Capítulo 12

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Ya estábamos listos para salir cuando repentinamente Kate irrumpió en la habitación.

- Capitán lamento molestarlo, pero he venido a recordarle que a pesar de tener el permiso médico y tener el horario libre usted debe llegar a las 8:00 pm a la enfermería para hacerle un chequeo

- Ahí estaré – dije acomodándome el cinturón y la gorra por última vez

Tras una larga caminata por fin llegamos al muelle, en donde el señor Dylan estaba, como la primera vez, junto al poste con el cartel.

- Buenos días señor Dylan

- Buenos días Chris

- Necesito que nos lleves a la isla lo más rápido que puedas

- ¿Nos?...ok ya entendí...hola Millard

- Hola – respondió Millard levantando su mano

- Bueno creo que tengo espacio para dos en el bote

Y así fue como descubrí la peculiaridad del señor Cameron. No llevábamos (decidí ayudarlo a remar) más de 10 minutos remando cuando Dylan me miró y dijo:

- Ya estamos lo suficiente alejados – comentó mirando la costa de Gales

- ¿Alejados para qué?

- Mete el remo dentro del bote

Obedecí la orden e introduje los remos al mismo tiempo que él me imitaba (o yo lo imitaba a él). Después se arremangó su lanudo chaleco, introdujo una de sus manos al agua y cerró sus ojos. Por un pequeño momento pensé que se había vuelto completamente loco, hasta que luego de unas milésimas de segundo el bote empezó a surcar el mar a una velocidad increíble. Íbamos tan rápido que con el primer impulso de aceleración quedé recostado en el suelo del bote de espaldas, como una tortuga. Miré hacia Millard sin dar crédito a lo que estaba sucediendo, me devolvió la mirada casi diciendo "yo estaba igual la primera vez".

Después de un efímero viaje llegamos a la orilla de la isla. Apenas el bote encalló en la arena Millard y yo saltamos de este y empezamos a correr hacia donde se suponía estaría el bosque

- Gracias, nos veremos pronto – le grité a el señor Cameron mientras me alejaba por la arena

En efecto, luego de un tiempo, llegamos al borde del bosque en donde nos detuvimos para recobrar el aliento

- Desde aquí es recto hasta los arbustos con formas de animal – dijo con dificultad Millard, que estaba con las brazos apoyados en sus piernas respirando trabajosamente

Tras un breve momento de descanso decidimos seguir el camino; saltamos ramas, sorteamos las irregularidades del barro y corrimos sin parar hasta llegar a los arbustos. Creo que hicimos el record de velocidad en este trecho. Con el sudor fresco en nuestras frentes y con cansancio llegamos - ¡Al fin! – al círculo de arbustos.

Tras otro recobro de aliento por fin estuvimos totalmente recompuestos. Como era mi primera experiencia en bucles no tenía ni la menor idea de que tenía que hacer (solo tenía la pequeña referencia que me había dicho Emma cuando me fui), por lo que Millard, en simples palabras, me explico paso a paso el proceso. Lo primero era posicionarse precisamente entre el minotauro y la sirena (Emma me había dicho que me subiera al elefante)

- ¿Esta es la única forma de entrar al bucle? – pregunté recordando los datos de Emma

- Es eso o humillarte subiéndote al elefante – respondió Millard

Prefiero esto, definitivamente

Luego debía poner mis manos en cada uno de estos y finalmente cerrar los ojos. Sonaba fácil así que fui totalmente sereno a hacer mi primer intento. Cuando me dirigía a posicionarme entre el minotauro y la sirena vi, en el suelo, que había una huella (que debía ser por toda las veces que alguien había entrado al bucle) por lo que puse mis pies exactamente en ella. Inspiré aire profundamente y cerré los ojos.

Una sensación parecida a la de ir en un avión que estuviera dando vueltas me recorrió el cuerpo por uno o dos segundos. Luego de que la horrible sensación cesara abrí los ojos: el cielo ya no estaba nublado, en su lugar unas blancas nubes lo cubrían y el suelo no estaba mojado...había vuelto a ayer

Me separé lentamente de los arbustos y tomé la suficiente distancia para que cuando llegara Millard pudiera moverse. Esperé un par de segundos y mágicamente Millard apreció entre los arbustos en una solo pieza y con los ojos cerrados.

- ¿Estás bien?

- Eso creo – dije mirando mi cuerpo

- Ok, entonces tenemos que seguir

Seguimos corriendo. Yo solo seguía a Millard, quien corría ágilmente entre las ramas, troncos y piedras que componían el camino. La misma suave brisa del día anterior removía los brazos de los árboles y los luminosos rayos del sol le daban un tono armonioso al entorno...al igual que ayer.

Corrimos, corrimos, corrimos y corrimos... ¡Ah!...y corrimos.

El tejado de la casa poco a poco empezó a surgir de entre los árboles, tan magnífico como lo recordaba. En este punto del trayecto lo único que escuchaba era el bombeo de mi corazón, nada más. Mis piernas hace mucho tiempo que no corrían tanto, creo que la última vez fue para...para sanarle el tobillo a Miss Peregrine.

Lentamente la casa empezó a aparecer en todo su esplendor; sus jardines, el porche y sus arbustos

Tras un de los últimos árboles que formaban el perímetro de la casa Millard se detuvo y se agachó. Yo, al tiempo que lo alcancé, lo imité

- ¿Qué hora es aquí? – dije jadeando

- Alrededor de las 8 am. Ahora necesitamos rodear la casa hasta llegar a la parte posterior de esta y entrar por la puerta trasera. Yo me adelantaré un par de metros ¿Ok?

- Entendido

Corrió agachado a un árbol que estaba más alejado, y desde ahí me hizo una seña para que avanzáramos. Con cada paso las hojas crujían bajo mis pies y mi corazón se aceleraba. Parecía una misión de espionaje. En el interior de la casa no se percibía ni se veía ningún movimiento.

Estábamos llegando a la mitad de la casa cuando un ruido a mis espaldas me sobresaltó. Me giré lo más rápido que pude para encontrarme con nada. Me giré nuevamente buscando a Millard y no lo encontré.

- ¿Qué rayos...? – dije buscándolo entre los árboles

Otro ruido a mi espalda. Me puse de pie y apoyé mi espalda en el árbol en el que estaba, tratando de tener una vista de por lo menos de 180 grados. Ruidos a la izquierda...silencio. Ruidos a la derecha...silencio. Me corazón se aceleró aún más que cuando estaba corriendo. Un inmenso ruido hizo que sacara el cuchillo de mi cinturón. Empuñándolo con la mano derecha vigilaba cada espacio que tenía en frente.

Poco a poco, después de no haber escuchado ruidos en un tiempo, me acerqué a la parte trasera de la casa.

Cuando estaba lo suficientemente cerca corrí hacia la puerta trasera con la mayor velocidad que mis piernas me concedieron.

Llegue a la puerta he hice una rápida inspección al bosque

- ¿Dónde rayos te metiste Millard?

Estaba de espaldas a la puerta cuando un colosal ruido hizo que casi me diera un infarto

Miss Peregrine y el extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora