Capítulo 8: Las hermanas problema

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Narra Rossi

Tres semana, solo tres semanas y seremos libres, solo tres semanas para el gran viaje a Las siete puntas de tridente. Eso fue lo que me repetí alrededor de 5 minutos tratando de aminorar mis ganas de mandar todo al carajo y no ir al jodido instituto.

Me levanté y tome mi toalla, iría a despertar a Mia y luego me bañaría en el baño de invitados, ya que el agua caliente de mi baño se averió y hace un frío que cala los huesos.
Entro a la habitación de mi hermana y observo el bulto bajo las sábanas, ruedo los ojos.

— Despierta Mía, despierta ya, perezosa-. Dije, y sin más, aparte las cobijas. Mierda.

Corrí hasta el baño de invitados.

— ¡No Mia, sal de ahí, yo ya tenía el baño preparado para mí!-. Chillé golpeando la puerta, su risa no tardó en escucharse.

— Lo lamento, hermana—. Río con más fuerza.

— Maldita Mia, me las vas a pagar—. Susurré y me fui hasta el baño de mi habitación.

Me despojé de mi ropa y entre a la ducha, a la cuenta de tres abrí la llave y chille al sentir el agua helada caer por mi cuerpo.
Veinte sufridos minutos después, salí casi congelada y quizás con hipotermia en primer grado, bueno, si es que eso existe.

Caminé a paso de pingüino a mi armario y empecé a sacar algo de ropa. Luego, ya vestida y con el cabello seco, bajé las escaleras lista para desayunar.

— Hermanita—. Escuché a Mia en la cocina—. No me odies, he hecho tu desayuno favorito—. Sonrió nerviosa y la mire fulminante, luego reí y ella se relajó.

Entre bromas comimos. Escuché por varios minutos las quejas de Mia respecto a Cris y unos mensajes tontos que le había enviado la noche anterior, yo, como siempre intenté hacerla entrar en razón, a la final me sentí orgullosa de ver que esta vez meditó un poco la situación. Espero siga así y finalmente se deshaga del estorbo que es Cris en su vida.

Nos apresuramos al llegar al instituto ya que íbamos un poco tarde, al final cada una se fue por su camino y a su clase, yo a Biología y Mia a Contabilidad y Comercio.

Pobre hermana mía.

Entré, y sin siquiera notarlo el maestro entro detrás de mí, suspire de alivio.

— Buenos días, jóvenes—. Saluda el maestro, todo el mundo lo hace igual y la clase empieza.

Todo va bien, hasta que el maestro habla.

— Hoy tendremos una alumna y compañera nueva, ella es de Berlín y ha venido de intercambio a terminar su semestre aquí.

Un par de comentarios y murmuraciones se empezaron a escuchar. Algo característico que tenía mi instituto era que a diferencia de los otros, que se dividían por años lectivos, aquí se maneja por semestre, ya que cada vez que un periodo termina se realiza un proceso de intercambios a otros países. Al parecer ella llegó antes para probar.

Luego de eso entra una joven alta, de cabello rubio y ojos al parecer verdes.

— Preséntese—. Dice él maestro.

— Buenos días, mi nombre es Sofía Hill, tengo 17 años y soy de Berlín... — Se removió en su lugar, al parecer nerviosa —. Creo que eso es todo—. Esto último se lo susurro al profesor.

— Bien chicos, su nueva compañera ya se presentó, le asignaré un compañero y un puesto por el resto del semestre.

El profesor escaneo la clase, yo observaba fuera, por la ventana, esa chica se ve bastante tranquila, ni me agrada ni me fastidi...

— Con usted señorita Novak.

— ¿Qué conmigo?—. Hablé, y luego de algunas risas me percato de la forma en la que hablé—. Digo, claro... a lo que sea que haya dicho-. Lo ultimo casi lo susurro, pero igual algunos escucharon y rieron.

— Señorita Novak, un poco más de atención—. Me regaña— Bueno, me refería a que la señorita Hill ahora será su nueva compañera, entonces me complacería mucho que la ayudara a integrarse con los demás—. Sonrió hipócritamente, no es secreto que este profesor me odia.

— Como usted diga—. Bromee, e hice una seña de militar, el torció los labios y se giró.

Grandísimo idiota.

— ¿Qué dijo?

Ay no, lo he dicho en voz alta. Otra vez.

— Yo no...

— ¡A dirección!—. Sentenció.

Tome mis cosas ya bastante malhumorada y salí susurrando profanidades, me valía muy poco que me escuchara, ese viejo siempre se burla de mi.

Lo odio.

Narra Mía

— Lo juro, no fue mi intención—. Casi lloriquee.

Estaba tan apresurada por ir al salón de Contabilidad y Comercio que sin darme cuenta choque con una chica, quise disculparme, pero en verdad no tenía tiempo; de lo apresurada que estaba entré tan rápido al salón que tiré la puerta, entonces le di en la nariz a la maestra...

Suspiró sonoramente la directora, tocando su cien con cansancio.

— Señorita, o usted lo hace al propósito, o es que es muy torpe.

Iba a decir algo, pero la conocida voz de Rossi se hizo presente.

— ¡Que no! no fue mi culpa, además su clase es aburrida y...

— Aquí está Rossi de nuevo—. Dijo Casandra, la secretaria de la directora entrando a mi hermana casi a empujones.

— ¿Qué haces tú aquí?—. Hablamos al unísono.

La directora rodó los ojos.

— Definitivamente ustedes son las señoritas problemas. ¡Ay mi Dios, dame fuerzas!

Narrador omnisciente.

Las hermanas problemas, como las llamaba la directora, salieron al fin de detención, no precisamente por acabar su castigo, sino por qué no paraban de hacer ruido y las echaron también de ahí.

— Te dije que aceptaras que las motos son mejores—. Brama Rossi, pateando una piedra de camino a la salida del instituto.

Mía no evita rodar los ojos con frustración.

— Sabes que no, bueno, quizás, pero más seguros son los autos... mejor cállate ya y vámonos, me duele la cabeza—. Se queja Mia y Rossi asiente caminando más deprisa.

— Hey Rossi... ¿ellos no son...?

— Si, Matt y Drew...

Rápidamente llega a su mente el recuerdo de lo que le contó a Matt, eso la avergüenza un poco pero le afecta más el hecho de que pensándolo bien, mintió acerca de es algo sin sentido y sin importancia, qué tonto, claro que tiene importancia, más de la que ella esperaría.

Pero la pregunta importante...

¿Que hacen ellos aquí?

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