Capítulo 41: Prisioneros de demonios

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Narra Rossi.

Nunca me había puesto a pensar cuando y como sería mi primera vez, sin embargo, siempre quise que la persona con la que decidiera vivir ese momento fuera alguien a quien realmente amara. Ahora, entre los cálidos besos y dulces roces del cuerpo de Matt contra el mío puedo decir que sí, estoy entregandome a la persona que de verdad amo.

─Rossi─. Suspiró en mi cuello.

El cuerpo de Matt sobre mí manteniéndose con sus brazos a mi costado, mis manos en su pecho.

─Rossi─. Repitió, mis ojos buscaron los suyos─. Te amo.

Una corriente de felicidad llenó mi pecho y sólo sonreí.

─Yo también te amo, Matt.

Su rostro estaba iluminado, los besos habían cesado pero todo se había convertido en un momento mágico. Llevé instintivamente mis manos a su rostro y lo tomé, acercandolo a mi y besando con desespero sus labios.

─¿Estás segura de esto?─. Susurró en mi boca. Su aliento era cálido. Junté su frente con la mía.

─Totalmente segura.

Su rostro se relajó y besó mi frente.

─Voy a detenerme cuando tú quieras que lo haga, ¿bien?─. Dijo y asenti.

Los nervios naciendo en mi vientre. Una pequeña risa salió de mi y Matt la calló con un beso que había empezado lento, pero que con cada roce se había convertido en todo menos en eso. De pronto una leve caricia se sintió un poco por debajo de mi ombligo. La parte superior de traje de baño no tardó en esfumarse. Mis pezones erguidos estaban a la vista y podía sentir mis mejillas arder.

─Eres hermosa─. Susurró y besó mi cuello─. Perfecta─. Finalizó apretando mi cintura y volviendo a besar mi cuello, esta vez, un poco más abajo.

El aire que sin darme cuenta contenía, salió expulsado con la primera caricia en esa parte tan sensible de mí.

¡Santa Madre!

Ay, mi mamá... perdón mamí, pero tu debiste haberte sentido igual con papá, ¿o no?

Ay, ya mejor dejo de pensar en eso.

Sus labios estaban tan concentrados y yo me sentía tan bien que tuve la necesidad de poner una de mis manos sobre su cabeza, acariciando su pelo.

─Por Dios, si quieres que me detenga dilo ahora─. Jadeó y siguió besando mientras bajaba a mi abdomen, mi piel se erizó─. Si sigo así no creo que pueda detenerme.

"No quiero que lo hagas", pensé respondiendo en mi mente.

Su respiración se sentía acelerada al chocar contra mi piel y cuando estaba al ras de la parte de abajo del bikini y con el corazón en la boca, simplemente subió y buscó mis labios besando con mucha ansiedad, rápidamente correspondí.

No se cuanto tiempo estuvimos así, pero de un momento a otro empecé a sentir algo que apretaba la parte interna de mis piernas, enseguida supe de que se trataba y no evite sentir nervios... y excitación.

Aunque la tenía pequeña...

No se crean, ¡era enorme!

¡Santa Madre! ¿Rossi Novak? Suena como alguien que mañana no padrá caminar, ay...

¡Concentrate, Rossi!

No podía controlarme.

¿Qué me estaba haciendo Matt?

De pronto el bulto que sentía empezó a apretarse contra mi, cada vez con más insistencia provocando que un gemido saliera de mi boca e instintivamente mi cadera subió, una, dos, tres veces. Mi rostro ardía y jadeos de Matt me hacían perder la razón.

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