— ¡Sabes que no es justo! —. Dije cruzándome de brazos, sin moverme de la entrada de la habitación en la que el tío Sebastián nos había acorralado a mi y a Rossi.
— Además, ¿qué somos, niñas de cinco años? —. Desde atrás de la habitación bramó Rossi.
— Para mi sí, niñas, solo han crecido unos centímetros y ya.
Rodé los ojos, viendo como a unos metros de donde estábamos, Jack y Peter guiaban a Dylan y a Justin a otra habitación. Ellos no parecían contentos, pero tampoco protestaban.
— Te amo —. Gesticulé cuando tuve la atención de Justin, pero antes de que si quiera tuviera tiempo a ver su respuesta, el tío Sebastián había cerrado la puerta en mi cara.
— ¡Igualado! —. Grité golpeando la puerta.
— ¡Iguilidi! —. Se burló y acción seguida la carcajada de los tres escoltas se escucharon de fondo, alejándose.
Rodé los ojos con frustración y me giré, observando a Rossi que en vez de parecer enojada, deprimida o algo parecido, tenía una pícara expresión en el rostro.
Abrí los ojos con sorpresa y corrí hasta ella, sentándome a su lado.
Sin evitarlo nos abrazamos y Rossi chilló con emoción sin soltarme, —. Tú primero, ¡cuéntame! —. Dije.
— Bien, Dylan llegó solo unos minutos antes de que ustedes llegaran, no me había dado cuenta de que tenía un mensaje de él diciendo que no iba a pasar más tiempo sin mi, que le daba igual lo que dijera mi papá, y antes de que le pudiera responder, él ya había llegado.
—¿Así sin más? —. Pregunté, imaginándome exactamente como había sido —. ¿Y mi papá?
— Cuando bajé las escaleras él ya estaba ahí... obviamente no le agradó, Dylan le pidió disculpas por todo, y... preguntó acerca del bebé.
Cuando Rossi dijo eso, me fue inevitable no llevarme una mano a la boca, cubriéndola por la sorpresa que me había ovacionado.
— Mierda Rossi, la prueba...
Un sentimiento de tristeza me invadió, porque no había podido estar ahí para recibir la noticia junto a ella, y mis pensamientos se habían apoderado tanto de mis sentidos, que ni siquiera lo recordaba.
— Es negativo.
— ¿Qué? —. Pregunté y sentí mi frente arrugarse —. ¿Estás segura?
— Sí, los resultados llegaron esta mañana, mi papá estaba un poco... ¿disgustado? No es como si le emocionara la idea de un nieto, obviamente, pero parecía molesto.
Rodé los ojos con gracia, —. Creo que es porque no acepta la idea de que su niñita sea... una mujer.
Observé con detenimiento las facciones de Rossi, —. Creo que si—. Respondió y se dejó caer en la cama, resoplando y llevando sus manos a su vientre.
— ¿Quieres que te cuente lo qué pasó con Justin? —. Pregunté, subiendo y bajando las cejas con emoción.
Rossi no pudo responder, porque de la nada la puerta se abrió, dejando ver a nada más y nada menos que las chicas de la familia.
— ¡Oh por Dios! —. Chilló Rossi a mi lado, quien corrió y casi me empuja en el proceso —. ¡Tienes un bebé ahí dentro, Pau!
No me había dado cuenta de la barriga de Paula hasta que Rossi lo había mencionado. La emoción no tardó en recorrerme. Paula y Peter eran novios desde hace muchísimo tiempo, y cuando se casaron descubrieron que era complicado que pudieran tener un hijo, por eso la noticia es demasiado buena.
— De hecho son dos... —. Susurró Megan, la hermana de Bruno mientras acariciaba el pelo de Rossi que se mantenía arrodillada a la altura del abultado vientre de Paula.
— ¡Son dos! —. Chilló mi hermana y yo me eché a reír de la emoción. Me levanté y me acerqué a Megan, que me saludaba. En seguida Diane hizo lo mismo cuando terminó de escribir algo en su celular.
— ¿Como has estado, linda? —. Me preguntó Diane en cuanto me vio. Sus delicadas manos me envolvieron los brazos, elevándolos y observándome con mucha atención.
— Bien, supongo —. Dije sin prestarle verdadera atención. Siendo honesta me moría de ganas por acercarme a Paula y acariciar su barriga. Sin evitar más, lo hice.
— Vaya, para la próxima tendremos que venir embarazadas —. Bromeó Megan codeando a Diane que se sentaba junto a ella.
El tiempo desde que empezamos a hablar del bebé y de cómo habían estado se pasó muy rápido. Tanto que el momento incómodo hay llegado.
— Bien chicas... ¿saben por qué no las dejan bajar, no? —. La voz calmada de Paula, mientras acaricia su vientre se hace presente.
Rossi y yo compartimos miradas, mientras que los ojos de las mujeres presentes nos escudriñan.
— ¿Porque mientras vivamos en la casa de nuestros padres se hace lo que ellos digan?—. Intenté.
Paula hizo un mohín con la boca, y Megan se adelantó a hablar —. Chicas es preocupante lo qué pasó en estos últimos meses, ¿lo saben, no?
El sarcasmo empezaba a nacer en mi, pero no quería arruinar con comentarios inoportunos el momento tan bonito de reencuentro.
— Lo sabemos —. Dijo Rossi —. Pero no todo ha sido malo.
Agaché el rostro, jugando con el dobladillo de mi blusa, recordando los días que estuvimos en las siete puntas. Cada momento ahí fue mágico, pero de un segundo para otro, las cosas habían pasado a ser un verdadero infierno.
Dylan y Justin habían intentando asesinar a nuestros padres. Habían jugado con lo que podíamos sentir, todo por... venganza. Y sin embargo, algo dentro me dice que ni Justin ni Dylan querían herirnos realmente.
— ¿Por qué estás tan callada?
Levanté el rostro y me di cuenta de que todos me estaban mirando. Si era honesta conmigo misma, debía admitir que me aterraba lo que estaba pasando. Todo parecía tan calmo fuera de mi, pero dentro era un cuento distinto. Cada vez qué pasa por mi mente la idea de tener que olvidarme de Justin, o tal vez la idea de que el me olvide es... horrible, y duele.
— Yo no se lo que se supone que debo sentir, pero se que cuando estoy con Justin, es como si a mi alrededor todo se sintiera más liviano, incluso las cosas malas no duelen o se sienten mal, y las cosas lindas son aún mas lindas, si eso no es estar perdidamente enamorada de alguien, entonces no se lo que es, pero no pienso mentir diciendo que me importa... lo único que deseo es estar con él.
Mi respiración se había vuelto solo un poco más acelerada. Pero cuando me di cuenta de que mis palabras habían sido escuchadas no solo por las chicas, sino por mi papá y Justin, juraría haber tenido mi corazón en la garganta.
Los ojos se mi papá se hicieron aún más azules, como si estuviera muy enojado de verdad. El miedo de sus palabras pronto me había consumido.
— Mía y Rossi, abajo ahora mismo.
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DESTINOS © ✅
RomantizmMia y Rossi son hermanas por elección. El destino jugó a su favor cuando apenas eran unas niñas, pero los años pasaron y su pasado las persigue. Justin y Dylan tuvieron una infancia desafortunada. Crecieron llenos de rencor y con una nueva identida...