Narra Rossi
Una vez más, era como un infierno.
Aquella pesadilla en la que el frívolo chico me hablaba y me aventaba por el acantilado se repetía constantemente. Estaba abrumada.
Cuando no dormía, manteniendo la horrible pesadilla vigente podía darme cuenta de las cosas que pasaban a mi alrededor, podía escuchar las voces de mi familia, el frío en mis dedos y cuando había calma, los latidos de mi corazón martillaban contra mis oídos.
Pero no estaba segura del tiempo que había pasado, de la calma que estaba teniendo cuando lo escuché.
Dylan estaba aquí.
— Mi amor —. Fue lo primero que dijo y por primera vez ante esas palabras saliendo de su boca no supe cómo sentirme. Intenté despertarme, pero otra vez fue en vano. Yo permanecía en un lugar de paredes blancas, como grandes nubes que no me permitían ver más allá. El eco me indicaba que estaba sola, y aunque lo intentaba el no podía escucharme.
Imaginé su rostro y recordé tantas cosas.
El día que me hizo suya... la forma en la que se metió en mi corazón y lo bien que se sintió saber qué él estaba esperando por mi...
¿Pero fue mentira?
Por alguna razón sentí que mi corazón empezó a latir con fuerza. Mis manos, podía mover mis dedos, y no me había dado cuenta de lo rápido que iba mi corazón cuando escuché el estruendo que formaban las voces fuera...
desperté.
— Rossi —. Las lágrimas cubrían los ojos de Dylan, y su voz estaba un poco más áspera. Me observaba como si no pudiera creer lo que estaba viendo —. Joder, estás aquí, estás aquí—. Repitió.
De pronto sus brazos me envolvieron en un abrazo delicado. Los sollozos que salían de él no era precisamente lo que me mantenía callada, expectante, ya que afuera de la habitación podía escuchar con claridad la voces de mi papá y Justin.
— Dyl —. Susurré, mi voz apenas era un hilo y fue ahí cuando me di cuenta de lo sedienta que estaba. ¿Cuánto tiempo había pasado?
Como si hubiera leído mi mente Dylan acercó un vaso con agua hasta mi. Bebí con ansias, todo bajo su atenta mirada que parecía ser lo único que le importaba, ya que parecía no escuchar las voces fuera.
— Dylan es mi papá, está fuera y... —. La voz apenas había vuelto. Él pareció entender lo que trataba de decir y con algo en el rostro que no logré descifra, susurró:
— Justin.
Narra Justin
Dominic Novak, aquel hombre que durante gran parte de mi vida pasé odiando, aquel hombre que fue el responsable de la muerte de mis padres y al que le atribuía la infancia de mierda en la que crecimos Dylan y yo.
Era extraño verlo aquí, de esa forma tan animal. Había escuchado tantas veces que él era así, un jodido loco que no pensaba las cosas y era capaz de matar... claro que era capaz. Siempre quise verlo así, como tan aclamado había sido, pero ahora... ahora no se que sentir.
Los ojos de Mia están llorosos y su pequeño cuerpo tiembla. Las manos de Luci que no ha cambiado mucho desde que la recuerdo la rodean, ella está más preocupada por asegurarse de que esté bien que en pelear conmigo.
Pero está bien, creo que es suficiente con Dominic y Sebastián queriendo aventarse encima mío. Y no los culpo, después de todo la única verdad que ellos conocen es la de que Dylan y yo somos unos hijos de perra que jugamos con sus pequeñas hijas.
Y fue verdad, pero ya no.
Por primera vez en mi jodida vida no se que decir, porque temo que si hago algo imprudente puedo arruinar todo con Mia... aún más.
Lily está a su lado, pero en un segundo veo cómo se aleja entrando a la habitación de Rossi.
— No lo volveré a repetir, ¿que hace aquí, Justin? —. La voz del hombre se escuchaba jodidamente gruesa. Intenté mantener mi postura y hablar, pero como un relámpago salió la mujer que bien recuerdo de los momentos felices en mi infancia y habla:
— Rossi ha despertado.
Narra Mia
De un momento a otro las cosas pasaron muy rápido. Mi papá parecía querer matar a Justin, la tensión en el ambiente era asfixiante, pero todo eso pareció desvanecerse cuando Lily salió del cuarto de Rossi ya que ella había despertado.
Quisiera poder expresar lo que sentí en ese momento, pero no es así. Mi cuerpo se paralizó y no me di cuenta cuando mi papá dio la orden de que se llevaran a Justin y a Dylan que mantenía una expresión de ira y dolor en su mirada y por primera vez lo vi llorar como si fuera un niño otra vez.
Las puertas se cerraron frente a mis ojos y los perdí de vista. De nuevo me encontraba sola en aquella zona tan vacía del hospital en donde toda la atención era para mi hermana, ya que desde un comienzo mis papás no permitieron que nadie entrara en esta ala de la clínica privada en la que estábamos.
Podía sentir las lágrimas correr por mis mejillas, cuando la voz afable de mi mamá se escuchó por todo el lugar.
— Rossi quiere verte, Mia.
Hola mi amores, espero estén muy bien. Quiero disculparme porque este capítulo no es muy largo, la verdad no tenido mucho tiempo para escribir en estos días- que aunque han sido de cuarentena, han estado medio locos-, pero quiero que sepan que me voy a poner el día en muy poco tiempo.
Por otro lado no falta mucho para que esta obra que tantas alegrías y tristezas me ha traído llegue a su fin, y si, no se imaginan lo triste que me pone, pero en fin, a lo que venía...
Quiero comentarles que a partir del siguiente capítulo sólo habrá un narrador de entre Rossi, Mia, Justin o Matt. Me refiero a que lo que queda de este libro será bajo la perspectiva de uno de ellos, si ustedes tienen sugerencias pueden decírmelo aquí, en esta cajita
-> 📦
Ahora si, creo que eso era todo. Los amo mucho y mil bendiciones para ustedes.
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DESTINOS © ✅
RomanceMia y Rossi son hermanas por elección. El destino jugó a su favor cuando apenas eran unas niñas, pero los años pasaron y su pasado las persigue. Justin y Dylan tuvieron una infancia desafortunada. Crecieron llenos de rencor y con una nueva identida...