Capítulo 28

452 53 6
                                    


Me arreglo la corbata y el sombrero frente al espejo por última vez. Espero que al menos me vea apuesto, seguí todos los consejos que Horace me dio:

- "Ni se te ocurra ponerte una chaqueta simple, una chaqueta de doble botonadura siempre le agrada a las señoritas, – se paseaba delante de mí de un lado a otro mientras miraba al suelo y enfatizaba sus palabras con movimientos de manos, y obviamente con su superior vocabulario – el traje debe ser completo; nada de chaqueta y pantalón de distinto color eso mataría el honor de un traje, debes peinarte con gel, lustrar tus zapatos y planchar tus pantalones

- Horace...solo era una recomenda...

- No me interrumpas – dijo mirándome por primera vez desde que solicité su ayuda – el cuello de la camisa debe estar bien doblado se sobre la corbata y BAJO el cuello de la chaqueta, si lo pones por sobre parecerás camarero, debes perfumarte de pies a cabeza y por último debes lucir tu mejor sonrisa... ¿Alguna pregunta? – negué con la cabeza – entonces ya sabes cómo vestirte. Ahora ve he impresiona a Miss Peregrine"

Con los consejos de Enoch fui a la tienda de Alicia y le compré el mejor traje que tenía. Me lo probé y tras una exhaustiva revisión, hecha por la misma dueña de la tienda y su hija, fue elegido. Se supone que los militares siempre, aunque sea para ir hasta la esquina de la calle, deben andar uniformados, por lo que mi horario de salida de la base es justo al tiempo de acondicionamiento físico, en donde casi la totalidad del ejército sale a hacer deporte por la ciudad. Me escabullí a hurtadillas por los pasillos y corrí hasta el portón de salida...creo que nadie me vio. Apenas salgo a la calle una pequeña brisa y unas negras nubes que surcan el cielo anuncian una inminente lluvia

Con las últimas luces del día avanzo para llegar al muelle – había hablado con Dylan, cuando me trajo de vuelta, y le había pedido que dejara a Alma en él. Los faroles encendidos, la madera vieja creo que le da un toque más...romántico... Camino hasta el final de este y veo cómo un punto avanza a toda velocidad en medio del mar; son ellos. Meto mis manos en los bolsillos, no mejor cruzo los brazos, no mejor....

- ¡Tranquilízate! ¡Es solo una cita! – me regaña mi yo interior

Luego de unos minutos ya se podía distinguir a Dylan en la parte trasera del bote con los brazos sumergidos hasta el codo en el mar, y en la proa un chaleco apoyado en los finos hombros de Alma.

- ¿Usted, acicalado caballero, pidió a esta hermosa dama?- dice Dylan cuando llega junto al muelle

- Sí, pero nunca creí que aceptaría

Alma se levanta de su asiento se da media vuelta y queda mirando hacia mí ¿Quién creería que tengo a la mujer más hermosa de la ciudad? Se ve como una mujer sacada de mis más irreales sueños, su vestido rojo está ceñido hasta si cintura y luego cae libremente sobre sus muslos, su pelo recogido en un medio moño resalta sus finas facciones, sus labios pintados de un carmesí intenso y sus ojos resaltados por sombras hace el marco perfecto para su rostro, unos tacones y un par de joyas estilizan su imagen -obviamente eso es lo que pienso porque lo que demuestro es solo una sonrisa embobada -.

- Ayúdame a subir – dice mientras estira sus manos hacia mí – entrelazo mis dedos con los suyos e impulso hacia arriba el liviano cuerpo de Alma. Parece que tiro demasiado porque cuando esta queda a mi altura queda a solo un par de centímetros de mi cara. Su delicioso olor me envuelve. Se separa y sonríe

- Te ves increíble – le digo con una sonrisa. se ruboriza por segundos

- Tú no te ves para nada mal – dice guiñándome un ojo

- ¿Empezamos? – le digo ofreciéndole mi brazo – ella entrelaza su brazo con el mío y de casualidad nuestras manos se rozan. Tenía las manos de la misma temperatura que un iceberg – ¡Estás congelada!

- Creo que no vine vestida para una carrera en bote – dice con una sonrisa

- Ten – me desabotono mi chaqueta

- No te preocupes, estoy bi... - me acerco a ella y le pongo la chaqueta sobre los hombros y le froto los brazos unos segundos

- ¿Mejor?

- Sí, gracias – me toma la mano, una corriente baja desde mi nuca y comienza nuestro paseo 

- Adiós Dylan, gracias por traerla 

- No hay de que ¡Que disfruten la velada!

 - ¿Qué tienes para mí esta noche? - dice Alma girándose hacia mí 

- En un par de minutos lo verás

Caminamos tranquilamente por la acera iluminada por faroles hasta que llegamos al restaurante en el que había reservado. Abrí la puerta, dejé que Alma pasara y entré. El interior está bastante más agradable que afuera.

- Buenas noches – dijo el impecablemente vestido recepcionista que está detrás del mesón principal

- Buenas noches – le saludé

- ¿Tiene reservación?

- Sí, a nombre de Chris Häusser

- Ah...usted es el que reservó la mesa Premium

- Lo mejor para lo mejor – dije mirando a Alma

- Síganme por favor

Entramos a una sala común, en donde todos disfrutan de la velada. Alma, en un segundo, acaparó todas las miradas de la sala; hombres y mujeres la miraban de pies a cabeza, los hombres con la boca abierta y las mujeres con una notable mirada de celos

- Te dije que te veías hermosa – le dije en su oído. Ella se pega a mí y toma más fuerte mi mano. Subo nuestras manos entrelazadas y planto un beso en el dorso de la suya. Juro que sus ojos brillan de una manera especial y hermosa


¿Qué les pareció el capítulo? Espero que estén listos para el siguiente. No olviden comentar y votar

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora