Capítulo 18: ¿Dónde estás Rossi?

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Narra Mía.

— ¿Estas segura que Rossi no estuvo aquí?—. Le pregunto por enésima vez a Valeria, quien rueda los ojo y niega.

— Te lo he dicho ya diez veces, yo llegué hace unas horas de la casa de mis abuelos.

— Sí, los de Atlanta—. Recuerdo que me lo dijo ya varía veces— ¿Y ella ni siquiera te llamo o algo?

— No Mía, no me llamó, así que si me permites, me iré a dormir, los aviones no son de mi agrado y estoy muy cansada—. Dijo con fastidio.

Baje las escaleras que me dejaban en la vereda de la calle y mire de un lado a otro.

¿Dónde rayos se había metido?
Y lo peor... ¿Por que mintió?

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— Hola, señorita Mía, ¿busca a la señorita Mara?—. Llega en mi bienvenida una sonriente Miranda.

— En realidad busco a Matt o a Drew—. Le digo tratando de aguantar la respiración, ya ha pasado demasiado tiempo y sigo si saber absolutamente nada de Rossi, estoy empezando a preocuparme realmente.

Bueno, en ese caso sólo se encuentra el señor Drew—. Sonríe, creo que notó mi angustia—. Está en su habitación, puedo llamarlo si gusta.

— Tranquila, iré yo misma, gracias.

Ella sólo asiente y sin más, camino hasta el gran pasillo de habitaciones, buscando la del castaño.

— Drew—. Digo tocando la puerta dos veces, pero no obtengo respuesta, aun así sigo insistiendo, cuando veo que nadie abre, decido entrar.

El olor a colonia masculina inunda mis fosas nasales y aspiro fuertemente, adaptándome al olor. La habitación está vacía, y el sonido de la regadera cerrándose me hizo dirijir mi vista hasta la puerta blanca y es entonces cuando esta se abre, mostrándo a un Drew con el pecho y el cabello húmedo, cubierto tan sólo por la cintura con una toalla gris.

— Mia—. Dice el asombrado.

— Dr...Drew—. Carraspeo un poco.

¿A donde se fue la saliva?

— Necesito hablar contigo, es sobre Rossi.

Cuando solté la oración, su semblante cambio, y asintio de manera seria.

— Claro, déjame cambiarme y hablamos.

Acepté y salí para darle privacidad. No tardo en volver conmigo. Bajamos las escaleras y caminamos hacia el gran jardín, una vez muy alejados y con la brisa dándonos en la cara, hablé.

— No se donde esta Rossi.

— ¿Ah?—. Dijo, al parecer no se esperaba mis palabras—. ¿Te refieres a que...?

Suspiré y me alejé dándole la espalda.

— Me refiero a que ayer me llamó, dijo que iría donde Valeria, una compañera, y que llegaría temprano, pero no llegó en la noche—. Sorbi mi nariz, las lágrimas picaba en mis ojos con insistencia —. Esta mañana fui a la casa de Valeria y le pregunté por Rossi, pero al parecer ella nunca estuvo ahí.

Su expresión no me decía mucho, los nervios me estaban consumiendo y yo no veía la hora en la que me dijera: "Oh sí, ella estuvo aquí y está bien, no te preocupes", pero no, en su lugar sólo me mira con expresión ceñuda.

— No te preocupes, te ayudaré a buscarla, tal vez está con Matt.

Cuando dijo eso gire hacia él. Claro que si, ¿por qué no pensé en eso antes?

— Bien, lo llamaré —. Suspiró, se veía dudoso.

Matt solía despreciar por semanas, eso era lo que me había dicho Mara en alguna ocasión, pero en verdad tenía las esperanzas puestas en él.

Lo observé con detenimiento hacer la llamada, intento dos veces pero no hubo respuesta. Mis nervios iban en aumento.

— Hay un lugar, tal vez puedan estar ahí.

Eso me devolvió el aire, así que sin esperar demasiado ambos corrimos hasta mi auto.

Narra Drew/ Justin

La expresión de angustia de Mia me causaba algo que aún no podía descifrar. Sus ojos claros iban perdidos en un punto muerto. Sus dedos iban tamborileando sobre sus piernas, en cualquier otra situación sus nervios me hubieran causado gracia, pero esta vez se trataba de Rossi y la entendía perfectamente.

Ellas siempre han sido muy unidas, y no suelen ocultarse cosas por lo que entiendo que esto la haya descolocado. Sin embargo, no puede ser para nada bueno que se esté martirizando con pensamientos negativos.

— Hey —. Llamé su atención cuando estuve frente a un semáforo en rojo. Una de mis manos libres tomó la suya, uniéndolas y basándola en el acto —. Todo va a estar bien, ¿si? cálmate un poquito.

Sus mejillas se sonrojaron al instante y una sonrisa tímida surcó sus labios. Se calmó bastante en comparación a cómo estaba.

El resto del camino nadie dijo nada, yo ya empezaba a pensar en lo que haríamos si mis suposiciones no eran ciertas y no lográbamos dar con ella, lo peor sería que esta vez no tenía ni puta idea de donde podría estar, ni Rossi ni Matt.

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