Capítulo 35: Terreno peligroso

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Narra Rossi.

Me siento realmente cansada, la noche con Matt fue espectacular, disfruté grandemente, Matt lo hacía tan bien... Sin duda nadie imita a los famosos mejor que él.

Aun el recuerdo de verlo de Lady Gaga me hace querer estallar en carcajadas.

— ¿Qué estás pensando, Rossi?

Me rio por el recuerdo de hace rato. Sus ojos me miran intrigados.

— No es nada —. Me excuso. Obviamente el no me cree pero decide no hacer más preguntas.

— Bueno si, esto.

En seguida decido mostrarle una de las fotografías que tomé de él sin que se diera cuenta. Su mirada recorre la pantalla del celular y cuando se que me lo va a quitar, lo alejo de él y río en voz alta. Su mirada es acusadora.

— Ya por favor, no te enojes, mejor bésame —. Pido haciendo puchero.

¡Chicas, anoten!
De esta forma persuades a un chico, y sí te gusta es beso no está mal.

— Te daré muchos besos, Rossi—. Se acerca y besa repetidas veces mi frente, frunciendo el ceño lo miro, y él ríe—. ¿Dónde lo querías, cariño?

Eso no era parte del plan.

— Olvídalo tonto—. Me volteo fingiendo enojo decidida a seguir durmiendo, ya que aún ni siquiera me levanto de la cama.

La gran carcajada de Matt me hace rodar los ojos, y antes de envorlverme entera con las mantas en la cama, las arrebata de mi y su cuerpo se acomoda sobre el mío.

Lo miro desafiante intentado ignorar las cosquillas en mi estómago. El ríe y se acerca a mi, cierro los ojos por la impresión. Segundos después, la persuadida soy yo.

Matt deja mis manos presionadas con las suyas sobre mi cabeza.

Definitivamente esto no era parte del plan.

¡Abortar misión, chicas!

— Responde, linda—. Su sonrisa muy conocida ya, sexy y pícara, se hace presente, ruego por no sonrojarme— ¿Dónde quieres los besos?

¡Indignación! ¡Quemen el papel y mis consejos, quemen el lápiz con que escribieron, por Dios!

— Me niego rotundamente a responder eso, Matt, déjame seguir durmiendo.

Mi voz es particularmente fría, la expresión divertida en Matt no se va.

— ¿Quieres ayuda?—. Pregunta ignorando lo antes dicho —. Vamos a darte pistas.

Mi cerebro no procesa aun sus palabras cuando ya tengo sus labios sobre mi mejilla seguido de un susurro que dice "¿aquí?".

Los besos van y los besos vienen. Besa mi otra mejilla y repite la palabra, y así sigue.

— Entonces, Rossi, ¿aquí?—. Besa mi cuello. El susurro de sus palabras se mezcla con nuestras inestables respiraciones—. ¿O lo prefieres aquí?

Sus labios descienden a mi clavícula. Ya no se en que cielo estoy... Matt también hace bien esto. De pronto un leve, chiquito, diminuto gemido se me sale.

Siento su respiración en el centro de mi cuello y mis mejillas arden, sus labios rozan el inicio de mis pechos.

— ¿Quieres que me detenga?

¡¿Me pregunta a mi?!

— ¿Quieres que me detenga, Rossi?—. Insiste.

Su voz sale entrecortada y me da gracia la situación. Con mucha vergüenza muevo mi cabeza en negación.

— Demonios cariño, si quieres que pare me dices y lo hago.

Estoy casi segura de que dice algo más, sin embargo mi concentración está en otras cosas, como por ejemplo, los labios de Matt sobre el inicio de mis pechos y en la forma en la que levanta mi blusa.

Sus manos frías por haber tomado una ducha hace poco me hacen estremecer. Presiona con algo de fuerza mi cintura y otro gemido chiquito sale sin aviso.

El recuerdo de haberme quitado el sujetador horas antes en la madrugas para estar cómoda descarga una calentura mayor en mis mejillas. Sus manos, torturandome ascienden lentamente.

— Matt—. Jadeo.

Un grito de alarma se extiende por todo mi cuerpo. Sus labios se encueran en el punto exacto del centro de mis pechos. Entonces lo recuerdo, la puerta no tenía seguro.

Como si de una mala broma se tratara las voces de Mara y Diego se escuchan cerca. Mis ojos se abren con sorpresa y nerviosismo, intentando apartar sin éxito al sexy hombre sobre mi. Sin más remedio lo empujó fuera, en seguida
se queja pero es Mara quien interrumpe esta vez.

— Rossi —. La sorpresa en su voz es evidente. Diego no puede ni de hablar porque la rubia balbucea unas cuantas cosas sin papar. Quiero preguntar que rayos le pasa pero en seguida sale de la habitación como si su vida dependiera de ello.

La confusión en evidente en mi expresión. Matt aún soba su cabeza pero no le da mucha importancia, entonces es cuando fija por completo si atención en mi y una sonora carcajada llena el lugar.

— Lo lamento, volví a marcar tu cuello —. Reconoce.

Mis ojos se abren de impresión por lo que dijo y por inercia llevo mi mano hasta la zona que minutos antes devoraba Matt. Gruño porque puedo sentir un pequeño bulto y se que este es peor que el anterior.

No me gustan ese tipo de marcas, mi piel suele marcarse con facilidad y se ve terrible. Hago un puchero pensando en seguida como ocultaré el morado.

Decido no mirarlo para hacerle creer que estoy enojada y me levanto en silencio aún cuando Matt no para de pedirme que lo mire. Tomo mi toalla y mis cosas de aseo personal para luego encerrarme en el baño.  

Con mis ojos en el reflejo del espejo, suspiro y niego levemente, las manos a cada costado del lavamanos y un pensamiento dando vueltas en mi mente.

Matt y yo hemos tenido esos encuentros subidos de tono algunas veces, y es claro que él ya ha pisado terreno peligroso con chicas. Y yo estaba muy lejos de empezar si quiera.

Realmente... ¿realmente tendré valor para hacerlo con Matt? Y él... ¿él lo quiere hacer?

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