Capítulo 52: Arrepentimiento

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Narra Justin

Mis pasos eran acelerados mientras corría por los pasillos del hospital en el que está Dylan. En el camino algunos enfermeros del turno noche que probablemente nunca me habían visto me decían que no se permitía correr, pero me importaba una mierda.

Dylan había despertado.

— ¿Cómo está? —. Pregunté en cuanto tuve a la doctora que había estado al pendiente de su estado.

Una sonrisa se posó en su rostro y sin decir nada empezó a caminar. La seguí sin dudarlo. Me guió hasta una habitación que no había visto antes y en la parte cristalina de la puerta pude ver a Dylan que mantenía un cubo Rubik en sus manos.

— No le causes emociones fuertes.

Asentí y entré. En seguida sus ojos se posaron en mi. El cansancio que había en su expresión hace un minuto había desaparecido.

— ¿Como está Rossi? —. Fue lo primero que preguntó. Quise reír por lo gracioso que se había visto, pero no podía hacerlo. Me senté a su lado en un asiento que se encontraba ahí.

— Yo también te extrañé—. Dije sin gracia. Él rodó lo ojos e intentó acomodarse en la cama, pero hizo una mueca y fue en vano.

— Drew sabes que necesito verla —. Suplicó.

— Lo sé, por cierto, Drew no va más, es Justin.

Algo que no supe identificar se posó en sus ojos. Y asintió levemente como si se hubiera sumergido en sus pensamientos de pronto.

— Dylan, es un jodido milagro que hayas despertado —. Empiezo y el pone su atención en mi —. Todos creímos que habías muerto, perdiste mucha sangre, Rossi tuvo un ataque y tenía un arma que se le disparó, no fue grave pero ella aún no despierta del coma por el shock.

La jodida maquinista hizo un sonido fuerte que me molestó y en seguida el sonido fue constante. Una línea recta. En menos de lo que imaginé Dylan había arrancado los cables de su cuerpo y empezaba a vestirse.

Quise maldecir por lo estúpido que había sido eso, pero joder, intenté ponerme en su lugar por un instante. Si fuera Mia yo...

— Quiero que me lleves ahora mismo al lugar en el que está —. Gruñó en mi dirección y pude ver cómo se sostuvo de una pequeña estantería para no caer. Estaba débil.

Lo miré con seriedad por varios segundos en lo que él no apartó sus ojos de mi. Sabía que no iba a poder retenerlo, pero si yo lo apoyaba podría estar al pendiente. Sin decir nada más asentí y ambos salimos del lugar.

La enfermera negó levemente con la cabeza cuando nos vio. Recuerdo que Mia vino a verme mientras estaba aquí hace algunos días y no tardó en hablarle acerca de lo que había entre Rossi y Dylan. Era inevitable que esto ocurriera y ella lo sabía.

Por otro lado la imagen de la rubia hermosa que me tiene de cabeza volvió a mí. Esto era horrible, ella no estaba contenta, ella estaba dolida y se sentía traicionada... ¿pero que podía hacer? esa era mi verdad. Y aún así podía verla luchar con comprender lo qué pasó conmigo, podía verla luchar con encontrar algo que la hiciera mantenerse a mi lado. Y joder, nunca me había sentido tan vulnerable ante alguien.

Me adelanté a firmar unos papeles que eran necesarios y cuando pude me subí al auto con Dylan otra vez. No había tenido tiempo de asimilar lo que ocurría.

¡El estaba aquí, por un jodido demonio!

— Te quiero, Dylan —. Dije y por inercia mi voz salió más gruesa de lo común. Una leve sonrisa se asomó en su rostro y con modesta alegría dijo:

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