Capítulo 7: La promesa

5.3K 431 8
                                    

Narra Rossi

¿Existe algo peor que estar atada?
Pues si, estar atada frente a un idiota llamado Matt.

Bueno, quizas también existe algo peor que eso. Y es que cada vez que Miranda pasa por aquí él le diga cosas lindas, estupidas y pervertidas, esperen, que para rematar, ella se sonroja y se va, no obstante, sigue pasando para que él repita sus babosadas.

— ¿Podrías callarte de una vez?—. Digo cabreada ya.

Si no me sueltan voy a enloquecer.

— ¿Esta celosa?—. Dice, no evito soltar una gran carcajada.

— Estas loco, quizás te amarraron tan fuerte con esas sogas que la sangre ya no pasa a tu cerebro.

— Claro—. Ignora mi comentario y es cuestión de segundos para que una sonrisa arrogante se pose en su rostro —. En verdad estás celosa.

— Mira, hagamos un trato, si tú te callas, yo dejaré de insultarte, ¿bien?

Espero desesperada una respuesta de su parte, pero en su lugar, me mira como si no entendiera lo que digo, luego, dejándome muy confundida hace un puchero.

— ¿Que hice ahora?—. Casi se escuchó como un gruñido.

— Es que me había acostumbrado a tus insultos.

— ¡Agh, imbécil!—. Grité frustrada, intentando soltar mis manos para poder golpearlo. Claramente fue en vano.

— Bien, tranquila—. Ríe abiertamente por primera vez—. Mejor cambiemos el trato, dejo de hablar y molestarte, si tú aceptas que tienes celos.

— ¡Púdrete, Matt! —. Gruñí furiosa, este nunca va a cambiar.

— Mimada.

— Cabezota.

... ... ...

Narra Dylan/ Matt

— Mimada.

— Cabezota.

Luego de ese infantil insulto no volví a responder, necesitaba salir de aquí y rápido, esta niña es verdaderamente un fastidio.

¿Cómo me pudo gustar de pequeña?

Era tierna y tú no eras un idiota.

Quizás ella hablaba menos.

No lo creo, el caso es que aún te gusta.

¡Claro que no!

Luego de esa demasiado absurda conversación con mi subconsciente, me removí en la silla y la observe, su mirada estaba perdida en algún lugar del suelo, su cabello caía por su rostro y su pie ahora descalzo se movía al tono de alguna música imaginaria que de seguro pasaba por su cabeza.

Estaba tan tranquila, tan linda.

— ¿En qué piensas?—. Me sorprendí por la suavidad en mi voz, al parecer ella también lo hizo, ya que me observo frunciendo el ceño, aunque luego se relajó.

— En el viaje, de verdad me emociona ir.

Suspiré, no quería ser tan duro con ella, pero en verdad me parecía una estupidez.

— ¿Por qué?

— Cuando era pequeña... —. Empezó diciendo, miró sus dedos y luego sus grandes ojos azules se posaron en mi—. Bueno, vivía con mis padres en Italia... Ahí Mía y yo teníamos todo, a los amigos de papá y mamá que eran básicamente nuestros tíos, y... habían dos niñitos amigos nuestros, recuerdo que estábamos en tiempos de vacaciones, e íbamos a viajar con ellos y la familia a Las siete puntas del tridente, el caso fue que nunca viajamos, ya que mis padres y nosotras nos tuvimos que mudar... creo que es una de las peores cosas que me han pasado...—. Sonrió con tristeza.

DESTINOS © ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora