas cesan cuando Alma se gira y quedamos mirándonos frente a frente, tratando de decir mil cosas solo con la mirada. Mis manos, ahora en su cintura, la acercan más hacia mi cuerpo. Las gotas se deslizan por su tersa piel, por sus labios y su escote. Le corro un mechón de pelo del rostro y se lo dejo detrás de la oreja. Lo único que pienso es "Ahora nadie nos va a interrumpir".Alma me mira, sé que está esperando lo mismo que yo .Poso mi mano en su mejilla, miro sus ojos, esos ojos que me enamoraron desde la primera vez que la vi y me acerco. Nuestros labios entran en contacto y una descarga, más fuerte que todas las que he sentido, me recorre de pies a cabeza. Sus suaves y tibios labios se mueven entre los míos, noto cómo una adicción hacia ellos se cala en cada centímetro de mi cuerpo. Siento cómo todo lo que nos rodea desaparece, cómo el tiempo se hace indiferente y cómo nuestros corazones se acercan uno a otro latiendo cómo nunca antes. Con cada movimiento una parte de mi coraza, formada hace año, se cae a pedazos. Nos separamos un par de centímetros para tomar aire

- Qué pasaría si te digiera que no estoy lista para dejar ir esta noche – pregunta en un susurro cerca de mis labios

- Te diría que estoy igual que tú – nos sumimos en un nuevo beso, más profundo, con más deseo; yo la abrazo fuertemente por la cintura y ella posa sus brazos en mis mejillas. Investigamos cada centímetro de nuestros labios sin compasión. Nos quedamos sin oxígeno, nos separamos, abro los ojos y veo cómo Alma se muerde el labio inferior con una sonrisa

- ¿Puede ser esta noche más perfecta?... - digo pasando un pulgar sobre sus labios

- Definitivamente no



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