Nunca me había sentido tan nerviosa en mi propia casa, pero sabía que no podía confiar en nadie más que en Rossi y si quería que todo esto saliera bien, debía ser precavida.
— ¿Ya? —. Pregunté por segunda vez, observando con nerviosismo como Rossi hurgaba entre las cosas de Karla, la señora de limpieza que tiene más tiempo que todas aquí.
— ¡No me presiones! —. Gruñó y revolvió su cabello en un acto desesperado. Iba a hablar cuando algo se iluminó en su rostro. En seguida se movió y con una fuerza que no sabía que tenía levantó el grueso y claramente pesado colchón de la cama. El estruendo que provocó este cuando volvió a su lugar fue abrumador, pero Rossi había conseguido lo que buscaba.
— Las llaves de atrás.
— Bien, vamos —. Dije y empecé a caminar por el pasillo intentando ser cautelosa. No habían personas cerca, pero en cualquier momento alguien podría aparecer.
Rossi y yo estábamos frente a la puerta trasera, la que no tenía vigilancia porque normalmente tenía seguro interno y externo siempre. Cuando estaba a punto de intentar abrir, vi con tiempo una melena pelirroja bastante llamativa. Iba entrando. La puerta no tenía puesto el pestillo y era claro que Karla no era la única con llave.
En un segundo Rossi y yo estábamos escondidas detrás de un armario grande que se encontraba cerca. El idioma que hablaba la chica era ruso sin duda y al ver cómo cubría el tatuaje ilegible en su brazo lo confirmé.
Era una de los malos.
— YA nenavizhu prismotr za det'mi, Velkan. (Odio cuidar niños, Velkan) —. Gruñó con voz áspera mientras hablaba por teléfono. Sus largas botas que llegaban hasta sus rodillas me hicieron fruncir el ceño por alguna razón. Creo que las recordaba.
— Ty i tvoi igry. (Tú y tus juegos)—. Dijo en respuesta y luego de susurrar un —. Vint tebya. (Jódete).
Había entendido a la perfección lo que dijo, y sabía que Rossi también, de otra manera no se habría quedado petrificada cuando la pelirroja se marchó. No teníamos mucho tiempo.
— Es... él—. Susurró claramente confundida y abrumada. Ella había reconocido el nombre.
Sin responder la tomé del brazo y la llevé a rastras hasta el auto. No pasó mucho tiempo cuando ya habíamos salido de la zona peligrosa. Aunque tal vez eso era irónico, ya que íbamos directo a la boca del lobo, tal vez corriendo peligro real.
Los minutos pasaron y aunque conducía hasta un lugar que recordaba de alguna conversación con Justin sin certeza de que estuvieran allí, no fue hasta que recibí una confirmación de su parte que estuve segura.
¿Cómo sabía que iría a buscarlo?
— No lo entiendo —. Dijo Rossi y despegué mis ojos del teléfono cuando el semáforo volvió a estar en verde —. Él sabe que planeaba ir a verlo.
— A mi también me ha escrito Justin—. Confirmé.
— Es muy extraño, en las películas esto sólo significa algo malo... aunque esto no es una película —. Dijo y no supe si quería llegar a algún punto en específico.
— Exacto, las muertes en las películas también son fingidas... —. Ataqué.
— Por favor no empeores las cosas, que ya estoy lo suficientemente nerviosa.
Ninguna de las dos volvió a hablar el resto del camino. Cada vez nos alejábamos más de los autos y de las casas. No habían árboles. No habían personas. No había rastro de nada más que el de dos tontas que seguramente no estaban midiendo el peligro.
— Esto parece una trampa... —. Susurró y desvíe mis ojos hasta Rossi. En verdad estaba pálida y aunque no hacía frío había una brisa helada que no sería buena para ella considerando que solo está usando una camiseta de tela fina y unos jeans rasgados.
Me sumí tanto en mi instinto sobre protector que no me di cuenta de que a lo lejos un viejo edificio se asomaba. Era viejo en verdad. Y aunque estaba segura de nunca haberlo visto sentía que lo recordaba. Una vez estuvimos frente a el, intenté dejar el auto de una forma estratégica y tomé un destornillador que llevaba en la guantera.
— Usa esto —. Le lancé mi chaqueta a Rossi cuando bajamos junto con el arma improvisada.
Ella no dijo nada y se la puso, guardando el destornillador en su cintura.
Entramos.
La oscuridad y un olor nauseabundo nos envolvió en seguida. Jadee cuando vi el cuerpo sin cabeza de un animal que entre lo humedecido de su pelaje por lo que probablemente era su propia sangre, distinguía como perro. Rossi tapó su nariz y se vio mucho más tolerante que yo. Se adelantó unos pasos de mi y en voz medianamente alta leyó.
— Tic-tac, Rossi y Mia.
— Esto debe ser una broma—. Gruñí intentando aguantar el olor. Un mensaje se hizo presente y mi celular vibró en mi bolsillo trasero del pantalón. Lo tomé y leí, el remitente era Justin.
— Hay que ir arriba.
De una forma increíblemente rápida nos alejamos de la escena y poco a poco se podía volver a respirar con normalidad. Las escaleras y todo era muy viejo, o al menos eso era lo que indicaba la fragilidad de ciertas partes y el óxido y moho en algunos rincones.
— Si esto es una broma voy a matarlos —. Susurré y observé a Rossi que miraba el piso con una mezcla de asco y confusión. Imite su acción y antes de tener que alumbrar con el flash de mi celular, la luz de todo el lugar se encendió de golpe.
No hubo ni una sola esquina del lugar en oscuridad. Y varias cosas fueron reveladas.
La primera sorpresa fue que sin darnos cuenta habíamos estado caminando por lo que literalmente parecía un río de sangre. La segunda sorpresa, una gran puerta al final del extenso pasillo se abrió y dejó a la vista a Justin y a Dylan en medio de varios cuerpos mutilados.
Eso no era todo.
Eso no era lo peor.
A tan solo unos metros de ellos estaban dos chicas en ropa interior, amordazadas y atadas a unas sillas. Tal como me lo había mostrado mi papá.
Idénticas a mi y a Rossi.
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Nos acercamos al final, que nervios...
Voten si les gusta, por favor, y comenten también, me gusta saber que piensan. ☀️
Los amo y bendiciones.
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DESTINOS © ✅
Любовные романыMia y Rossi son hermanas por elección. El destino jugó a su favor cuando apenas eran unas niñas, pero los años pasaron y su pasado las persigue. Justin y Dylan tuvieron una infancia desafortunada. Crecieron llenos de rencor y con una nueva identida...