Capítulo 3: La fiesta

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Narra Mía

Observé a Rossi caminar hacia la piscina, entonces quise seguirla hasta que escuche algo que logró inquietarme un poco.

— Drew y Mattew si van a venir—. Le decía Diego a Mara mientras la besaba, entonces empezó a llegar gente por montones.

— ¿Hablas de él mismo Drew que me presentaste?—. Interrumpí, acercándome a ellos. Diego asintió.

— Sí, vendrá con su hermano, Mattew.

— Está bien, iré a ver a Rossi—. Avisé y me perdí entre la gente.

Recordé haber visto a Rossi dirigirse hasta la piscina, sin embargo, cuando fui ella ya no están ahí. Debía encontrarla y contarle lo que había pasado.

Narra Rossi

No es un secreto que entre Mía y yo, mi curiosidad sobrepasa niveles astronómicos, y no siempre como decía mi mamá la curiosidad me lleva a cosas malas, mucho menos ahora que observo la espléndida moto. Desde hace un par de años he querido una, pero mi papá es un poquito sobre protector, así que he dejado en el olvido ese deseo.

Toco suavemente el asiento y hasta observo detenidamente las ruedas, la única vez que he visto una moto igual fue cuando el tío Sebastián ganó una en una subasta o algo así me dijo, aunque tuvo que venderla porque la tía Lily había empezado a odiar las motocicletas de manera repentina tras su embarazo.

Un carraspeo me saca de mis pensamientos y me giro sobresaltada.

Hay un chico parado ahí.

— ¿Te gusta la moto de mi hermano?—. Dice, su voz es muy gruesa y eso lo hace ver misterioso entre la oscuridad en la que se encuentra. No logro distinguirlo.

— Es bonita—. Confieso, repitiéndome qué tal vez deba terminar con esta conversación. Mara es muy conocida, y muchas de las personas que asistieron hoy a esta fiesta no son invitados directos, por lo que no evito pensar que quizás la persona con la que estoy hablando pueda ser algún desconocido peligroso.

Decidida a marcharme empiezo a caminar en dirección a la fiesta, donde hay un poco más de luz y personas.

— ¿Cómo te llamas?— Pregunta cuando estoy pasando por su lado. Por inercia me detuve, admirándolo así un poco más de cerca.

— No le diría mi nombre a un desconocido—. Digo obvia, intentando no sonar tan a la defensiva.

— Podría averiguarlo muy rápido si quisiera.

— Inténtalo—. Reté, arrepintiéndome al instante. Una sonrisa surcó sus labios.

—Rossi!—. Una apurada Mía empezó a llamarme.

— Mierda—. Susurré, él chico soltó una ronca risa que intenté ignorar cuando finalmente iba a irme de su lado.

El fue más rápido, y logró tomar mi mano entre las suyas.

— Un gusto Rossi—. Besó delicadamente, eso me dejó helada—. Yo soy Matt.

Retrocedí dejando un poco de la luz que irradiaban los adentros de la casa a la vista, él se acercó, y mi corazón sintió algo, no se lo que era, su rostro se me hacía familiar, solté el aire que no me había dado cuenta que contenía cuando volví a escuchar mi nombre, ahora, mucho más cerca.

Solté mi mano de las suyas, lo mire por última vez a los ojos y sin dar vuelta atrás o siquiera mirar, empecé a caminar dentro.

¡Eso fue demasiado extraño!

¿Quién habrá sido ese chico?

Su mirada tenía lago que aunque no podía descifrar, me decía que ya la había visto antes.
Estaba caminando de regreso, entonces vi a Mía preguntarle algo a un chico, él negó y ella se quedó ahí. Caminé por detrás silenciosamente y al estar a sus espaldas, la agarre de los pechos y grité.

Ella se soltó asustada y yo no evite reír.

—¡Tonta, me has asustado!—. Gruñó y no evité reír con ganas. Era tan delicada.

— Ese era mi plan, ¿por qué tan desesperada buscándome?

— Hoy que salí con Cris me encontré con Diego, él no estaba solo, iba con un chico, su nombre es Drew, todo fue normal, excepto que él jodido chico me recordó mucho a Justin—. Dijo susurrando el final, como si temiera ser escuchada.

Tomo de una de las mesas de al lado un trago y bebo un poco.

— ¿Me estás diciendo que un chico, que apenas conoces hoy, que se llama Drew te recuerda a Justin?-. Asiente.

— ¿Y quién es Justin?—. Pregunté, haciéndola enojar.

— ¿Recuerdas a los dos niños que conocimos en Italia, con los que papá se ponía celoso?—. Me quedé en silencio —. ¡Joder, Rossi, si tú primer beso te lo dio Dylan, el hermano de Justin!-. Brama.

Entonces recuerdo algo, mi mamá pillándome en mi primer beso con Dyl.

— ¡Bien, ya recordé!—. Levanté los brazo con cuidado de no tirar mi trago.

— Es lo que te digo, y me acabo de enterar que Drew, bueno, que él tiene un hermano—. Susurra, entonces recuerdo a Mattew, no sé porque, solo su imagen vino a mi mente.

Suspiré sintiéndome cansada de repente.

— Tienes razón, pero seamos realistas, han pasado 7 años, no creo que... bueno, que sean ellos-. Suspiro.

— Claro, es casi imposible.

Dando por finalizada esa conversación, Mia y yo decidimos olvidar un poco el estrés bailando y bebiendo, disfrutando el momento, sin embargo, admito que gran parte de la noche mis pensamientos pertenecieron únicamente a aquel recuerdo de mi niñez.

Todo terminó tan rápido... nunca lo volví a ver, y ahora... ¿es posible que sea él?

*** *** ***

Quise alargarlo, pero me gustó este final, así que aquí está.

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