Capítulo 51: Uve de Velkan

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Narra Mia

El pitido del aparato mantenía un ritmo constante. Mis ojos divagaban por toda la habitación. Las paredes blancas le daban un aspecto tranquilizante a este lugar, las cortinas apenas se movían debido al aire acondicionado. Unas plantas artificiales eran el único distintivo de color en la recama de hospital de Rossi.

Habían pasado varios días desde el incidente. Yo no podía dormir o comer, lo único que hacía era estar a su lado, sujetando sus manos y a veces hablándole, llorando cuando la frustración me invadía.

¿Qué iba a ser si no despertaba?

Los doctores habían dicho que estaba bien, y que aunque sufrió un tipo de shock por un colapso en las vías respiratorias, iba a mejorar. La herida que se auto provocó no fue grave, gracias a Dios. Y aunque no pondré en duda que Rossi es fuerte, eso no me quita el miedo de que en algún momento algo se pueda complicar.

Las lágrimas rodaban por mis mejillas cuando sentí los cálidos brazos de mi mamá rodearme. Cuando la tuve ahí no pude más, y dejé que todo el dolor que se agrupaba y golpeaba con fuerza mi interior, saliera.

Narra Justin

La muerte es una excusa. A veces pensamos que podríamos librarnos de ella, pero la realidad es que eso no es posible. Cuando a alguien le toca morir, ni porque se quite lo evitará, y si no le toca, ni porque se ponga. Dylan y yo solíamos repetir eso las innumerables veces que nos metimos en líos, todas y cada una de las veces que hicimos algo peligroso por lograr nuestro objetivo: Encontrar a la familia Novak y vengarnos.

Aquella frase solía darme fuerzas. Pero justo ahora solo logra hacerme temblar de miedo.

Mi hermano estuvo a punto de perder la vida. Perdió demasiada sangre y lleva días sin despertar. No hay mucho que hacer por él, es lo que dicen los doctores: Orar y esperar que despierte.

Nunca había sido un chico religioso, pero estaba seguro de que si había alguien allá arriba, debía ayudar. Dylan no merecía morir, tenía tantas cosas por vivir que me estremecía de pensar en que dejara este jodido mundo. En que me dejara...

─ Eres un imbécil ─. Susurré. Con mis manos juntas a modo de rezo, sostenía mi frente con los codos apoyados en la camilla de sabanas blancas en la que se encontraba el cuerpo intubado de mi hermano.

─ Nunca te he dicho esto Dyl, pero eres la persona más fuerte que he conocido en este puto mundo, y estoy malditamente feliz de que seas mi hermano ─. Las palabras salieron sin mucho esfuerzo de mi boca. Mi energía estaba puesta en aguantar las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos ─. Siempre me has cuidado, siempre me has hecho sentir que a pesar de toda la mierda que nos tocó vivir soy afortunado de que seas mi familia... y también has sido un testarudo, un inmaduro y caprichoso... pero está bien, porque quiero que recuerdes los huevos que tienes y que te levantes de esta jodida cama de mierda... recuerda Dylan, recuerda todo lo que dejaría aquí si no peleas... Rossi te necesita más que nunca, vuelve por ella.

Narra Rossi

Mi cuerpo estaba inmóvil, podía sentir por momentos pequeñas corrientes que recorrían desde las puntas de mis dedos hasta el pecho. La voz de Mia se había convertido en mi ancla, solía escucharla y algo dentro de mi se aceleraba, intentando darme la fuerza necesaria para decirle que está bien, que estoy aquí y que intento regresar por ella... y por lo que sea que haya dejado.

Aunque no tengo idea de como terminé así, espero poder comprenderlo, porque justo ahora todo se siente como si el rompecabezas que estaba formando hubiera sido desarmado y revuelto. No se si sueño o si estoy despierta, pero por momentos veo cosas que no estoy segura de haber vivido, necesito saber de que se trata, necesito descubrir quién es él y por que la idea de perderlo me hace tener inmensas ganas de llorar.

─ Ella es fuerte ─. La voz de mi mamá me hizo sentir una descarga en el pecho.

─ Lo es ─. Ahora era mi papá quien hablaba.

Literalmente sentía arder mis manos, pero no podía moverlas, no podía mover ninguna parte de mi cuerpo, ni hablar, ni abrir los ojos, ni nada.

*** *** ***

Mis mejillas ardían, mi respiración era pesada. Mis muñecas estaban inmóviles, atadas por sogas gruesas que me lastimaban cuando intentaba moverlas. Estaba descalza, sucia y tenía frío. El silencio era abrumador, hasta que el metal de las paredes que me encerraban empezaron a sonar como si alguien pasara un arma con filo por ellas, provocando un estruendoso chillido que me ponía los pelos de punta.

De pronto ya no estaba atada. Estaba de espaldas a un acantilado. La brisa movía mi cabello y no me había dado cuenta de que no estaba sola hasta que escuché su voz fría y que aunque había pasado tiempo, pude reconocer.

─ ¿Como te sientes, Rossi?

─ ¿Uve? —. Dije en seguida. Podría reconocer esa voz.

No hubo una respueesta de su parte más que una sombría sonrisa que logró intimidarme. Sus labios eran rojos, su tez clara y sus ojos de un azul impresionante. Tenía la sonrisa más sensual y tenebrosa que haya visto, y no sabía cómo era eso posible.

— ¿Qué quieres? —. Pregunté, mis piernas temblaron cuando empezó a caminar hacia mi.

— Saber como te encuentras... —. Dijo haciendo una pausa —. Contarte la verdad.

No quería parecer sorprendida ante lo que decía, pero era obvio que me sorprendía, y mucho. En seguida mi cabeza empezó a doler, como si estuviera haciendo un esfuerzo sobrehumano por recordar algo.

— No... no quiero saber la verdad.

Eso le sacó otra maldita sonrisa llena de arrogancia. La distancia entre nosotros no eran muy prudente. Intenté alejarme, no lo conseguí.

— ¿Te gusta mentir? —. Susurró muy cerca, demasiado. Su aliento cálido y el mío empezaron a unirse. Me sentía abrumada y asustada —. ¿Te gusta tenerme cerca?

Las alarmas se encendieron en todo mi cuerpo cuando una de sus manos se pasó por mi cuerpo quedándose en mi espalda baja. Su agarre era fuerte, pero como si el peso que hubiera estado sobre mi se desvaneciera, retrocedí alejándome. De pronto estaba al borde del acantilado.

— ¿¡Que quieres!? —. Grité cuando sentí la ira recorrerme. Las lágrimas amenazaban con salir.

— Dylan no es lo que piensas... es un mentiroso que te manipuló para vengarse de tus padres, la única forma en la que el te quiso fue muerta... a ti, a Mia, a Dominic y a Luci.

Sus palabras penetraron con fuerza la coraza que había estado intentando construir. De pronto todo empezó a cobrar sentido. Ya sabía quien era él... pero no entendía por qué lo quería...

Una última sonrisa se formó en los labios de aquel chico que hablaba frente a mi.

— Es Uve de Velkan—. Susurró y como si lo hubiera planeado me empujó, dejándome caer por el precipicio del gran acantilado.

¿Quién era en realidad Dylan?

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