Capítulo 23: Todo es un plan

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Narra Dylan/Matt:

— ¡No, no, no! —. Drew empezó a gritar, estaba enojado y lo entendía, pero no lo aceptaba, el propósito nunca fue ese y lo sabe, ahora sólo debo buscar una forma de arreglar todo eso.

— Tranquilo Drew—. Me obligué a soñar calmado.

— ¿Qué me tranquilice?—. Río sin gracia—. ¿Te das cuánta que has vendido la vida de los padre de Rossi y Mía?—. Preguntó y parecía que al recordarlo se enojaba más ya que sus manos se hacían puños contra el sofá del apartamento.

— No es asi...

— ¡Que sí, joder!—. Espetó —. Y no sólo la vida de ellos, sino también la de sus hijas.

— Es un plan—. Solté —. Pero debo poner mi vida en esto para que salga bien... y necesito de tu ayuda.

Maldijo algunas veces y luego me miró, tal vez intentando tranquilizar sus ganas de matarme. Lo vi asentir y un atisbo de alivio cruzó mi pecho.

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Narra Rossi.

— Voy a pasar lista—. Dije, y no hablaba para nada en broma—. Mia, Mara y Diego—. Los nombré, y me di cuenta de lo tonto que fue nombrarlos, era obvio que sólo faltaban los sexys hermanos.

— ¿Estas loca, verdad Rossi?—. Diego se burló.

— Sólo está nerviosa porque dentro de poco va a ver a Matt—. Se rió por lo bajo Mara, la fulminé y al instante un auto aparcó cerca segundos despues.

Mi corazón latió con fuerza.
Luego lo vi, y apreté mis piernas, estaba frente a mi, y se veía tan bien. Contuve un suspiro.

— ¡A la hora!—. Brama Diego, molestando.

Observo a Mía quien se dedica a observa a Drew mientras el junto a su hermano saludan a los que estamos aquí.

— Ya tranquilos— . Dice con egocentrismo, Matt—. Llegó por quien lloraban—. Rió y Diego se unió a esa risa, me dedicó una mirada llena de maldad e imploré que entendiera mi mirada de: cállate, gracias.

Y entonces cuando habló, supe enseguida que, o no entendió o en verdad hay maldad en él.

— Sí, sobre todo Rossi—. El calor era intenso en mis mejillas, y traté de hacer oido sordo a eso apartando la vista. Me voltee en un intento vano por dejar de ser vista.

— Yo también te extrañe, nena—. Dijo casi en un susurro imperceptible cerca de mi. Me voltee y se que el sonrojo fue inevitable.

¿Qué tenía que perder?

— Bien, lo admito, te extrañé.

Cuando mis palabras salieron de mi boca, me voltee, su rostro me dejó sin habla. Tenía los labios entreabiertos y sus ojos posados en los míos. Le sonreí levemente y volviendome valiente planté un beso en la comisura de sus labios. Lo observé una última vez y me alejé.

Lo admito, había empezado a jugar con él, pero de buena forma.

Las maletas estaban subidas ya, íbamos en una minivan. Diego conducía, Mara estaba junto a él y Mía ya estaba sentada en la primer fila de asientos, obviamente Drew iría ahí cuando termine de guardar su carro en el garage, eran tres filas de asientos, así que yo me senté en la de atrás, y junto a mi se sentó Matt.

— Tienes el privilegio de ir junto a mi en este viaje—. Dijo Matt, abusando de los acercamientos, me removí en mi asiento y sólo asentí despreocupada.

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